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NI CUALQUIER PAZ, NI LA PAZ A CUALQUIER PRECIO –

26 de febrero de 2019

San Ezequiel Moreno y Díaz O.A.R. (Alfaro, 9 de abril de 1848 – † Monteagudo, Navarra, 19 de agosto de 1906) fue un sacerdote agustino recoleto español, venerado como santo en la Iglesia católica. Hoy, el Santo es invocado como patrón de los que padecen cáncer.

martes, 26 de febrero de 2019
NI CUALQUIER PAZ, NI LA PAZ A CUALQUIER PRECIO -PASTORAL DE UN SANTO OBISPO SOBRE LA PAZ CRISTIANA Y EL LIBERALISMO


Ezequiel Moreno y Díaz O.A.R.

«El liberalismo es pecado, y pecado mayor que el robo, el asesinato y otros, por ser contra la fe, que es el fundamento de todo el orden sobrenatural.»

«No entréis jamás en pactos con el liberalismo; rechazad con indignación toda propuesta en ese sentido, y detened y apagad en los fieles toda tendencia a eso mismo que observéis en ellos, repitiéndoles siempre que la Iglesia ha dicho que ni puede ni debe transigir y reconciliarse con la civilización, el liberalismo y progreso modernos.»
«Los verdaderos católicos deben negar muy alto y en absoluto que el error y el vicio tengan derecho alguno de ponerse al lado de la verdad, y deben rechazar toda componenda en ese sentido. La responsabilidad alcanzará tremenda y pavorosa a los que busquen esas componendas.»

Recordamos aquí las palabras del valiente obispo San Ezequiel Moreno Díaz, misionero incansable y pastor solícito del bien de las almas puestas bajo su cuidado, quien se refirió puntualmente a la verdadera paz en circunstancias muy semejantes a las que hoy protagonizamos.
De las páginas de su Decimoquinta Carta Pastoral -Cuaresma de 1933- (Cartas Pastorales, Circulares y Otros Escritos, Madrid, 1908; pp.422 ss.)
FUENTE:
http://nonpossumus-vcr.blogspot.com/2019/02/ni-cualquier-paz-ni-la-paz-cualquier.html

GOTT UND DIE WELT / Joseph Ratzinger / I PARTE / Sobre DIOS (01)

26 de May de 2018
GOTT UND DIE WELT  /Joseph Ratzinger
 

PRIMERA PARTE:   SOBRE DIOS

Señor cardenal, aunque con el progreso de las ciencias penetramos cada vezmás en los misterios de la creación, en última instancia ésta seguramente siempre será un enigma para nosotros. ¿Por qué Dios no se plantó sin más y dijo: «¡Atención, todos! Voy a deciros ahora qué ocurrió exactamente y cómo funcionan las cosas aquí, en vuestra pequeña tierra»?
La creación constituye, de hecho, un misterio, y cuanto más sabemos de ella,cuanto más se asoma la física a esa materia sutilmente estructurada, másmisteriosa se vuelve. La historia de la humanidad, con su imponderabilidad y su impenetrabilidad, añade además un cúmulo de misterios.
Lógicamente no podemos explicar en última instancia el «porqué Dios lo hizo así». ¿Por qué permanece tan callado? ¿Por qué es tan débil en el mundo ?Ésta es una pregunta que el creyente se planteará inevitablemente una y otra vez. O ¿por qué no es más claro, más rotundo? Por otra parte hemos decomprender que vivimos dentro de una perspectiva finita. No nos ayudaría que ahora tuviéramos ante nosotros de repente el desciframiento total, una comprensión del mundo que superara nuestras capacidades. En realidad, hoy no nos queda otro remedio que intentar aceptar a Dios como es, y después extraer las oportunas consecuencias.
¿Cuáles?
Creo que adentrarse en la aventura de una historia no comprensible hasta el fin, pero sin duda sostenida y dirigida por su amor, nos facilita poco a poco la visión. De este modo, a nosotros, los hombres, nos ha sido encomendada la tarea adecuada. No se trata de conseguir un producto aritmético acabado, sino de recorrer un camino y aportar nuestra contribución personal al misterio y a la grandeza del mundo. Yo diría que se nos ha dado lo suficiente para vivir. Y el límite de nuestro conocimiento no sólo supone un reto, sino también un regalo. Nos lleva a la aventura del progreso, a avanzar en el aprendizaje a medida que se ensancha nuestro horizonte. Ciertamente el requisito para esto es siempre el acto de humildad de inclinarnos ante un Dios al que no podemos comprender.
1.- SOBRE EL HOMBRE  (p. 39 / pág. 71)
El teólogo Hans Urs von Balthasar -maravilloso nombre para un teólogo-opinaba que todas las cosas podían contemplarse desde una dobleperspectiva, como hecho y COMO misterio. Visto como hecho, el hombre es un producto del azar al borde del cosmos. Pero visto como misterio fue deseado por Dios por amor a sí mismo. ¿Responde esto a la idea fundamental para poder aproximarse a la concepción cristiana del mundo y del hombre?
Yo diría que sí. Al principio sólo percibimos simples hechos, aquello que es. Esto también es aplicable a la historia, que en el fondo podría haber sido diferente. Ciertamente nadie puede sentirse satisfecho con los meros hechos, aunque sólo sea porque nosotros mismos somos en principio un mero hecho y,sin embargo, sabemos también que tenemos y podemos ser algo más que una mera existencia producto de la casualidad. ‘Por este motivo es imprescindible analizar lo que subyace a la pura facticidad y comprender que el ser humano no ha sido simplemente arrojado al mundo por un juego de la evolución. Detrás está que cada persona ha sido deseada. Cada persona es idea de Dios. Todo lo que en principio está ahí fácticamente alberga un plan y una idea, que es la que después da sentido también a la búsqueda de mi propia idea y a la unión con el todo y con el curso de la historia.
¿Cada persona es idea de Dios? ¿Qué significa eso?
Sí, tal es la convicción fundamental del cristianismo. Cuando la Sagrada Escritura presenta gráficamente la creación del hombre -con Dios el alfarero,que lo forma y le insufla el espíritu-, eso está pensado arquetípicamente paracada individuo. En los salmos el hombre dice: TÚ me has formado con barro,TÚ me has insuflado el aliento. Aquí se expresa que cada persona mantieneuna relación directa con Dios. Y, por tanto, todas desempeñan una función consentido en el gran entramado de la historia universal, tienen el puesto que lesha sido asignado y gracias al cual pueden aportar algo insustituible a la historia global.
EL ALIENTO DE DIOS
Al principio la tierra estaba desnuda y vacía, Dios todavía no había traído la lluvia, se dice en el Génesis. Entonces Dios creó al hombre, para lo cual «tomó polvo del suelo y le insufló el aliento de la vida; y el hombre se convirtió en un ser viviente». El aliento de la vida: ¿es ésta la respuesta a la pregunta de dónde venimos?
Creo que aquí hallamos un enorme simbolismo y una gran interpretación del ser humano. Según esto, el ser humano brota de la tierra y de sus potencialidades. En esta exposición se vislumbra algo parecido a la evolución. Pero no se queda ahí. Se añade algo que no procede simplemente de la tierra, ni tampoco es producto de un desarrollo posterior, sino algo radicalmente nuevo: el aliento del mismo Dios.
Lo esencial de esta imagen es la dualidad de la persona. Muestra tanto su pertenencia al cosmos como su relación directa con Dios. La fe cristiana afirma que lo que aquí se dice del primer hombre es aplicable a cada ser humano. Que cada individuo tiene un origen biológico por una parte, pero por otra no es el mero producto de los genes existentes, del ADN, sino que procede directamente de Dios.
El ser humano lleva el aliento de Dios. Ha sido creado aimagen y semejanza de Dios, es capaz de superar lo creado. Es único. Está en los ojos de Dios y unido a Él de manera especial. Con el ser humano se introduce realmente en la creación un nuevo aliento, el elemento divino. Ver este particular ser creado por Dios es muy importante para percibir la unicidad y dignidad de la persona y, con ello, la razón de todos los derechos humanos. Confiere al ser humano el respeto a sí mismo y a los demás. En él está el aliento de Dios. No es una mera combinación de materiales, sino una idea personal de Dios.
El primer ser humano al que Dios insufla su aliento se llama Adán. El nombre es la denominación hebrea de `persona’, pero al mismo tiempo constituye también un juego de palabras con Adana, `tierra de labor’. Para este hombre el Señor creó, según se dice, un jardín en el Edén. ¿Expresa esta imagen simbólica cuál es nuestro destino?
Al menos nos permite forjarnos una idea de él. El jardín simboliza la creación incólume y la existencia segura. Allí la creación no es destruida o mal utilizada, sino cuidada y preservada -y sucesivamente formada desde el espíritu-. Esta imagen representa en conjunto la amplitud, la alegría y la seguridad de la creación. Dice que Dios nos pensó para vivir en íntima armonía con la creación y para disfrutar de esa seguridad que proporciona el estar con Él. En este sentido, recoge realmente ambas determinaciones, ser guardián de la creación y estar al mismo tiempo en comunicación directa con Dios para compartir con Él la creación.
El Génesis nos enseña que la creación es un proceso. Todo sucede paso apaso. «No es bueno», consideró Dios en dicho proceso, «que el hombre esté solo. Démosle ayuda y compañía. » Y así el Señor creó primero a partir de la tierra todo tipo de animales del campo y todos los pájaros del cielo y los mostró al hombre para que decidiera cómo los había de llamar.En realidad, una buena ocasión para hablar también de los animales, nuestros acompañantes más cercanos. Adán dio nombre a cada uno de ellos. ¿Podemos utilizar a nuestros animales e incluso comerlos?
Ésta es una cuestión muy seria. En cualquier caso, nos han sido dados para cuidarlos, no para tratarlos a nuestro antojo. Los animales son asimismo criaturas de Dios, si no con el mismo carácter directo que el hombre, sí seres que Él ha querido y que nosotros hemos de respetar como acompañantes de la creación y como elementos esenciales de la misma. Respecto a la cuestión de si se puede matar y comer animales hay una curiosa disposición en la Sagrada Escritura. Podemos comprobar que al principio se habla de las plantas como alimento del ser humano. Sólo tras el diluvio, es decir, tras la nueva ruptura entre el ser humano y Dios, se deja a criterio de la persona comer carne. Es decir, que se añade un ordenamiento secundario y que, además, se comunica como tal. En cualquier caso, aunque a uno le duela que usemos a los animales de esta forma, tampoco deberíamos desembocar en una especie de culto sectario a los animales. Al ser humano también se le ofrece esa posibilidad. Ha de manifestar siempre respeto a dichas criaturas, pero también saber que no le está vedado alimentarse de ellas. Ciertamente la utilización industrial en la que se ceban gansos para conseguir un hígado lo más grande posible o el confinamiento de gallinas hasta convertirlas en caricaturas de animales, esa degradación de lo viviente a mercancía, me parece realmente opuesta a la convivencia entre el ser humano y el animal que trasluce la Biblia.
Sin embargo, el propio mundo animal es una creación de notable crueldad.Todo el mundo sabe que, en un abrir y cerrar de ojos, gatitos juguetones pueden cazar, torturar v matar a sus congéneres. Sólo sale adelante el que evidentemente tiene mayores posibilidades de exterminar a los demás.
De hecho, uno de los enigmas de la creación es la existencia aparente de una ley de la crueldad. El escritor católico Reinhold Schneider, que tendía a las depresiones, expuso todas las atrocidades de la naturaleza y del mundo animal con la mirada realmente microscópica del enfermo. Eso casi lo arrastró a desesperar de Dios y de la creación. La fe de la Iglesia ha dicho siempre que la alteración que supone el pecado original influye asimismo en la creación. La creación ya no refleja la pura voluntad de Dios, el conjunto está, en cierto modo, deformado. Aquí nos  encontramos ante enigmas. En cualquier caso, los peligros del ser humano están ya prediseñados en el mundo animal.
 
