Archive for the ‘Joseph Ratzinger’ Category

GOTT UND DIE WELT / Joseph Ratzinger (0)

27 de May de 2018

https://es.scribd.com/doc/217117950/Dios-y-El-Mundo-Joseph-Ratzinger-pdf

INTRODUCCIÓN (0)

p. 11 p. 04

Dios, Esperanza, Amor

Eminencia, ¿también usted tiene a veces miedo de Dios?
Yo no lo llamaría miedo. Sabemos por Cristo cómo es Dios, que nos ama. Y Él sabe cómo somos nosotros. Sabe que somos carne. Y polvo. Por eso acepta nuestra debilidad. […].
Se dice que los católicos rebosan sentimientos de culpa frente a Dios.
Yo creo que los católicos están invadidos sobre todo por el gran sentimiento de indulgencia de Dios. Observemos el arte del barroco o del rococó. Desprenden una gran alegría. De típicas naciones católicas como Italia o España se dice,no sin razón, que poseen una ligereza interna. […].
En mi opinión, en las personas que viven la fe de la Iglesia predomina en última instancia la conciencia de la salvación: ¡Dios no nos abandonará! p.12
p. 16
[…] El estoico Séneca dijo: «La compasión es algo abominable». Por el contrario, si contemplamos a Cristo, Él es el que compadece, y eso nos lo hace valioso. La compasión, la vulnerabilidad también forman parte del cristiano. Hay que aprender a aceptarlas heridas, a vivir herido y a encontrar finalmente en ellas una salvación más profunda. […].
Usted dijo una vez: «Si el ser humano sólo confía en lo que ven sus ojos, en realidad está ciego…»
.… porque limita su horizonte de manera que se le escapa precisamente lo esencial. Porque tampoco tiene en cuenta su inteligencia. Las cosas realmente importantes no las ve con los ojos de los sentidos, y en esa medida aún no se apercibe bien de que es capaz de ver más allá de lo directamente perceptible. […].
p. 17
UNA IMAGEN DE DIOS
Mi hijo pequeño me pregunta a veces: «Oye, papá, ¿cómo es Dios?».
Yo le contestaría diciendo que uno se puede imaginar a Dios tal como lo conocemos a través de Jesucristo. Cristo dijo una vez: «Quien me ve a mí, ve al Padre».Y si después se analiza toda la historia de Jesús, empezando por el pesebre,por su actuación pública, por sus grandes y conmovedoras palabras, hasta llegar a la última cena, a la cruz, a la resurrección y a la misión del apostolado… entonces uno puede atisbar el rostro de Dios. Un rostro por una parte serio y grande. Que desborda con creces nuestra medida. Pero, en última instancia, el rasgo característico en Él es la bondad; Él nos acepta y nos quiere.
p. 18
¿Pero no dicen también que no deberíamos forjarnos ninguna imagen de Dios?
Este precepto se ha transformado en la medida en que Dios se dio a sí mismo una imagen. La Epístola a los Efesios dice de Cristo: «Él es la imagen de Dios». Y en Él se cumple plenamente lo que se dice del ser humano en la creación. […].
¿Cómo caracterizar a Jesús en unas cuantas frases?
Aquí nuestras palabras están siempre sometidas a una sobre-exigencia. Lo importante es que Jesús es el Hijo de Dios, que es Dios y al mismo tiempo verdadero hombre. Que en Él no sólo sale a nuestro encuentro la genialidad o la heroicidad humanas, sino que también trasluce a Dios. Puede decirse que en el cuerpo desgarrado de Jesús en la cruz vemos cómo es Dios, en concreto. Aquel que se entrega por nosotros hasta ese punto. […].
p. 20
«Dios te amó primero», dice la doctrina cristiana. Y te ama sin tener en cuenta tu origen o tu importancia. ¿Qué significa eso?
Esta frase debe tomarse en el sentido más literal posible y así intento hacerlo. Porque es realmente el gran motor de nuestra vida y el consuelo que necesitamos. Lo cual no es en absoluto tan extraño.
Él me amó primero, antes de que yo mismo fuese capaz de amar. Fui creado sólo porque ya me conocía y me amaba. Así que no he sido lanzado al mundo por azar, como dice Heidegger, ni me veo obligado a advertir que voy nadando por ese océano, sino que me precede un conocimiento, una idea y un amor que constituyen el fundamento de mi existencia.
Lo importante para cualquier persona, lo primero que da importancia a su vida, es saber que es amada. […].
p. 20
CRISIS DE FE
p. 25
El ser humano ¿es creyente de por sí?
A juzgar por los datos que nos proporcionan las excavaciones de la historia de la humanidad desde la prehistoria más remota, cabe afirmar que la idea de Dios siempre ha existido. Los marxistas predijeron el fin de la religión. Decían que con el final de la opresión ya no se necesitaría la medicina llamada Dios. Pero se vieron obligados a reconocer que la religión no acaba nunca, porque realmente es consustancial al ser humano. […].
p. 28
[…] Muchos sueñan con una especie de religión a la carta, […].
Recuerdo siempre las palabras de Tertuliano, que comentó una vez: «Cristo no ha dicho: “Yo soy la costumbre, sino yo soy la Verdad”». Y es que Cristo no sanciona simplemente la costumbre; al contrario, él nos arranca de las costumbres. Él desea que las abandonemos, nos exige que busquemos la verdad, lo que nos introduce en la realidad del Creador, del Salvador, de nuestro propio ser. En ese sentido, hemos de ser cautelosos con la reivindicación de la verdad en cuanto gran compromiso, pero también tener el valor de no perder la verdad, de tender hacia ella y aceptarla con agradecimiento y humildad cuando nos sea ofrecida.
p- 28