SOBRE HOMBRES Y MUJERES
Ahora viene en el Génesis el instante que quizá convierte el mundo en un mundo humano. Se desarrolla el principio de lar compañía y la Biblia expresa ese acto con una imagen muy bella: «Pero para Adán no se hallaba ayuda o compañero», se dice. Entonces Dios sumió a Adán en un sueño profundo, cogió una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. Dios el Señor creó de la costilla una mujer y se la llenó a Adán. Entonces el hombre dijo: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne». En el futuro, el hombre abandonaría a su padre y a su madre y se entregaría a su mujer y los dos se convertirían en una sola carne. Adán, es decir, literalmente `el ser humano, llamó a su mujer Eva. Eva significa `vida’, y así Eva se convirtió en la madre de todo lo viviente. A lo mejor los hombres no han sabido asimilar hasta hoy esta donación de huesos, pero esta imagen cifrada parece albergar un gran misterio.
He aquí otro de los grandes símbolos primigenios que nos ofrece la Biblia para que a través de ella podamos vislumbrar cuestiones difíciles de conceptualizar. En primer lugar, revela la igualdad existencial entre hombre y mujer. Ellos son una criatura y tienen una dignidad humana. Desde luego, constituye una excelente exposición sobre la dignidad igual. El otro punto es la referencia mutua, que se manifiesta en la herida existente en nosotros y que nos conduce al otro.
La imagen que hallamos aquí, en la Escritura, atraviesa con variaciones la historia de todas las religiones. También Platón recoge el mito de que la persona fue dividida y que de ahí surgieron el hombre y la mujer. Visto así, cada uno es sólo una mitad -de ahí que siempre busque su otra mitad-. La traducción «costilla» no es segura. Acaso encierre el simbolismo de que el ser humano se divide y ha sido creado para el otro. El hombre para la mujer, la mujer para el hombre. Están buscándose entre sí para recobrar la totalidad.
¿Y esta totalidad no puede alcanzarse de otra manera?
La persona ha sido creada para necesitar al otro, para superarse a sí misma. Necesita el complemento. No ha sido creada para estar sola, lo bueno para ella no es la soledad, sino la comunidad. Tiene que buscarse y encontrarse en el otro.
A este texto del Génesis le siguen las palabras proféticas de que por eso el hombre abandonará padre y madre y se hará una carne con la mujer. Serán una carne juntos, un ser humano unido. Ahí dentro está contenido todo el drama de la necesidad de los sexos, de la referencia mutua, del amor. Además, añade que ambos están ahí para darse el uno al otro, para revitalizarse a sí mismos y finalmente consagrarse a esa nueva vida. En este sentido contiene el misterio del matrimonio y, en el fondo, también el de la familia.
A veces cabría pensar que las mujeres, casi como segunda tentativa, como creación mejorada, han salido mejor que los hombres. Parecen ser no sólo los seres humanos más bellos, sino quizá también los más evolucionados.
No me gustaría abordar esta disputa. Que a las mujeres se les han concedido dones especiales, que en cierto sentido son más sufridas y fuertes, es indiscutible. Que precisamente ellas con esa forma especial de capacidad de amar que se les ha dado, puedan llevar en su seno a otro ser humano y darle carne y sangre, confiere a la mujer una distinción especial y una grandeza completamente propia. Por lo demás, los seres humanos, tanto hombres como mujeres, deberíamos confiar en Dios e intentar cumplir unidos todo lo que implica ser personas.
La cuestión es si hombre y mujer no serán quizá dos seres esencialmente diferentes.

Sí, pero queremos oponernos a ella. Se trata de un mismo ser humano. Y como el cuerpo no es sólo un añadido externo a la persona, la diferencia física naturalmente es una diferencia que penetra a toda la persona y determina, por así decirlo, dos formas de ser persona. Creo que hay que oponerse tanto a las falsas teorías igualitarias como a las falsas teorías diferenciales.

Es falso querer medir a hombres y mujeres por el mismo rasero y decir que esa diminuta diferencia biológica no significa absolutamente nada. Ésta es la tendencia hoy predominante. Personalmente me sigue estremeciendo aún que se pretenda convertir a las mujeres en soldados como los hombres; que ellas,que siempre han sido las guardianas de la paz y a quienes hemos visto oponerse al deseo masculino de pelear y guerrear, vayan ahora por ahí con ametralladoras, demostrando que pueden ser igual de belicosas. O que las mujeres también posean ahora el «derecho» de recoger las basuras y de bajara la mina -lo que en realidad no deberían hacer por su propia dignidad, por respeto a su grandeza, a su mayor cualidad diferencial-, un derecho que ahora se les impone en nombre de la igualdad. En mi opinión, ésta es una ideología hostil al cuerpo y maniquea.

Sin embargo, no es un invento de nuestro tiempo.
Platón dijo que había que llevar a hombres y mujeres a los mismos cuarteles, que tenían que hacer todos lo mismo porque la biología no contaba. Que lo único que importaba en el ser humano era el espíritu, y que cuando nacieran niños se les condujese a un hogar infantil estatal. En el fondo, esta teoría de la igualdad es espiritualismo, una especie de desprecio al cuerpo, que se niega a reconocer que precisamente el cuerpo es la persona misma. Por eso, en mi opinión, este tipo de igualitarismo, en lugar de elevar a la mujer, la priva de su grandeza. Al masculinizarla, la arrastra, rebajándola hasta el ámbito de lo banal.
Lógicamente también existe por otro lado una falsa ideología de la diferencia. Ésta posibilitó que se considerase a las mujeres como seres inferiores, dedicadas únicamente a cocinar y limpiar, mientras que los señores de la creación hablaban y guerreaban y se sentían una casta dedicada a lo más elevado. Por eso las mujeres fueron consideradas solamente carnales, sensuales, negadas para lo espiritual, para lo creativo y qué sé yo qué cosas más. Con esto, la ideología de la diferencia se eleva a la naturaleza de casta. Esta idea impide percibir el carácter único de la creación divina, que, a pesar de sus diferencias, es unitaria y complementaria.
No pocas veces las parejas terminan en una contienda específicamente de género.
Hombre y mujer se pertenecen mutuamente. Poseen dones que han de desplegar para de ese modo hacer aflorar y madurar al ser humano en toda su amplitud. Sabernos que esa diferencia dentro de la unidad entraña tensiones y puede desembocar en intentos de ruptura. Esto también sucede en cualquier amistad. Cuanto más cercano se está, más fácil es tirarse de los pelos.
El amor es una exigencia que no me deja intacto. En él no puedo limitarme aseguir siendo yo a secas, sino que he de perderme una y otra vez al ser desbastado, al ser herido. Y precisamente esta herida para sacar a relucir mis mejores posibilidades forma parte, en mi opinión, de la grandeza, del poder curativo del amor. En este sentido, no se debe imaginar un amor puramente romántico, que cae del cielo sobre ambos cuando se han encontrado y que a partir de entonces todo irá sobre ruedas.
El amor hay que entenderlo como pasión. Sólo cuando se está dispuesto a soportarlo como pasión, aceptándose siempre de nuevo el uno en el otro, madurará una pareja para toda la vida. Si, por el contrario, cuando las cosas se ponen críticas se dice que hay que evitarlo y se separan, uno prácticamente se priva de la verdadera oportunidad que ofrece la convivencia entre hombre y mujer y, por tanto, de la realidad del amor.
MAS ALLA DEL EDEN: EL PECADO ORIGINAL
pág. 80
Ya hemos hablado de una cierta alteración en la creación. La teoría del pecado original, que fue elaborada por san Agustín, subyace a esta suposición. Debido a su dureza, fue muy discutida y lo sigue siendo incluso en el seno de la Iglesia. La historia dice que, debido al pecado de Adán, que se apartó de Dios y comió del árbol del Bien y del Mal tentado por Eva, la muerte y el pecado irrumpieron en el mundo. El Génesis afirma incluso que, de repente, los seres humanos tuvieron miedo de Dios. ¿Puede considerarse tajantemente el pecado original la característica esencial de la persona?
Tajantemente no, pero sí se trata de una realidad cuyo presente podemos percibir, aunque sólo sea su origen a través de símbolos. Un amigo mío, ya fallecido, una persona muy crítica, me comentó en cierta ocasión: «Bueno, con tantos dogmas tengo dificultades. Pero hay algo que desde luego no necesito creer, porque lo vivo todos los días: el pecado original».
En nuestras reflexiones sobre el ser humano aparecerá siempre una línea de fractura, una cierta perturbación en la persona, que no es la que podría ser. Esta perturbación se nos manifiesta en el Génesis como la fecha de comienzo de la historia, por así decirlo. En el Antiguo Testamento todavía no se dedujo de ello la teoría del pecado original, pero a partir de ahí sí que fue tomando cuerpo con claridad creciente la idea de que las personas siempre tienden al mal. Y el Dios bíblico mismo dice antes y después del diluvio: «Ya veo, son carne, son débiles, tienden al mal».
La teoría del pecado original fue elaborada por san Agustín, es cierto, pero su contenido esencial ya figura en la Epístola a los Romanos de san Pablo. Pablo relee la historia del Génesis a la luz de Cristo. Y comprende que esa historia del comienzo cuenta toda la historia. Desde el principio había existido en el ser humano ese orgullo de poseer la clave del conocimiento, de no necesitar a Dios y también de tener la clave de la vida, de no tener que morir, y así sucesivamente. El alejamiento de Dios provoca el ocultamiento de Dios. La confianza del amor se convierte de pronto en miedo al Dios peligroso y demasiado poderoso.
¿Significa esto que el ser humano ha estado dominado desde el principio por la obsesión de saber y que ahí reside toda su desgracia?
Al menos para san Pablo, la narración del Génesis indica que esa perturbación existió de manera misteriosa desde el principio. Es un hallazgo de la historia humana, con el que tenemos que contar. Pero este hallazgo sólo pudo expresarse y pensarse plenamente en el momento en que apareció la fuerza contraria. Sólo después de que viniera Cristo y diera el paso opuesto, se pudo soportar lo otro, admitiendo que era así.
A la Epístola a los Romanos se añade además la Epístola a los Filipenses(capítulo segundo), donde hay un himno cristiano primitivo encontrado por san Pablo. Según él, Adán se moviliza para apoderarse de la llave del conocimiento y lograr de ese modo lo que Dios se había reservado. Pretende elevarse casi a la altura de Dios y no necesitarle.
Dios, a su vez, recorre el camino opuesto bajando en Cristo a la miseria del ser humano y a la muerte en la cruz. Con ello vuelve a abrirnos la puerta que nos permite retornar a Dios y nos hace reconocer el orgullo como el auténtico núcleo de todos los pecados. Al mismo tiempo, comparte el sufrimiento para conducirnos de nuevo a la comunidad familiar con Dios. Por eso creo que no se debe leer nunca el Génesis sin pensar al mismo tiempo en la historia de Cristo.
Pero el pecado original no ha sido eliminado del mundo desde la muerte de Cristo en la cruz.
No, eso lo comprobamos todos, sigue ahí. Pero lo que antes sólo era una barrera enigmática y un obstáculo insalvable, encuentra su respuesta en la fuerza del perdón divino. Ello hace que nuestras obras, nuestra vida, nuestro comportamiento no sean insignificantes, pero los sitúa en otro contexto,presentándonos con ello un modelo de vivir la fe que, al acompañar a Cristo por así decirlo, constituye también la forma de superar esas alteraciones.
Pero Dios no sólo excluyó a Adán y Eva del perdón santificante, sino a todo el género humano. ¿Por qué? ¿Qué culpa tenemos nosotros, las generaciones posteriores?
He aquí la gran pregunta: ¿cómo hay que entender realmente esas palabras sobre la herencia, sobre la presencia continuada de esa perturbación? Seguro que también aquí se atascan en algún momento nuestras respuestas. Pero permítame usted recoger esas palabras clave suyas del perdón santificante.
La pérdida de ese perdón supone una alteración en la relación. La relación original con Dios, llena de confianza, viva, que al mismo tiempo sana las relaciones interpersonales, se quiebra, la relación se altera, Dios se torna oscuro. Nosotros nos escondemos de Él, y por haber construido tan bien nuestros propios escondrijos, dejamos de verle.
  En esa alteración de la relación, en ese mundo de relación alterada, entramos al nacer. Y entonces vemos que la Biblia expone magníficamente cómo, tras el pecado original, en la conversación con Dios, Adán y Eva se lanzan recriminaciones mutuas, echándose la culpa el uno al otro. Es decir, que la perturbación de la relación con Dios los enfrenta en el acto. Porque quien está enojado con Dios lo está también con el otro.
  La pérdida del perdón santificante como núcleo del pecado original quiere decir, por tanto, que la relación se ha alterado, convirtiéndose en componente del entramado histórico humano. Precisamente porque no somos culpables individualmente, sino que entramos en esa alteración de la relación,necesitamos a alguien que la corrija de nuevo. Y como Dios no desea simplemente martirizar o torturar a los seres humanos o castigarlos positivamente, Él mismo se convierte en el restablecedor de la relación, superando de ese modo la perturbación. Nada más decir pecado original, una relación perturbada a la que somos arrojados, debemos añadir siempre que Dios comenzó enseguida a restablecer y sanar de nuevo la relación. Si abordamos el concepto de pecado original sin esta respuesta de Dios, caemos realmente en el absurdo.
Entonces se les abrieron los ojos a ambos, prosigue la Biblia, «y viendo que estaban desnudos, recogieron hojas de parra y se hicieron delantales con ellas». Creo que es impensable que un mito tan antiguo y elemental tenga algo que ver con una moral mojigata, ¿no?
No, seguro que no. Ahí se manifiesta que el ser humano, que ya no goza del resplandor de Dios y tampoco ve ya a los demás a la luz de dicho resplandor,también está desnudo ante el otro y ya no son capaces de aceptarse mutuamente. También aquí se resiente la normalidad de las relaciones. Nosotros nos ocultamos unos de otros detrás del vestido -o tenemos que acreditarnos socialmente a través de él-. El vestido es, pues, una representación simbólica de la mismidad, con la que deseamos volver a restablecer externamente la dignidad herida en nuestro interior.
La teología o filosofía del vestido inherente a todo ello alude también, sin duda,a una visión antropológica profunda sobre la que, en mi opinión, aún es preciso reflexionar en detalle. Pero seguro que no se trata simplemente de establecer una moral mojigata como consecuencia del pecado original.
SOBRE EL ALMA
Uno de los interrogantes fundamentales del ser humano es no sólo de dónde venimos, sino también cómo somos. San Agustín plasmó esta añoranza. En conjunto, su interés, mucho antes de Sigmund Freud, se centró sobre todo en