SOBRE LA DUDA
p. 30
¿Es concebible que también el Papa se vea acosado por la duda o incluso por la falta de fe?
Por la falta de fe, no, pero uno debería ya imaginarse que también sufre por las cuestiones que obstaculizan la fe. Para mí resultó inolvidable un pequeño encuentro en Múnich, cuando era capellán. Blumscheid, mi párroco de entonces, era amigo del párroco de la vecina parroquia evangélica. Un día vino Romano Guardini a impartir una conferencia y los dos párrocos lograron hablar con él. Ignoro cómo transcurrió la conversación, pero después, Blumscheid me contó, estupefacto, que Guardini había dicho que cuando uno se hace mayor la fe no se vuelve más fácil, sino más difícil. Guardini debía de tener por entonces unos sesenta y cinco o setenta años. Como es natural, la suya era la esperanza específica de una persona melancólica y que había sufrido mucho.Pero, como he dicho, la situación nunca se resuelve del todo. Por otra parte se torna algo más fácil porque también la llama de la vida se empequeñece. Pero mientras uno está de camino, está de camino.
p. 31
¿Pero sabe la Iglesia católica con absoluta seguridad cómo es Dios de verdad,qué dice y qué quiere realmente de nosotros?
La Iglesia católica sabe por la fe lo que Dios nos ha dicho a lo largo de la historia de la revelación. Como es natural, nadie -ni siquiera la misma Iglesia-logrará comprender la grandeza de lo que Dios ha dicho. Por eso la fe evoluciona. Desde sus contextos vitales, cada generación puede descubrir nuevas dimensiones que la Iglesia no ha conocido con anterioridad. El Señor mismo predice en el Evangelio según san Juan: «El Espíritu Santo os guiará hasta la verdad completa, para conocer lo que ahora de ningún modo podríais soportar». Esto significa que hay siempre un superávit, un «exceso» de revelación, no sólo respecto a lo que el individuo ha comprendido, sino también a lo que la Iglesia sabe al respecto. Por eso dicho superávit plantea un nuevo reto a cada generación.
p. 32
Ciertamente algunos piensan que el cristianismo no es tanto una religión práctica como algo para el más allá, es decir, un camino que permite reunir puntos para una cuenta en el otro mundo.
Es cierto que el más allá forma parte de la perspectiva vital del cristianismo. Sise pretendiera suprimirlo, nuestra perspectiva se convertiría en un extraño fragmento, quedaría hecha añicos. La vida humana quedaría burdamente mutilada si sólo la considerásemos desde la óptica de esos setenta u ochenta años que podemos vivir. Así surge esa extraña avidez de vida. Si la vida momentánea es lo único que puedo tener, naturalmente he de procurar sacar y acumular el máximo posible. Lo que me impide mostrar la menor consideración hacia los demás.
El más allá me proporciona las pautas y confiere a esta vida la seriedad y el peso para no tener que vivir exclusivamente en función del instante, sino de manera que al final esta vida sirva, valga algo -y no sólo para mí, sino para el conjunto-. El Dios que escucha no nos exime de responsabilidad, sino que nos enseña a ser responsables. Nos impulsa a vivir con responsabilidad lo que senos ha dado, para que de ese modo también algún día lleguemos a ser capaces de salir airosos ante Él.
p.32
Cristo dice: «Pedid y se os dará. Buscad y encontraréis. Llamad y se os abrirá». Por otro lado, cuando mi hijo, por ejemplo, está haciendo los deberes,pide ayuda a Dios. Pero, para ser sinceros, no siempre da resultado.
Se pide, por ejemplo, salud; la madre para su hijo, el marido para la esposa; se pide que un pueblo no se precipite en un tremendo error -y sabemos que no siempre es escuchado-. Para una persona que se encuentre en una situación de vida o muerte, esto puede convertirse en un gran interrogante. ¿Por qué no ha recibido respuesta, o al menos no la respuesta que pidió? ¿Por qué calla Dios?, se preguntará. ¿Por qué se aleja? ¿Por qué sucede justo lo contrario delo que yo quería?Este distanciamiento entre la promesa de Jesús y lo que experimentamos en nuestra propia vida ha hecho reflexionar a todas las generaciones, a cada individuo y, desde luego, a mí. Pero cada uno debe luchar para obtener por sí mismo una respuesta, aprendiendo finalmente a entender por qué Dios le ha hablado precisamente así.
p. 33
¿ Y qué respuesta es ésa?
San Agustín y otros grandes afirman que Dios nos da lo que es mejor para nosotros -aunque no podamos advertirlo por anticipado-. En efecto, a menudo consideramos que lo mejor para nosotros es justo lo contrario de lo que Él hace. Deberíamos aprender a aceptar y a considerar como una señal ese camino que, según nuestra experiencia y nuestro dolor, nos resulta tan penoso. […].
p. 34
¿QUEJUMBROSO COMO JOB?
p.36
Cristo dijo una vez: «Quien quiera ganar su vida, la perderá». Y sólo quien pierde su vida, quien está dispuesto a entregarla, adopta la perspectiva correcta, abriendo de ese modo la posibilidad de encontrarla. Es decir, que en última instancia he de descartar la pregunta de qué obtengo a cambio. He de aprender a darme cuenta de que es importante soltarse. He de estar dispuesto a darme.
p. 37
Eso es fácil de decir.
Sin embargo, cualquier amor humano sólo se convierte en verdaderamente enriquecedor y grande cuando estoy dispuesto a renunciar a mí mismo por esa persona, a salir de mí mismo, a entregarme. Esto es válido sobre todo en la gran escala de nuestra relación con Dios, de la que, en definitiva, derivan todas las demás relaciones.
Tengo que comenzar por dejar de mirarme, y preguntarme qué es lo que Él quiere. Tengo que empezar aprendiendo a amar, pues el amor consiste en apartar la mirada de mí mismo y dirigirla hacia Él. Si a partir de esta tendencia fundamental, en lugar de preguntarme qué es lo que puedo conseguir para mí mismo, me dejo sencillamente guiar por Él, si me pierdo realmente en Cristo, si me dejo caer, me desprendo de mí mismo, entonces me doy cuenta de que ésa es la vida correcta, porque de todos modos yo soy demasiado estrecho para mí solo. Cuando salgo al aire libre, valga la expresión, entonces y sólo entonces comienza y llega la grandeza de la vida.