dos cuestiones, como él mismo reconoce: «Quiero conocer a Dios y el alma,nada más». La historia de la creación diferencia aquí dos grandes reinos. El reino de las cosas corpóreas y el reino de los espíritus. El ser humano ocupa el centro, participando por tanto de ambos reinos. Está compuesto de cuerpo y alma, de cuerpo y espíritu. Y su alma es un ente espiritual. Dicho en pocas palabras, ¿es ésta la dotación básica del ser humano?
En cierto modo. El ser humano es ese puente. Ese encuentro del mundo material y espiritual, hecho que le confiere un rango especial en todo el entramado de la creación.
A través de la persona, la materia se eleva al ámbito espiritual, y gracias a esta unión compatibiliza ambas cosas entre sí. La materia ha dejado de ser una cosa junto a la que el espíritu estaría inseparable e inmiscible. La unidad de la creación se manifiesta precisamente en la unión de ambas cosas en el ser humano. Esto le confiere una función muy destacada, concretamente la de ser uno de los soportes de la creación, encarnar en sí el espíritu y viceversa, contribuir a elevar la materia hacia Dios, contribuyendo de este modo a la gran sinfonía global de la creación.
El código genético del ser humano está prácticamente descifrado. Pero seguramente los científicos aún tendrán que plantearse otras cuestiones:¿dónde reside nuestra alma? ¿Lo sabe la fe?
Al igual que no se puede ubicar geográficamente a Dios en lugar alguno, ya sea más allá de Marte o en cualquier otro sitio, tampoco se puede radicar geográficamente el alma, ni en el corazón, ni en el cerebro, como hicieron las dos grandes corrientes antropológicas de la antigüedad. El alma es diferente. No se puede fijar en el cuerpo, sino que penetra en la persona entera. E lAntiguo Testamento desplegó una rica simbología espiritual. Habla del hígado,de los riñones, del claustro materno, del corazón, es decir, de los órganos más diversos. Todo el cuerpo está presente, valga la expresión, en las funciones espirituales. Los órganos expresan simbólicamente aspectos del ser humano y de su alma, pero también muestran que el cuerpo está animado y que el alma en conjunto se expresa de manera específica. En este sentido cabría afirmar que existen puntos de concentración, pero no una geografía del alma.
La conciencia, que a veces tanto nos atormenta, ¿forma también parte del alma? ¿ O la conciencia, como creen algunos, nos ha sido inculcada por la educación?
Como es natural, la conciencia en su funcionamiento es algo vivo. De ahí que pueda atrofiarse o madurar en el individuo. Es innegable que el funcionamiento concreto de la conciencia también viene determinado por las realidades sociales que me rodean. El entorno social ofrece las ayudas para que despierte y se conforme, pero también los peligros que la embotan o le señalan una dirección equivocada capaz de generar una falsa conciencia, por así decirlo, ya sea escrupulosa, ya sea laxa.
¿Existen personas sin conciencia?
Me atrevo a decir que es imposible que un ser humano mate a cualquier otro yno sepa que eso está mal; de algún modo lo sabe. Es imposible que una persona que vea a otra en extrema necesidad no sienta que debería hacer algo. En el hombre existe una llamada primigenia, una sensibilidad primigenia para lo bueno y para lo malo.
Incluso cuando se intentó inculcar a los miembros de las SS que había que matar por la raza germánica y que, en consecuencia, era bueno, y cuando Goering dijo que nuestra conciencia se llama Adolf Hitler y que sólo él era la norma, esa gente también sabía que no era algo bueno. A este respecto, esas situaciones elementales de vulneración de la humanidad ponen de manifiesto una vez más que la persona posee realmente un conocimiento elemental profundísimo e íntimo. En este contexto, la moral no es sólo algo que se le ha inculcado externamente, sino que, en cuanto diferenciación fundamental entre el bien y el mal, forma parte de su bagaje espiritual.
En un pasaje de la santa misa se dice: «Mas di sólo una palabra, y mi almaquedará sana». ¿Puede Dios curar nuestra alma?
En última instancia, solamente Él, sí. Pero para que sane, Él también ha colocado a nuestro alrededor fuerzas curativas. A este respecto, hay que recordar de nuevo que nuestra relación con Dios se desarrolla a través de personas. Dios quiso venir a nosotros a través de personas -y a través de ellas pronuncia en el sacramento de la penitencia la palabra que sólo Él puede pronunciar-. En última instancia, sólo Dios puede perdonar el pecado, porque en definitiva está dirigido contra Él.
Ciertamente las curaciones también necesitan siempre la colaboración y apoyo de los demás, su disculpa, su aceptación, su bondad. Sólo dentro de un proceso de unión semejante, iluminado por la fe divina, provoca Dios las curaciones que necesitamos.
Los críticos de la fe que hablan del balance global devastador del cristianismo para la civilización consideran que la idea del pecado original y otras semejantes ponen de manifiesto los «defectos congénitos de una religión universal envejecida». Consideran dichas ideas meras invenciones que además resultan despreciativas para el ser humano, pues nos inoculan el sentimiento de estar «corrompidos».
  Y la filosofía moderna de la vida afirma: «Tú lo consigues todo solamente con quererlo; no te preocupes, vive». La doctrina fundamental cristiana de la desgracia del pecado y la penitencia parece bastante debilitada. Casi nadie la echa de menos.
Es lo mismo que decía Nietzsche, que el cristianismo es una religión del resentimiento, de los desfavorecidos, de los que se vengan declarando la grandeza del ser insignificante y trastocan las jerarquías enalteciendo, no a los fuertes, sino a los que sufren. En ese sentido, es la filosofía de los siervos que se vengan lastrando al ser humano con el pecado.
La idea de que el cristianismo te convierte en siervo y que la Iglesia nos mantiene en su poder convenciéndonos del pecado y presentándose luego como instancia de perdón está muy extendida. Es cierto que cuando Dios desaparece del campo de visión del ser humano, lógicamente también el pecado pierde su sentido. Porque si Dios no me interesa, si Él no se interesa por mí, tampoco puede existir una relación perturbada con Él, porque no existe ninguna en absoluto. Con ello, el pecado parece en principio eliminado. Y en un primer momento cabría pensar que la vida volverá a ser muy divertida y fácil, adoptando, valga la expresión, dimensiones de opereta.
Sin embargo, muy pronto se pone de manifiesto que el instante de opereta de la existencia dura muy poco. Aunque el individuo ya no desee saber nada más del pecado y se haya librado aparentemente de esta plaga en su conciencia, se da cuenta de que la culpa existe. En última instancia no puede discutir que entre tú y yo hay cuentas desequilibradas y que haya que saldar las deudas. Ahora también entran en el campo de visión las culpas colectivas.
Examinemos el panorama actual. Aunque el pecado contra Dios ha sido ampliamente eliminado de la conciencia, podemos enumerar con mayor énfasis las culpas de la historia –el pueblo alemán digiere con esfuerzo su cuenta deudora y sufre por ello-, de manera que solucionar el problema no es tan fácil. Negar a Dios y el deseo de Dios puede eliminar el concepto de pecado, pero no la problemática del ser humano subyacente.
SOBRE LA LIBERTAD
Según la doctrina cristiana los dones son regalos de Dios para la vida. Paraque a uno le vaya bien. ¿Es la libertad un don o más bien una gracia de Dios?
Por gracia entendemos un donativo de Dios al ser humano. Dios se ocupa de él de una forma nueva, específica, proporcionándole algo que, por así decirlo, no está contenido en la creación. La libertad, por el contrario, pertenece a la constitución de la creación, a la existencia espiritual del ser humano. Porque no hemos sido organizados y predeterminados según un modelo concreto. La libertad existe para que cada uno pueda diseñar personalmente su vida y, con su propia afirmación interna, recorrer el camino que responda a su naturaleza. En este sentido yo no consideraría la libertad una gracia, sino más bien un donde la creación.
Sin embargo, el verdadero valor de esta libertad parece cuestionable. Porque si uno se obstina y se toma la libertad de hacer algo que disgusta a Dios, es castigado para toda la eternidad.
Bueno, ¿qué significa realmente castigo en el lenguaje divino? ¿Es algo que se le impone a alguien por hacer su propia voluntad? No, el castigo es la situación en la que entra el ser humano cuando se aleja de su auténtica esencia. Cuando, por poner un ejemplo, mata a alguien. O cuando no respeta la dignidad de otra persona, cuando le da la espalda a la verdad, y así sucesivamente. Porque entonces el individuo utiliza su libertad, sí, pero también abusa de ella. Destruye y pisotea entonces aquello para lo que ha sido creado, el concepto de su existencia, destruyéndose de ese modo a sí mismo.
  Libertad significa aceptar por propia voluntad las posibilidades de mi existencia. Pero esto ni por asomo supone que sólo exista entonces un sí o un no. Porque por encima del no también se abre una infinita gama de posibilidades creativas del bien. Así que, en el fondo, la idea de que rechazar lo malo implica arrebatarme la libertad, constituye una perversión de la libertad. En efecto, la libertad sólo encuentra su espacio creativo en el ámbito del bien. El amor es creativo, la verdad es creativa: sólo en este ámbito se me abren los ojos, y conozco muchas cosas.
  Si observamos la vida de grandes personajes, de los santos, vemos que en el curso de la historia crean nuevas posibilidades para el ser humano que una persona internamente ciega jamás habría percibido. Dicho con otras palabras: la libertad despliega todos sus efectos cuando hace aflorar lo no descubierto y lo descubrible en el gran ámbito del bien, ampliando de ese modo las posibilidades de la creación. Se pierde cuando sólo cree confirmar la propia voluntad diciendo no. Porque entonces se ha utilizado la libertad, pero al mismo tiempo se ha deformado.