Ahora seguramente se dirá que esta historia puede ser muy duradera.
Bueno, como es lógico, este camino no se recorre de la noche a la mañana.Dedicarse especialmente a conseguir una felicidad rápida no encaja con la fe.Y quizás una de las razones de la actual crisis de fe sea que queremos recoger en el acto el placer y la felicidad y no nos arriesgamos a una aventura que dura toda la vida -con la enorme confianza de que ese salto no termina en la nada sino que, por su naturaleza, es el acto de amor para el que hemos sido creados-. Y en realidad es lo único que me proporciona lo que quiero: amar y ser amado, hallando de ese modo la auténtica felicidad.

p.38
MOVER MONTAÑAS

Pero el propio Jesús dice: «Si vuestra fe sólo fuese tan grande como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: “¡Trasládate de aquí allí!”. Y ella lo haría. Nada sería imposible para vosotros»

[…]. En realidad, Jesús alude a las montañas que obstaculizan nuestra vida. Y éstas son casi siempre mucho más importantes que las que figuran en los mapas. Esas montañas puedo superarlas, de hecho, si me pongo en las manos de Dios.

¿Gracias a una especie de autosugestión?
El acto de fe no es convencerse en cierto modo de una idea o atribuir un poder a la fe. El acto de fe consiste en confiar en que Dios está ahí y puedo ponerme en sus manos. Entonces también desaparecerá la montaña. […].
p. 40

DIOS Y LA RAZÓN

La Iglesia y sus santos subrayan que también se puede comprender,comprobar y demostrar la fe cristiana por medio de la razón. ¿Es cierto?

Sí, pero con limitaciones. Es verdad que la fe no es un entramado de imágenes cualesquiera que uno pueda forjarse a su antojo. La fe asalta nuestra inteligencia porque expone la verdad -y porque la razón está creada para la verdad-. En ese sentido, una fe irracional no es una verdadera fe cristiana.La fe desafía nuestra comprensión. Y en esta conversación también intentamos averiguar que todo eso -empezando por la idea de la creación hasta la esperanza cristiana- es una formulación inteligente que nos presenta algo razonable. En este sentido se puede demostrar que la fe también se adecua ala razón.

Precisamente los científicos han teorizado una y otra vez sobre la cuestión deDios y la fe. He traído algunas citas. Isaac Newton, por ejemplo, el fundador dela física teórica, afirmó: «La maravillosa organización y armonía del universo sólo puede haberse realizado de acuerdo con el plan de un ser omnisciente ytodopoderoso. Éste es y seguirá siendo mi conocimiento último y supremo». Augustin Louis Chaucy, matemático francés, opinaba: «Soy cristiano, lo que significa que creo en la divinidad de Cristo como Tycho de Brahe, Copérnico,Descartes, Newton, Leibnitz, Pascal… como todos los grandes astrónomos y matemáticos del pasado». Y el italiano Guglielmo Marconi, un premio Nobel al que debemos la telefonía sin hilos y, en consecuencia, la generación del teléfono móvil, lo expresó así: «Declaro con orgullo que soy creyente. Creo enel poder de la oración. Y no sólo como católico creyente, sino también como científico».