GOTT UND DIE WELT / Joseph Ratzinger (03)

24 de May de 2018
EN EL PRINCIPIO EXISTÍA LA PALABRA
«En el principio Dios creó los cielos y la tierra», dice el Génesis. «La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Entonces dijo Dios: «Hágase la luz». Y la luz se hizo.» 
Ninguno de nosotros estuvo presente cuando surgió la tierra. Aunque según una antigua tradición judía, el Todopoderoso creó nuestro mundo casi exactamente según la Escritura: «Dios miró la Tora», se dice, «y creó el mundo según el plan de la obra.» Y san Juan comienza su evangelio con la frase: «En el principio existía la Palabra».
Sí, y realmente eso encaja, una cosa explica la otra. En el judaísmo primitivo,en la época en que vive Jesús, surgió la idea de que la creación del mundo material precedió a la Tora. Con la tierra se preparó, como quien dice, un lugar para la Tora. La idea puede parecernos un tanto ingenua, pero alberga un pensamiento de gran calado, concretamente el de que el mundo tiene un sentido espiritual.
El mundo fue creado para proporcionar un espacio a la alianza con la que Dios se vincula al ser humano. Está creado según el plan interno de la alianza, y la Tora es, como quien dice, el documento de la alianza y de la novia. Esa primera frase de la Tora -«En el principio Dios creó los cielos y la tierra»- fue retomada con plena deliberación por san Juan; es más, todo el Génesis se concentra en una única frase: «En el principio existía la Palabra».
¿Qué significa eso exactamente? 
La frase de san Juan constituye una importante clave interpretativa del Génesis. Nos explica que los distintos elementos de ese informe de la creación son simbólicos.
 Dios separó el día de la noche, creó el cielo y la tierra, los pájaros y los animales acuáticos…
Esos elementos simbólicos explican la circunstancia fundamental de que el mundo es creación y procede del Logos, que significa tanto `sentido’ como`palabra’. El Logos, es decir, la «fuerza que sustenta el sentido», era en el mundo griego y hebreo de entonces una de las grandes palabras primigenias, siendo importante que Logos no es sólo `idea’ sino también `discurso’. Dicho de otra manera: este Dios no es sólo idea, sino también discurso, acción. «En el
principio existía la Palabra», es decir, al mundo le precede el sentido espiritual,o lo que es lo mismo, la idea del mundo. El mundo es, permítame la expresión, la materialización de la idea y del pensamiento primigenio que Dios llevaba dentro de sí y que se convierte en un espacio histórico entre Dios y su criatura.
 Con el paso del tiempo, la ciencia nos suministra conocimientos que sitúan lamanifestación de la Biblia a una luz radicalmente nueva. Hace miles demillones de años -así me explicó un catedrático el descubrimiento en lainvestigación genética- se escribió una especie de libro, o mejor dicho, un rollohelicoidal. Contiene todas las informaciones para hacer surgir vida, da igual enqué forma, ya sea animal, persona, célula o virus. Los científicos han asignadoletras a esas combinaciones químicas, concretamente A, C, G y T. Esto es, dehecho, sorprendente, porque todas las palabras de ese rollo helicoidal escritose componen únicamente de esas cuatro letras. La cifra global de geneshumanos, el genoma, constituye realmente un libro; un libro de incontables frases. Ese libro con la historia de la vida se escribió, según el catedrático,«hace miles de millones de años de una sola vez, y la escritura es homogénea».
Ésta es, sin duda, una de las nuevas imágenes perceptivas que nos facilita la ciencia. Con ellas podemos reconocer, por así decirlo, la estructura alfabéticade la creación. Los antiguos habían hablado de la estructura matemática delmundo, ahora esa versión se confirma. Así pues, la palabra es realmente lo generador, con lo cual la creación es, en cierta medida, la concreción y el despliegue de un documento.
LA CULMINACIÓN DE LA CREACIÓN
Para imaginar mejor las dimensiones cronológicas de la creación, alguien comparó una vez la edad de la tierra con la duración de un año. Si se adopta ese modelo, el r de enero es el día en el que surgió la tierra. El r de abril -es decir, hace ahora unos tres mil cuatrocientos millones de años apareció por vez primera vida en forma de organismos unicelulares en este planeta. El primer pez no surgió hasta el 27 de noviembre, y los dinosaurios el 12 de diciembre.Por lo demás, Dios tuvo que haberlos amado mucho. Dominaron la tierra durante ciento cincuenta millones de años, y además sin devastarla.Finalmente, los mamíferos aparecen el 27 de diciembre, y el hombre el 31 de diciembre, es decir, hace entre quince y veinte millones de años. La historia del auténtico Homo sapiens comienza a su vez apenas ciento cincuenta mil años atrás. Es decir, que la culminación de la creación vio la luz del mundo relativamente tarde.
En primer lugar, todas estas cifras son, lógicamente, estimativas. Obedecen a buenas razones, pero no debemos absolutizarlas. A pesar de todo, esa cronología me parece muy importante, porque coincide con lo que dicen la Biblia y los Padres, concretamente que al final del tiempo aparece también su objetivo. 
De Cristo específicamente, que es la figura cabal de la persona, se dice que llegó al fin del tiempo. La Sagrada Escritura ofrece la imagen de que nos precede toda una historia sobre cuyo sentido no podemos meditar en detalle. Porque no es una mera preparación de lo posterior. Porque muchas cosas volvieron a desaparecer o se revelaron transitorias. Sin embargo, es obvio que se trata de un camino inmensurablemente largo y que la aventura del ser humano aparece como una especie de final.
Un inciso: ¿cuánto tiempo nos queda?
No podemos emitir un juicio sobre el particular. Sólo sabemos que este finalsiempre figura en el plan, pero que comenzará tarde y que, en cierta medida, lo abarcará todo.
Pero si Dios es un Dios amoroso y ama a todas las personas por igual, ¿porqué nos ha concedido una dotación tan diferente? Unos son bellos y solicitados, otros más bien solitarios. Unos son inteligentes y con facilidad de comprensión, otros tienen que luchar con esfuerzo para conseguir un pequeño éxito. Por no hablar de esas personas que vienen al mundo con graves taras.¿No puede ser que las distintas almas sean responsables de ello?
Desde luego que no, eso presupondría que uno ya ha preparado de antemano su vida futura. Por otro lado, con esa teoría de la transmigración de las almas se vaciaría al ser humano de su unicidad y responsabilidad. No, no lo sabemos.Sólo podemos decir una cosa: Dios ha creado un mundo muy diverso, ya en el ámbito pre humano, y también en la persona reina obviamente la diversidad.Esto no tiene por qué ser negativo. Aquel que no posee talento matemático puede tener un gran talento artístico; alguien que no rinde nada en el ámbito intelectual puede ser una fuerza valiosa en el ámbito artesanal.
Yo creo que acaso nos hayamos creado también un estándar demasiado unilateral de lo que el ser humano debe saber. Suele medirse según el denominado coeficiente intelectual, que sólo es capaz de captar un determinado tipo de inteligencia. Nosotros concebimos a la persona bajo el prisma del saber o del éxito, con lo que perdemos la visión de la riqueza de las distintas dotes, que tienen todas ellas su sentido, su valor y su importancia.
  Lógicamente existen casos límite, los perjudicados, los discapacitados, los que crecen en medio de la miseria, que nunca logran encontrar su lugar de realización. Aquí topamos de nuevo con el problema de por qué existe tanto sufrimiento en el mundo. Pero, sin que ahora pretendamos buscar una respuesta a ello, deberíamos consignar que el discapacitado tampoco es una criatura que no tendría que existir. Porque precisamente en su discapacidad reside su propio valor. Y el Cristo que se deja poner la corona de espinas y que dice de sí mismo: «Soy un gusano y no una persona», también se ha situado dentro del tropel de discapacitados que traen un mensaje a la humanidad.Ellos, en su calidad de dolientes, de solicitantes de nuestro amor y de redispensadores de amor, pueden desempeñar también una misión específica:basta con que abramos los ojos.
Existen razones suficientes para considerar al ser humano la culminación de la creación. Hemos inventado diecinueve mil idiomas. Cantamos óperas y tocamos instrumentos construidos por nosotros mismos. Recorremos distancias colosales. Por otra parte esta culminación de la creación se manifiesta con mucha frecuencia como una criatura sanguinaria que transforma su hogar una y otra vez en un enorme matadero. Y en cuanto finaliza un sufrimiento se provoca el siguiente. Apenas se ha sobrevivido a una guerra cuando ya se prepara la próxima. Y aquellos que ayer mismo fueron las víctimas, se convierten mañana en verdugos.
Alude usted a toda la tensión y a todo el drama del ser humano. La grandeza de la persona es indiscutible. Esa diminuta criatura que biológicamente se cuenta entre los seres más miserables y que posee actividades sensoriales moderadas (una vez más la grandeza en la pequeñez), ha desarrollado aptitudes que le abren el universo. El ser humano puede mirar con sus ojos el universo y contemplar a su vez desde el universo los detalles de su vida. De este modo se ha internado, como quien dice, en las fuentes del ser, de manera que puede intentar desmontarlo o aprovecharlo y desarrollarlo con inteligencia.
Creo que la grandeza del ser humano es hoy más visible que nunca -y naturalmente también su posible caída-. Porque cuanto más grande es la criatura, más amenazada está. Y a medida que aumentan sus capacidades,sus fuerzas y su poder, mayores son las posibles amenazas inherentes a esa situación. Un mosquito puede hacer lo que está dentro de él, ni más ni menos.Pero la persona, con la humanidad, tiene en sus manos todas las capacidades que alberga el ser humano. Eso lo capacita, en definitiva, para desplegar modos de destrucción que ningún otro ser viviente lleva en su seno.
Ésta es la paradoja interna del ser humano. Está llama(lo a lo más grande, pero su libertad puede convertir en una verdadera amenaza la otra tentación: querer ser grande y oponerse a Dios, convirtiéndose en un antidiós. Esta amenaza puede provocar su caída y transformarlo en un demonio destructivo.
A veces desearíamos decirle a Dios: «Ojalá hubieras hecho menos grande al ser humano, pues sería menos peligroso. Ojalá no le hubieras dado la libertad,así no podría caer tan bajo». Y sin embargo, al final no nos atrevemos a decirlo, porque tenemos que estar agradecidos de que Dios haya creado la grandeza. Y si Él asume el riesgo de la libertad de la persona y, en consecuencia, sus caídas, podemos estremecernos ante todo lo que puede suceder, y hemos de intentar movilizar todas las fuerzas positivas, pero también tenemos que transmitir la confianza fundamental que Dios deposita en las personas. Solamente aferrándonos a esa confianza fundamental lograremos oponernos y soportar las amenazas que se ciernen sobre el ser humano.
Cuando Dios creó la tierra, la creó como parte de un sistema solar que a su vez pertenece a la Vía Láctea, una galaxia de cien millones de estrellas situada en un mar de galaxias similares que vagan por el universo. El sistema más próximo a nosotros flota en el espacio a dos millones de años luz. ¿Es, pues,tan inconcebible que fuera de nuestro mundo diminuto, en algún otro lugar de ese universo inabarcable, existan criaturas de Dios y quizás hasta seres parecidos al hombre?
La idea de que no podemos estar solos en ese inconmensurable mar de astros es, en cierto modo, evidente. Tampoco podemos descartar tajantemente esa idea, pues no conocemos el pensamiento ni la creación divina en toda su amplitud. Aunque es un hecho que hasta ahora han fracasado todos los intentos de averiguarlo. Entretanto, una opinión muy fundada científicamente tiende a considerar que la vida extraterrestre es muy improbable. Jacques Monod, por ejemplo, que no fue realmente un cristiano, opinaba que, según los conocimientos científicos, la posible existencia de seres extraterrestres es tan mínima que raya en lo imposible.Lo único que podemos decir es que lo ignoramos. Pero hasta ahora no disponemos de argumentos de peso para afirmar que dichos seres existan en otro lugar.Por el contrario, sabemos que Dios se tomó tan en serio al ser humano en esta mota de polvo que es la tierra, que Él mismo vivió aquí, vinculándose a este mundo por toda la eternidad.A esto responde finalmente también el modelo de actuación divina que conocemos. Dios siempre destaca precisamente lo banal en apariencia y se muestra en lo que aparentemente sólo es una mota de polvo, o, como en Nazaret, un lugar casi inexistente. Con ello Dios equilibra correctamente una y otra vez nuestras pautas. Muestra que la inmensidad de lo cuantitativo es una magnitud muy distinta a la inmensidad del corazón, como dijo Pascal. Lo cuantitativo tiene su indiscutible grandeza, pero también es importante relativizarlo, por ejemplo la infinita vastedad del universo. Un solo corazón comprensivo y amante tiene una grandeza inconmensurable y diferente. Obedece a un orden completamente distinto de todo lo cuantitativo, con su formidable poder, pero no es menos grande.
Si tuviéramos parientes en el universo, ¿figuraría en la revelación?
No necesariamente, porque Dios no quiso contarnos todo. No nos dio la revelación para proporcionarnos un conocimiento pleno de las ideas de Dios y del universo.Uno de los libros de la Sabiduría, muy citado por los Padres, dice al respecto:«Dios ha entregado el mundo a nuestra disputa». El conocimiento científico es,por así decirlo, la aventura que él nos ha confiado a nosotros. En la revelación,por el contrario, sólo dice de sí mismo lo que es esencial para vivir y para morir.
La doctrina cristiana ha dividido el mundo en dos ámbitos, en un mundo visible y otro invisible, y habla de «arriba» y «abajo». ¿A qué se refiere?
Como es natural, arriba y abajo es una ayuda gráfica para entender, que se infiere de nuestro propio concepto de la vida. Ciertamente este simbolismo puede convertirse también en un concepto ingenuo, en un fisicismo que yerra en lo esencial. Pero sigue siendo valioso como un arquetipo que habla por sí mismo. Nos enseña a distinguir que existen abismos y alturas, gradaciones del ser, lo más grande y lo más pequeño, que existe la auténtica altura, el Dios vivo.
 También experimentamos de manera muy concreta la diferencia entre visible e invisible. En efecto, existen fuerzas que no podemos ver y, sin embargo, son completamente reales. Tomemos sobre todo las cuestiones auténticas, las cuestiones del espíritu y del corazón. Yo puedo vislumbrar en los ojos de una persona, en su expresión y en otras cosas parte de su interior, pero sólo como un reflejo de algo más hondo. Visto así, también las cosas materiales traslucen un poco lo invisible de forma que nos aseguramos de su existencia y somos movilizados hacia ello. En cualquier caso, las fuerzas que no podemos ver,pero sí percibir sus efectos, nos revelan que el mundo es más hondo de lo que son capaces de captar el ojo y los órganos sensoriales.
En relación con «arriba» y «abajo», con «visible» e «invisible», en el Antiguo Testamento aparecen misteriosos personajes. Se presentan como mensajeros de Dios o como el «ángel del Señor». La Biblia incluso menciona los nombres de tres de esos ángeles, los arcángeles: Miguel (el nombre traducido significa:“¿Quién es como Dios?”), Rafael (“Dios sana”) y Gabriel (“Dios los ha hecho fuertes”). Antes, en el colegio aprendíamos que los ángeles eran espíritus puros, dotados de inteligencia y voluntad. ¿Sigue siendo cierto?
Sí, tan cierto como siempre. Lo dice la Escritura, y de alguna manera el ser humano tiene un conocimiento primigenio de que no somos las únicas criaturas espirituales. Dios también llenó el mundo de otros seres espirituales cercanos a nosotros, porque todo su mundo es finalmente único. Ellos también traslucen su plenitud, su grandeza y su bondad. En este sentido, los ángeles forman parte realmente de la cosmovisión cristiana, de la amplitud de la creación divina, que también se manifiesta en otras criaturas espirituales no materiales.De este modo, constituyen el inmediato entorno viviente de Dios en el que debemos ser introducidos.
Según la doctrina de la Iglesia en el reino de los ángeles no solo hay arcángeles y querubines y serafines y ángeles corrientes, sino también ángeles de la guarda. Cuesta creer que cada persona tenga realmente su propio ángel de la guarda con el que incluso puede colaborar.
Esta creencia se ha gestado en el seno de la Iglesia y está muy bien fundamentada. Nadie está obligado a creer en ella. No tiene el grado de certeza que, por ejemplo, el mensaje de Cristo o de María. Pero una de las convicciones íntimas que han surgido en la experiencia cristiana es que, de alguna manera, Dios coloca a mi lado un acompañante que me ha sido asignado de manera especial y al que yo estoy asignado. Sin duda no será tan evidente para cualquier persona familiarizarse íntimamente con ello.
¿Conoce usted a su ángel de la guarda?
No. Yo me siento tan remitido a Dios, que aunque estoy agradecido por creer en el ángel de la guarda, me comunico directamente con Dios mismo. Estovaría según los temperamentos. Para otras personas supone una certeza muy consoladora. Lo importante es no detenerse ahí, sino dejarse conducir de verdad hacia Dios, y que la auténtica meta de la comunicación siga siendo siempre Dios mismo.
EL DENOMINADO MAL
El mito dice que originariamente los espíritus del cielo gozaban del esplendor de la gracia y de la gloria. Podían contemplar y adorar a Dios y eran completamente felices. Pero uno de esos ángeles, Lucifer, sucumbió a la tentación del orgullo y se rebeló contra el Señor. Él y sus compañeros tuvieron que pagar por ello cayendo al infierno.
  Se discute hasta hoy sobre el fenómeno del mal, que el mito bíblico intenta explicar. Entretanto, los científicos investigan un perceptible «aumento de la crueldad y una incomprensible malignidad empíricamente mensurables» entre los seres humanos. «Por tanto descubro la ley», escribió san Pablo, «de que el mal existe en mí, a pesar de que quiero hacer el bien.» Cuentan que Lutero vio incluso en persona al maligno, a Satán, y le arrojó un tintero a la cabeza. La pregunta fundamental sigue siendo: ¿por qué creó Dios a Satán? ¿Por qué el rey del cielo tuvo que fabricarse un enemigo?
La historia de la caída de los ángeles no está contada directamente en la Biblia,sino que se ha desarrollado a partir de diferentes textos con el correr del tiempo. Pero en la Biblia sí aparecen espíritus malignos. No al principio, pero poco a poco se fortalece la certeza de que no sólo existen los ángeles buenos,sino también seres espirituales malignos, que actúan sobre el mundo y sobre las personas, amenazándolas e intentando arrastrarlas abajo con ellos.Pero en modo alguno se puede afirmar que Dios haya creado a Satanás. La historia de la caída de Lucifer, que ha crecido paulatinamente en la conciencia cristiana, pretende indicar que esas potencias espirituales malignas -que aparecen de manera completamente visible en el entorno de Jesús en las expulsiones de los demonios- no fueron creadas como tales por Dios. Dios sólo creó el bien. El mal no es una entidad autónoma, sino que sólo es imaginable como negación de un ser en realidad bueno. Ése es el único punto al que puede aferrarse, porque la mera negación no puede existir.
¿Qué aspecto tiene la tentación?
Insistamos: Dios no ha creado un dios del mal, no ha colocado a su lado un antidiós. Lo que ha creado es la libertad y la circunstancia de que nuestra capacidad de comprensión a menudo no resiste esa libertad.La percepción de potencias espirituales malignas se explica en la Biblia aduciendo que se trata de criaturas con poderes que nos colocan ante el espejo. En ellas podemos reconocer hasta cierto punto un modelo de lo que supone la amenaza de la libertad. Esta amenaza tiende a su vez a lo siguiente:cuanto más grande es un ser, más autarquía desea poseer. Desea ser cada vez menos dependiente, cada vez más una especie de dios que no necesita a nadie. Aquí surge esa voluntad de autosuficiencia que denominamos orgullo.En el ser espiritual la tentación siempre existe. Consiste en una especie de perversión en la que el amor se considera una dependencia, y no un don queme vivifica; que no considera ya esa relación como generadora de vida, sino como una limitación de la propia independencia.
¿Se puede reconocer de alguna manera el mal?
Yo diría que el demonio es indemostrable. Pero la vivencia de que, al margen de la maldad humana, hay alteraciones y perturbaciones en la creación, una especie de poder de la envidia que nos arrastra y quiere hacernos caer, existe y así nos lo explican la Biblia y la fe cristiana. Pero nunca debe aparecer la idea del demonio como antidiós, capaz de oponerse a Dios y desafiarle a combatir.Al final, la negación no ejerce poder alguno. El mal constituye una amenaza y una tentación constantes, pero, como adversario, no está a la altura de Dios.Hemos de saber siempre que sólo Dios es Dios, y, por tanto, aquel que se base en Él no debe asustarse de las potencias satánicas.
¿Qué pasa con Hitler? ¿Fue, como piensan algunos, el «diablo en persona»? Sartre afirmó: «El diablo es Hitler, es la Alemania nazi». Y la filósofa judía Hannah Arendt, refiriéndose a las crueldades del fascismo, acuñó la famosa frase de la «banalidad del mal».
Que una persona surgida de lo más bajo -había vivido como un haragán y no recibió formación alguna- pueda convulsionar un siglo, tomar decisiones políticas con demoníaca clarividencia y someter a personas, incluso a personas cultas, es inquietante. 
Hitler fue un personaje demoníaco. Basta con leer el relato de los generales alemanes, que siempre se proponían decirle de una vez su opinión a la cara, y que después quedaban tan subyugados por él, que ya no se atrevían a hacerlo. Pero analizándolo de cerca, esa misma persona que se caracterizaba por ejercer una fascinación demoníaca, era, en el fondo, un don nadie completamente banal. Y el hecho de que el poder del mal se asentara precisamente en la banalidad, revela también algo de la fisonomía del mal:cuanto mayor se hace, más mezquino se vuelve, menos grandeza encierra. 
Hitler también previó situaciones de manera casi demoníaca. Yo, por ejemplo,he leído un informe de cómo se preparó la visita del Duce a Berlín. Las personas encargadas del asunto plantearon sus sugerencias, y tras largo rato, Hitler replicó: «No, todo eso no sirve para nada. Yo veo cómo ha de hacerse».Y, en una especie de éxtasis, lo expuso, y así se hizo. Es decir, que en cierto modo ahí se percibe una prepotencia demoníaca que engrandece lo banal -y banaliza lo grande-, peligrosa y destructiva sobre todas las cosas.
Desde luego, no se puede afirmar que Hitler fuera el demonio; era un hombre.Pero conocemos informes fiables de testigos oculares que demuestran que mantenía una especie de encuentros demoníacos que le hacían decir temblando: «Él ha estado de nuevo aquí» y cosas por el estilo. Nosotros no podemos investigarlo a fondo. Pero en cierto modo estaba inmerso en el ámbito de lo demoníaco, y creo que así lo demuestra la manera en que ejerció el poder, el terror y el daño que provocó.
¿ Está descartada entonces la existencia de un abismo en Dios mismo? ¿Un lado oscuro, según el lema humano ,, Dos almas yacen, ay, en mi pecho»?
Esta pregunta se ha planteado una y otra vez a lo largo de la historia de las religiones, incluso en las llamadas corrientes gnósticas de la historia del cristianismo. Carl Gustav Jung la renovó a su manera, y se preguntó si lo absoluto no tendría que ser también ambivalente. Más aún, se plantea si este Dios no será quizá también un demonio. ¿No tiene el mal su origen en Él mismo? Porque si el mal existe, ¿no procederá de Él?
Esta pregunta, en la que el mundo se torna realmente inquietante porque Dios se vuelve inquietante, fue respondida por Cristo. Concretamente al morir por nosotros mostrándonos así el abismo del amor divino. «No hay sombra alguna en Él» (es decir, en Dios), dice al respecto la Epístola de Santiago, lo oscuro procede de otro sitio; podemos, pues, confiar plenamente en Dios; lo demoníaco, el mal, no tiene anclaje alguno en Él y por eso, al final, cuando Dios sea todo en todo, se liberará realmente de la opresión del mal.
Como es lógico, esto plantea inmediatamente la pregunta de cuál es el origen del mal si no lo tiene en Dios. ¿Cómo puede existir entonces? Y si el mal vino sin Él, ¿es entonces el creador de todo? Nos topamos de nuevo con un problema abismal. La respuesta cristiana y bíblica dice que procede de la libertad. 
En este sentido, el mal no es una criatura nueva, algo espontáneo y real que exista en sí mismo, sino que es, por naturaleza, negación, una corrosión de la criatura. No es un ser -porque el ser sólo puede proceder de la Fuente del Ser-,sino una negación. Que la negación pueda ser tan poderosa tiene que conmocionarnos. Pero creo que es consolador saber que el mal no es una criatura, sino algo parecido a una planta parásita. Vive de lo que arrebata a otros y al final se mata a sí mismo igual que lo hace la planta parásita cuando se apodera de su hospedante y lo mata.
El mal no es algo propio, existente, sino pura negación. Y si me entrego al mal,abandono el ámbito del despliegue positivo de la existencia en favor del estado parasitario, del autocarcomerse y de la negación de la existencia.
CIELO E INFIERNO