No hay duda, al hacernos cristianos no nos precipitamos en una aventura supersticiosa. Yo sólo mencionaría dos salvedades: la fe no es comprensible en el sentido de que pueda aprehenderse igual que una fórmula matemática,sino que se adentra en estratos cada vez más profundos, en la infinitud de Dios, en el misterio del amor. Dentro de ese ámbito existe un límite de lo que se puede entender únicamente pensando. Sobre todo de lo que, en cuanto seres limitados, podemos comprender y elaborar con el intelecto.Nosotros no podemos entender del todo a las demás personas porque ello implica descender a simas más profundas de lo que la razón nos permite verificar. Tampoco podemos comprender en última instancia la estructura de la materia, sino llegar siempre a un punto determinado. Tanto más razonable es la imposibilidad de someter a la inteligencia todo lo que significan Dios y su palabra, porque la superan con creces.
En este sentido, la fe tampoco es realmente demostrable. Yo no puedo decir que quien no la acepte es tonto. La fe responde a un camino vital en el que la experiencia va confirmando poco a poco la creencia, hasta que se revela plena de sentido. Es decir, que a partir de la razón existen aproximaciones que me conceden el derecho a aceptarla. Me proporcionan la certidumbre de que no me entrego a una superstición. Pero la demostrabilidad exhaustiva, como la que disponemos para las leyes físicas, no existe.

¿Cabe afirmar que es necesario ampliar el espíritu humano para conocer cada vez mejor a Dios?
[…]. Porque uno también puede ahogarse en lo meramente fáctico. Quien no consigue percibir el misterio que impera en los hechos de la naturaleza o de la historia, llena su cabeza y su corazón con un montón de cosas que acaso lo incapaciten para la profundidad y amplitud espiritual.
Dicho con otras palabras, el efecto de los grandes conocimientos científicos puede conducir por una parte a que la persona sea incapaz de ver más allá delo fáctico, hecho que limita, en definitiva, el horizonte. Por saber tanto, sólo puede seguir pensando siempre en el plano de lo fáctico, lo que le impide dar el salto al misterio. Ya sólo ve lo palpable. Y desde el punto de vista metafísico, la persona se vuelve más tonta. Pero, por otro lado, también puede ocurrir que precisamente la grandeza de la percepción, al captar los reflejos tan diversos de la inteligencia divina en la realidad, agrande y amplíe nuestra imagen de Dios y mostremos ante Él un respeto, una humildad y una admiración aún mayores.

p. 43
UNA CONTRADICCIÓN

Por un lado están los mandamientos de Dios, por otro nuestra naturaleza humana. Ambas cosas proceden de la creación. Y sin embargo cualquiera puede comprobar que, a menudo, encajan con enorme dificultad. Los malos pensamientos y las malas acciones son evidentemente humanos. En cualquier caso, esta paradoja nos conduce una y otra vez a una situación que nos desborda.

La fe cristiana está convencida de que hay una perturbación en la creación. La existencia humana no es como salió realmente de las manos del Creador. Está lastrada con un factor diferente que, además de la tendencia creada hacia Dios, también dicta otra, la de apartarse de Dios. En este sentido, el ser humano se siente desgarrado entre la adaptación original a la creación y su legado histórico.
Esta posibilidad, ya existente en la esencia de lo finito, de lo creado, se ha conformado en el curso de la historia. Por una parte el ser humano ha sido creado para el amor. Está aquí para perderse a sí mismo, para darse. Perotambién le es propio negarse, querer ser solamente él mismo. Esta tendencia se acrecienta hasta el punto de que por un lado puede amar a Dios, pero también enfadarse con él y decir: «En realidad me gustaría ser independiente,ser únicamente yo mismo».
Si nos examinamos con atención, también observaremos esta paradoja, esta tensión interna de nuestra existencia. Por una parte consideramos correcto lo que dicen los diez mandamientos. Es algo a lo que aspiramos y que nos gusta. Concretamente ser buenos con los demás, ser agradecidos, respetar la propiedad ajena, encontrar el gran amor en la relación entre los sexos que después conllevará una responsabilidad mutua que durará toda la vida, decir la verdad, no mentir. En cierto modo, ésta es una tendencia que no está solamente dirigida contra nosotros, ni es únicamente un yugo sobre nuestros hombros.