Uno de los componentes más importantes de la fe, que sin embargo se nos ha vuelto cada vez más ajeno y sospechoso, es la idea del cielo y del infierno, e incluso del purgatorio.

Eso significa que no todo acaba con la muerte. Es la certera fundamental de la que parte la fe cristiana. Por lo demás, en distintas modalidades es común a toda la humanidad. La persona sabe, en cierto modo, que hay algo más, otra cosa. Eso significa que tenemos una responsabilidad para con Dios, que existe un juicio, y que la vida humana puede fructificar o fracasar.

En lo tocante al fructificar, en lo que todos confiamos pese a nuestros fracasos,el purgatorio representa un importante papel. Habrá pocas personas cuya vida sea enteramente limpia y plena. Y ojalá que también existan pocas cuya vida se haya convertido en una negación insalvable y total. Casi siempre y a pesar de los numerosos fracasos, la nostalgia del bien sigue siendo determinante. Dios puede recoger los fragmentos y hacer algo con ellos. Aunque necesitamos una cierta limpieza final, un purgatorio, en el que la mirada de Cristo, por asídecirlo, nos limpie de verdad, y sólo esta mirada purificadora nos hace aptos para Dios y capaces de estar entonces con Él en su morada.

Suena provocadoramente pasado de moda.

Creo que es muy humano. Yo diría incluso que si no existiera el purgatorio habría que inventarlo, porque ¿quién se atrevería a pensar que podría comparecer directamente ante Dios? Y sin embargo tampoco queremos ser«piezas malogradas de alfarero» que hay que tirar, por decirlo con una imagen de la Escritura, sino que deseamos ser salvables. El purgatorio significa, en el fondo, que Dios une los fragmentos, purificándonos de ese modo para que finalmente logremos estar con Él y culminar nuestra existencia.
¿Y qué hacen en el más allá los budistas o los protestantes? En una antigua comedia costumbrista bávara se dice incluso que hay un cielo particular para los prusianos, pues de lo contrario el cielo no sería un paraíso para los bávaros.
Yo diría que, desde una perspectiva muy humana, el purgatorio también consiste en superar esos particularismos. Allí se elimina lo intolerable y lo que la persona no puede soportar, de forma que aparece el núcleo puro de cada uno y nos damos cuenta de que todos formamos parte de una gran sinfonía común. 
En lo tocante a los budistas, como todo lo existente es en el fondo sufrimiento,ellos quieren salir de esa rueda dolorosa de lo perecedero y pasar a la pura nada, que sin embargo tampoco es, en cierto sentido, la pura nada. En este ámbito -aunque con una idea completamente distinta también existe algo parecido a una esperanza en la existencia buena definitiva.
Con los amigos protestantes compartimos la creencia de que el cielo y el infierno existen. El hecho de que ellos no acepten el purgatorio se basa, entre otras razones, en la teoría de la justificación. Quizá no deberíamos discutir tanto sobre el asunto. En el fondo, todos nos alegramos de saber que Dios mismo enderezará todo lo que no hemos logrado enderezar nosotros.
Evidentemente éste es el motivo de orar por los muertos.
Es un impulso primario del ser humano desear hacer algo más por los muertos y tributarles actos de amor posteriores, sobre todo cuando nos percatamos deque les hemos dejado a deber algo. Creemos que, por encima de este umbral,debería existir, además, la posibilidad de enviarles un paquete, de hacer un gesto, si se me permite la expresión. Pero si sólo existieran el cielo y el infierno,esto no tendría sentido.
  Dentro de este contexto, orar por los muertos implica un profundo reconocimiento de que aún podemos hacer algo bueno por ellos. Y creo que precisamente este aspecto tan humano revela lo que significa el purgatorio:que los muertos están todavía en un estado en el que podemos ayudarles con nuestras oraciones.
San Agustín distinguió una vez entre «creación primera» (creatio prima) y«creación continua» (creatio continua). La Iglesia habla del gran «plan salvador de Dios». ¿Se alude con ello a que Dios, para seguir con la misma simbología, está siempre sentado junto a su libro y sigue escribiendo la historia de la vida,capítulo a capítulo?
En cualquier caso, también Cristo dice en el Evangelio según san Juan: «Mi Padre ha actuado, y sigue actuando todavía». Él emplea incluso la palabra«trabajar», porque se dirige a Él como trabajador y afirma: «Dios ha trabajado y sigue trabajando todavía». Esto es idéntico al concepto de «Dios viviente».Dios no se ha retirado. Por una parte en Él está el presente como conjunto en un instante -y sin embargo nunca es el detenerse falto de amor de un engranaje, sino un presente siempre vivo-. En este sentido, es cierto que Dios siempre está presente en la historia. Ésta incluye la unicidad de su idea, de su palabra, en suma, la plena presencia de Dios en cada etapa de su desarrollo.
Ciertamente cabría pensar que es el ser humano mismo el que sigue escribiendo la creación. Porque aquello para lo que la naturaleza ha necesitado hasta ahora millones de años, lo construyen hoy investigadores genéticos y biodiseñadores de nuevos alimentos y nuevos seres vivos en un abrir y cerrar de ojos.
Este montaje de los genes constituye lógicamente un gran problema. Por un lado supone una oportunidad. Con ello hemos avanzado tanto en la estructura primordial de lo vivo que podemos conocer su código y, por tanto, construir o incluso transformar los genes. Mientras sirva para curar y se respete la creación, está bien. Pero que el hombre se crea ahora un demiurgo, un creador de mundos, puede convertirlo en destructor.
Es importante recalcarlo aquí con absoluta claridad: el respeto por todo lo que debe seguir siendo intocable ha de convertirse en la ley fundamental de cualquier actuación humana. Tenemos que saber que el ser humano no puede ni debe estar sometido a nuestros planes de montaje. Tenemos que saber que el mero inicio de ese montaje puede convertirse en una pretensión de dominar el mundo que, al mismo tiempo, alberga en su seno la destrucción.
  Porque el ser humano no puede crear nada, sino a lo sumo unir. Esta aptitud puede convertirlo en colaborador y guardián del jardín de Dios siempre que sirva con humildad y respeto a las ideas que subyacen a la creación. Pero si se erige él mismo en hacedor, la creación está amenazada.
EL ÁRBOL DE LA VIDA
Si coger el fruto del árbol del bien y del mal fue una contravención que provocó un cambio radical, el Creador previene muy encarecidamente en el Génesis de otro tabú, aún mayor, acaso el tabú por antonomasia, en concreto coger el fruto del árbol de la vida.
En el Génesis se dice que Dios colocó al este del Edén guardianes celestiales –los querubines, con sus espadas de fuego- para vigilar el acceso a ese árbol hasta el día del juicio final. «El ser humano se ha convertido ahora en uno de nosotros», dice Dios en el texto de la Sagrada Escritura, «ya que conoce el bien y el mal. Ahora, pues, cuidado, no sea que alargue su mano y tome también del árbol de la vida, y, comiendo de él, viva para siempre.» ¿Se traza con esto una última frontera? ¿Se inicia después con absoluta seguridad nuestra propia destrucción?
Estas grandes imágenes del Génesis seguirán siendo en última instancia insondables y nunca del todo mensurables para nosotros. Ocultan dimensiones aún más lejanas que trascienden nuestro conocimiento.
Primero querría mostrar la visión clásica de esta imagen, tal como la desarrollaron los Padres de la fe. Los maestros de la Iglesia enseñan que el ser humano sólo es excluido del árbol de la vida después de que, al comer del árbol del bien y del mal, maniobra para situarse en una posición inadecuada para él. Se arranca algo de sí que, si se lo apropia arbitrariamente, sólo puede convertirse en perdición. Como respuesta a esta nueva situación, Dios dice que el ser humano ya no puede tocar el árbol de la vida, porque en esa situación la inmortalidad supondría, de hecho, la condenación.
En este sentido, la exclusión del árbol de la vida, vinculada al destino de la muerte, es una gracia. Tener que vivir eternamente de la forma en que vivimos ahora en modo alguno sería un estado deseable. En una vida caracterizada por tanta confusión, la muerte sigue siendo una contradicción y un suceso siempre trágico, pero también una gracia, porque de otro modo, con esta clase de vida,la eternidad y al mundo se tornarían completamente inhabitables.
¿No debe tomarse hoy más en serio que nunca el mensaje de esa imagen?
Lógicamente se puede profundizar mucho más en esa simbología. Ahora presenciamos cómo los seres humanos empiezan a disponer del código genético, a servirse realmente del árbol de la vida y a convertirse a sí mismos en dueños de la vida y de la muerte, a montar la vida de nuevo; desde luego es necesario prevenir de verdad al ser humano sobre lo que está ocurriendo: está traspasando la última frontera.
Con esta manipulación, un ser humano convierte a otro en su criatura.Entonces el ser humano ya no surge del misterio del amor, mediante el proceso en definitiva misterioso de la generación y del nacimiento, sino como un producto industrial hecho por otros seres humanos. Con ello queda degradado y privado del verdadero esplendor de su creación.
Ignoramos lo que sucederá en el futuro en este ámbito, pero de una cosa estamos convencidos: Dios se opondrá al último desafuero, a la última autodestrucción impía de la persona. Se opondrá a la cría de esclavos, que denigra al ser humano. Existen fronteras últimas que no debemos traspasar sin convertirnos personalmente en destructores de la creación, superando de ese modo con creces el pecado original y sus consecuencias negativas.
La manipulación de la vida humana se ha convertido en una cuestión candente.
Es irrefutable: la vida del ser humano tiene que seguir siendo intocable. Aquí es preciso poner límites, una vez más, a nuestra actuación, a nuestros conocimientos, a nuestro poder y a nuestra experimentación. La persona no es una cosa, sino que refleja la presencia del mismo Dios en el mundo.
Sin embargo, a veces parece como si ya no tuviéramos esa frontera ante nosotros, como si ya la hubiésemos traspasado. La técnica genética es un nuevo instrumento que, por primera vez, permite manipular todo el material hereditario en este planeta.
Se comenzó hace mucho tiempo a transformar la vida. Ya viven muchos miles,seguramente centenares de miles de personas cuya biografía no está vinculada al anterior acto generador, sino que han comenzado su vida como óvulo y semen fuera del claustro materno. Hay niños que en su biografía tienen tres madres: aquella de la que procede el óvulo; la que ha llevado el embrión, y la que desea criarlo. Algunos niños tienen padres fallecidos años antes de su nacimiento.
Ya sea un bebé a la carta, elegido según el sexo, el color de los ojos, el tamaño y el peso, o la prolongación de la vida en otro cuerpo, cualquier cosa será posible en el futuro. Cuando a finales de 1999 un grupo de científicos descifró por vez primera uno de los veinticuatro cromosomas del ser humano (uno delos más pequeños, pero al fin y al cabo con una memoria de alrededor de treinta millones de datos hereditarios), una de las participantes confesó al periodista: «Ha sido un «trabajo infernal»». ¿Es posible que la investigadora tuviera razón? 
Sí, por desgracia puede ser. Pero primero hemos de diferenciar entre lo que las personas han hecho y lo que son. Sea  quien fuere el que haya llegado de esa forma a la vida, es una persona y hemos de amarla y reconocerla como tal. El hecho de que nos veamos obligados a rechazar esa forma de producción de seres humanos no debe provocar la estigmatización de los que han venido así al mundo. En ellos reconocemos, pese a todo, el misterio de la humanidad y los acogemos como tales. En mi opinión, esto es MUY importante. 
Lo que usted ha descrito ha abierto de hecho una vía funesta. La Iglesia católica previno desde el primer momento contra este montaje del ser humano,que al principio se presentó con un ropaje en apariencia inocente, como tantas cosas que comienzan siempre inocentemente, En sus inicios, se pretendía ayudar a matrimonios sin hijos. Aquí el problema es todavía relativamente pequeño, si se trata de matrimonios de buena voluntad y que desean tener un hijo de esa forma. No obstante, cuando se cree poder conseguir a toda costa un hijo, considerándolo un derecho, se está eligiendo un camino erróneo. De este modo el hijo se convierte en mera propiedad. Ya no procede de la libertad del Creador, que también se presenta en la libertad imprevisible de la naturaleza.
Creo que hoy, en general, se corre el enorme peligro de considerar al hijo un derecho, una propiedad. Los padres no sólo quieren representarse a sí mismos, sirio también lograr lo que aún no han conseguido en su propia biografía, para en cierto modo repetirse y autoafirmarse. Aquí es preciso rebelarse contra los padres. Esta rebelión defiende el derecho a ser uno mismo, a disfrutar de una esfera legal propia.
Cada ser humano procede de la libertad divina y ha venido al mundo por derecho propio. La educación de los padres debe consistir en abrirles su propio camino, y no pretender que sean igual que ellos; éste es el verdadero núcleo de los programas antiautoritarios. Aunque es falso rechazar la educación alegando que entraña casi una manipulación de la libertad. La libertad precisa ayuda para despegar, necesita compañía. Y una educación realmente consciente no manipula al niño a voluntad, sino que intenta impulsar su propio desarrollo y permitir su propia andadura.
Volvamos de nuevo al montaje de la persona…
Como he dicho, comienza de forma inofensiva, filantrópica, pero no consentir que el hijo sea un regalo, sino pretender fabricarlo a todo trance, supone traspasar el umbral. En lugar de un acto de amor, aparece la actuación técnica que implica la fertilización in vitro. Esto desencadena, por fuerza, problemas ulteriores. Primero se plantea la cuestión de qué sucede con los denominados fetos sobrantes, es decir, con seres que son personas, aunque sean tratados de antemano como productos de desecho.
La praxis actual es aniquilarlos en matanzas masivas.
Y así se desencadenan graves consecuencias que acabarán transformando poco a poco la relación con el ser humano. Ignoramos lo que sucederá, a partir de cuándo esto nos conducirá a la catástrofe y de qué tipo. Gracias a Dios, lo ignoramos. Pero sabemos que hemos de oponernos a semejante usurpación del ser humano, a manipularlo y a disponer de él. No se trata de frenar la libertad de la ciencia o las posibilidades de la técnica, sino de defender la libertad de Dios y la dignidad de la persona, que es lo que está en juego. Quien haya adquirido esta opinión sobre todo por la fe -aunque hay también muchos no cristianos que la comparten-, tiene asimismo la obligación de responsabilizarse de que esa frontera sea percibida y reconocida como infranqueable.