Por otra parte sentimos el hormigueo de sustraernos a ella.
Ahí está el gusto por la contradicción, la comodidad de la mentira, la tentación de la desconfianza -todo eso también existe en el ser humano por una tendencia a la destrucción, por la voluntad del no.
Esta paradoja muestra una cierta perturbación interna en el ser humano que,lisa y llanamente, le impide ser el que querría ser. «Veo lo que es bueno y lo apruebo», dijo Ovidio, el poeta latino, «y sin embargo después hago lo contrario.» Y san Pablo también afirmó en el capítulo 7 de la Epístola a los Romanos: «No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco». A partir de eso asciende finalmente en san Pablo este grito: «¡¿Quién me redimirá de esta contradicción interna?! ». Y en este punto san Pablo comprende realmente por primera vez a Cristo -y a partir de ese instante llevó la respuesta redentora de Cristo al mundo pagano.

No obstante, hay otra contradicción externa. Es la existente entre el mensaje de alegría de ese Dios presuntamente bueno, «amable», y la verdadera situación de nuestro inundo. La consecuencia es la decepción de Dios. Muchas Personas no perciben un ápice de su efecto presuntamente salvador. Y, aveces, hasta yo pienso que acaso la fe ya no resista nuestras ideas tan desarrolladas. En realidad, Él no puede soportar la luz plena de los hechos.

Aquí se añade, a la contradicción interna de la que acabamos de hablar, el momento colectivo. Existe una conciencia colectiva que fortalece la contradicción. Que da la razón a las tendencias egoístas de alejamiento de Dios y aspira a caminos vitales en apariencia más cómodos. Cada persona no sólo vive ella misma, también es vivida siempre, es conformada o también cotentada y deformada.
Existen distintos niveles de decadencia o también de construcción de sociedades. Las comunidades pueden ser sustentadoras y encaminarme deforma que la contradicción interna se mitigue poco a poco y desaparezca. Pero por otro lado, existen las colectividades del promedio, donde uno dice, bueno,los demás también lo hacen. Se trata de sociedades donde el robo se ha vuelto normal, el soborno ya no se considera inconveniente y la mentira es la forma habitual de relación.
Las sociedades pueden tirar de la persona cada vez más hacia abajo -o ayudarla a ascender-. En el primer caso reina un predominio tal de las cuestiones materiales y una vinculación intelectual a lo meramente material que todo lo que trascienda ese materialismo parece algo superado, absurdo e inadecuado a la persona. En el segundo caso existe realmente una cierta evidencia de Dios, y es más fácil moverse hacia Él.

¿Pero por qué no debería ser la vida simplemente fácil, grata y placentera?

Como es lógico, satisfacerse con lo material, con lo palpable, con las vivencias felices que se puedan comprar y suministrar, es, por el momento, lo más sencillo. Puedo entrar en un local de diversión, y a cambio del dinero de la entrada vivir una especie de éxtasis, ahorrándome de ese modo todos los esfuerzos del difícil camino de la autorrealización y la autosuperación. Esta tentación es grandísima. La felicidad se convierte entonces en una mercancía susceptible de ser vendida y comprada. Éste es el camino más cómodo, el más rápido, la contradicción interna parece eliminada, porque la cuestión divina ya es innecesaria.

Pero también se podría considerar el estilo de vida civilizado desarrollado y absolutamente acorde con nuestro mundo moderno.

Sin embargo, también sabemos que esto se revela muy pronto como un engaño. El individuo lo nota, al final me quedo vacío, estoy agotado, y cuando caigo desde el éxtasis ya no soy capaz, en definitiva, ni de soportarme ni de soportar al mundo. En ese momento se pone de manifiesto que he sido engañado.
Lo cierto es que nunca participamos en este drama sólo personalmente, con nuestra propia intimidad, sino bajo la modalidad del nosotros. Esta forma colectiva puede dificultar o facilitar nuestro destino. La Iglesia antigua instituyó el catecumenado por este motivo. Su intención era crear una especie de sociedad alternativa en la que uno pudiera adaptarse a Dios y, mediante la convivencia con los demás, llegar poco a poco a la zona donde se podía aprender a verle. Durante el periodo que mediaba hasta el bautizo, llamado iluminación, llegaba el momento en que surgía en el individuo el conocimiento adquiriendo con ello la independencia en la fe.
Creo que hoy, en sociedades de orientación atea o agnóstico-materialista, eso se ha convertido en una nueva necesidad. Antes daba la impresión de que la Iglesia y la sociedad estaban muy identificadas. Ahora la Iglesia tiene que esforzarse de nuevo para presentar espacios alternativos donde no sólo se ofrezca el nosotros gravoso y degradante sino un nosotros que abra, que sustente al individuo y le enseñe a ver.

La cuestión es si la fe nos hace de verdad mejores, más compasivos y altruistas, menos codiciosos, menos vanidosos. Tomemos a los que el propio Dios ha elegido para la fe, a aquellas personas que por su designio sólo deberían pensar en agradar a Dios y convertirse en seres humanos casi perfectos. ¿Por qué se encuentran también entre los clérigos, entre los monjes y monjas, dosis tan elevadas de rivalidad, de envidia, de celos, de mentira y de falta de caridad? ¿Por qué su fe no los ha hecho mejores?

Esta pregunta es, de hecho, muy opresiva. En ella comprobamos de nuevo que la fe no está simplemente ahí, sino que puede contraerse o crecer, moverse por una línea ascendente y descendente. No es una garantía acabada sin más,algo que uno pueda considerar un capital desembolsado que crece y crece. La fe va siempre vinculada a una libertad muy frágil. Nosotros desearíamos que fuera diferente. Pero éste es precisamente el riesgo difícilmente comprensible de Dios, que no nos haya administrado una medicina más fuerte.
Aun cuando se comprueba que en el mundo de los creyentes existen conductas erróneas (en las que subyace siempre un debilitamiento de la fe),tampoco debemos pasar por alto el otro balance. En efecto, las historias de tantas personas sencillas, bondadosas, a las que la fe ha hecho buenas,demuestran que la fe produce efectos muy positivos. Pienso sobre todo en las personas ancianas de parroquias muy normales que han madurado gracias a la fe hasta alcanzar una enorme bondad. En los encuentros con ellas se percibe calidez, una especie de brillo interior.
Y al revés: también hemos de constatar que la sociedad, con la evaporación dela fe, se ha vuelto más dura, más violenta, más mordaz. El ambiente, esto lo ha dicho hasta un teólogo tan crítico como Vorgrimler, no ha mejorado, sino que se ha tornado más irritable y maligno.
p. 48

LO MISTERIOSO

El mundo de los cristianos es un mundo en el que lo invisible es tan natural como lo visible. Los cristianos están rodeados de ángeles y ángeles custodios.Pueden contar con la ayuda del Espíritu Santo. Pueden, si lo desean, pedir consuelo y ayuda a la Virgen María. […].

[…]. Lo cierto es que en la fe percibimos una realidad según la cual no existen únicamente las cosas palpables. De hecho, los grandes santos siguen vivos. Esa gran familia está ahí, y percibirla significa que estoy rodeado de atención y de amor. […].

Sin embargo, cada vez menos personas parecen conocer los misterios de la fe.¿Cómo ha sucedido esto?

Acaso algo en nuestra fe se había vuelto demasiado mecánico. A lo mejor también existía demasiada alienación, demasiada poca penetración íntima, tal como manifiestan las palabras de Guardini. La fe tiene que ser revivida y reencontrada en cada generación. Y a la inversa:cuando una generación ya no percibe la fe cristiana y sus poderes auxiliadores,emprende otro tipo de búsqueda, en ámbitos esotéricos, donde uno intenta procurarse ayuda con piedras y qué sé yo con qué cosas más. Es decir, se buscan nuevas formas de convocar a poderes invisibles porque el ser humano siente que podría o debería tener otros auxiliadores. […]

p. 50
¿ESTÁ TODO ESCRITO?

[…]. Dios ha creado la verdadera libertad y también permite desbaratar sus planes(aunque lo hace de una forma que siempre vuelve a crear algo nuevo). […].
[…]. El hecho de que Dios lo sepa todo y sin embargo sean posibles otros proyectos es algo que ha traído de cabeza a los más grandes filósofos y teólogos. En algún lugar terminan nuestras posibilidades, pues no somos Dios, y nuestro horizonte es, en definitiva, muy limitado.
Pero pienso que podemos entender lo inmediato: Dios tiene la historia en la mano, me tiene a mí en la mano, pero me deja la libertad de convertirme personalmente y de verdad en un amante o en renegar del amor. En este sentido, Dios no ha cifrado mi código de manera invariable, sino que ha incluido en él la posibilidad de variación que nosotros denominamos libertad.

p. 52
¿SON REALES LOS MILAGROS?

La fe siempre considera posibles los milagros, y ya en vida de los apóstoles seles ofreció mucho dinero por revelar el secreto de su poder milagrero. […].

p. 55 p. 32
¿DIOS Sí, IGLESIA NO?

El vocablo griego del que deriva iglesia significa en sentido original: “La que pertenece al Señor”. ¿Quiere decir esto que la Iglesia pertenece al mismo Dios?

Exacto. Ekklesía significa “llamar”, “la llamada”. La palabra, en su significado técnico, quiere decir `asamblea’, que un el ámbito griego se refería a la asamblea del pueblo de las democracias de entonces. […]. En ese sentido significa “los convocados por Dios”, aquellos que están reunidos con Él, los que pertenecen a Dios y saben que Él está entre ellos.
[…].
p. 58
Seguramente nunca se le habrá pasado por la cabeza abandonar la Iglesia.¿No existe nada en ella que le moleste o incluso le irrite?

En efecto, jamás se me ocurriría abandonar la Iglesia, pues, a decir verdad, es mi patria más íntima. Estoy tan fundido con ella desde que nací que sin ella en cierto modo me partiría en dos, incluso me destruiría.
Pero, como es natural, en conjunto siempre hay cuestiones que le irritan a uno.Empieza en la iglesia local y puede llegar hasta el ámbito del gobierno global de la Iglesia, en el que trabajo ahora. Siempre hay personas y cosas molestas. Pero uno tampoco se separa de su familia por mucho que se enfade; y menos cuando el amor que te une con los demás es más fuerte; cuando es la fuerza original que sustenta tu vida.

p. 60
«Dios sí, Iglesia no» se ha convertido en un lema habitual. San Cipriano,obispo de Cartago (zoo-zs8), dijo a este respecto: «Fuera de la Iglesia no hay salvación», pues «quien no tiene por madre a la Iglesia no puede tener por padre a Dios». Estas palabras, ¿siguen siendo válidas hoy?
No, si las entendemos como que todos los no cristianos están condenados al infierno. Pero significa que, en cierto modo, uno necesita a la madre aunque no la conozca, la comunidad que te alumbra la fe y te entrega a Dios. San Cipriano habla de la relación entre Dios y la Iglesia en el contexto de la persecución. Alude a gentes que abandonan la Iglesia por miedo al martirio y que, sin embargo, creen seguir aferrados a Jesucristo, a Dios. […].
____

FUENTE:
https://es.scribd.com/doc/217117950/Dios-y-El-Mundo-Joseph-Ratzinger-pdf