GOTT UND DIE WELT / Joseph Ratzinger (04)

23 de May de 2018
 p. 76  / pág. 130
4.- SOBRE EL ORDEN
LAS EVIDENCIAS PRIMIGENIAS DEL UNIVERSO
Aunque no podamos comprender a Dios, acaso en lo que sigue consigamos vislumbrar algo de la construcción del mundo y de lo que para el ser humano se prevé en este universo divino. Siempre presuponiendo que exista Dios.Usted ha hablado repetidamente de los valores objetivos y la «evidencia primigenia de la vida humana», de los mensajes del universo. El problema de la época moderna, opinaba usted, consiste en que ésta se ha apartado de esa evidencia primigenia. Porque hay actitudes que son verdaderas de manera absoluta y para siempre y otras que son siempre falsas por ser contrarias a la existencia. ¿Qué significa eso?
La cosmovisión cristiana es que el mundo en particular ha surgido a lo largo de un proceso de evolución muy complejo, pero que en lo más profundo procede del Logos. En este sentido es portador de razón, y no sólo de una razón matemática -nadie negará que el mundo está estructurado de acuerdo con leyes matemáticas-, es decir, una moral por completo neutral y objetiva, sino en su condición de Logos también de una razón moral.
¿Cómo es posible saberlo con tanta exactitud?
La propia creación indica cómo ha de ser entendida y aceptada. Esto también puede ser convincente para un no cristiano. Pero la fe nos revela claramente que la razón de la creación no contiene sólo un mensaje matemático sino también un mensaje moral.

Un primer dato nos lo proporciona lo que denominamos la conciencia. En ella existe un conocimiento primigenio de determinadas cosas que nunca pueden ir bien. Matar a una persona inocente, por la razón que sea, es algo que 

cualquier ser humano, si no está completamente depravado, reconoce en suinterior como malo. Otro tanto cabría decir del respeto a la vida, al igual que,por ejemplo, mantener la palabra dada, es decir, la lealtad y la verdad.Como es lógico, estos valores siguen siendo muy generales. Sabemos queHans Küng quiere refundirlos en la forma de un ethos universal, en un códigoaccesible a cualquiera, tema que no vamos a discutir ahora. Pero con todo,este intento revela asimismo que podemos hablar de una cierta transparenciade la creación que deja traslucir sus indicaciones. Y aun cuando aparezcangrandes diferencias de detalle, las constantes éticas fundamentales recorrenlas grandes religiones y la historia espiritual de la humanidad. Tomemos lamentira. Hay personas que dicen que a veces está bien, que es necesaria.Pero nadie sostendrá que sea en sí correcta.Para que estas evidencias básicas sean eficaces, claras, necesitamos unaclase particular. Esa ayuda con la que se concretan y se hacen realizables losconocimientos generales, algo difuminados, es una parte del camino al que nosconduce Cristo. La tradición de la Iglesia llama a este camino iluminación,porque a uno se le clarifican las cuestiones que, en cierto sentido, ya intuía,aunque seguía teniendo confusas.
Estas «evidencias primigenias del universo», estas «leyes fundamentales dela vida» que evidentemente nosotros ignoramos u olvidamos una y otra vez,¿están recogidas en los antiquísimos mitos del diluvio, la torre de Babel o Sodoma y Gomorra? ¿Es el mensaje de estas historias en verdad una especie de conocimiento de supervivencia para toda la humanidad?
Sin duda alguna estos relatos, que asombrosamente recorren la historia de las religiones, constituyen paneles de aviso. La narración del diluvio existe en los más diversos ámbitos geográficos, que sin duda no mantuvieron contacto. En cierto modo expresan una experiencia y visión común de la humanidad, un recuerdo interno que le ha quedado a la persona. Estas narraciones nos descifran mensajes muy específicos.
  Pensemos, por ejemplo, en la construcción de la torre de Babel, con la que el ser humano pretende procurarse una civilización única mediante la técnica. Él quiere producir el sueño en sí correcto de un mundo, una humanidad, gracias al poder del propio conocimiento, y con la torre que llega hasta el cielo intenta conquistar el poder y progresar hasta lo divino. En el fondo, es idéntico al sueño de la técnica moderna: conseguir poder divino, llegar a los centros de control del mundo. En este sentido, estos símbolos encierran advertencias que nos hablan, emanadas de un conocimiento primigenio.
Sigamos con la torre de Babel. La Biblia proporciona a este respecto un curioso dato: «El Señor dijo: «He aquí que son un pueblo, y todos ellos hablan la misma lengua. Han empezado esta obra y no desistirán de sus ideas hasta llevarlas a cabo. ¡Ea, pues, descendamos y confundamos su lengua, de manera que eluno no entienda las palabras del otro»». La verdad es que suena a arbitrariedad.
Sí, casi a envidia divina, que se niega a permitir el progreso del ser humano.Como es lógico, aquí nos topamos con un lenguaje simbólico que se nutre del material del que entonces disponía Israel. En él no se han eliminado por completo ciertos elementos paganos, que sólo se superaron en el curso de la historia de la exégesis. De lo que realmente se trata no es de que Dios tenga miedo de que el ser humano se haga demasiado grande hasta el punto dedisputarle su trono, sino que ve que la persona se destruye a sí misma alatribuirse una altura falsa.
  Podemos descifrar esta simbología quizás así: en Babel, la unidad de la humanidad y el intento de convertirse ella misma en Dios y alcanzar su altura están vinculados exclusivamente a la capacidad técnica. Pero la unidad sobre esta base, se nos replica, no es sustentadora, deviene en confusión.
  En el mundo actual, podemos asumir perfectamente esta enseñanza. Por una parte, esa unidad existe. Las ciudades sudafricanas son iguales a las sudamericanas, a las japonesas, a las norteamericanas y a las europeas. En todas partes se llevan los mismos texanos, se cantan los mismos éxitos, se miran las mismas imágenes televisivas y se admiran a las mismas estrellas. En ese sentido, existe una especie de civilización unitaria que desemboca en McDonald’s como comida única de la humanidad. 
  Pero mientras en un primer momento esta uniformidad parece correcta y buena por ser una especie de fuerza conciliadora -similar a la lengua única en la construcción de la torre de Babel-, el distanciamiento de las personas entre sí aumenta. Éstas no se aproximan de verdad. En lugar de eso vivimos un aumento de los regionalismos, la sublevación de las distintas civilizaciones que ya sólo desean ser ellas mismas o se sienten oprimidas por las demás.
¿Es esto un alegato contra la civilización única?
Sí, porque en ella se pierde lo auténtico y propio, se pierde la comunicación más profunda de las personas entre sí, que estas formas de conducta superficiales y externas y el dominio de los mismos aparatos técnicos son incapaces de generar. Porque el ser humano llega mucho más hondo. Si sólo se une en la superficie, lo profundo que hay en él se rebela contra una uniformidad en la que el individuo se reconoce después como esclavizado.

 Puede decirse que el símbolo de la construcción de la torre de Babel analiza con ojos críticos un tipo de unificación y de disposición del mundo y de la vida por el ser humano, que sólo propicia una unidad aparente y eleva a la persona sólo en apariencia. En realidad, la priva de su hondura y de su altura. Además, la convierte en una amenaza, porque por un lado sabe mucho, pero por otro su patrimonio moral no responde a su patrimonio técnico. La fuerza moral no ha crecido igual que las aptitudes para obrar y destruir desarrolladas por el ser humano. Ésta es la razón por la que Dios interviene contra esta forma de unión y crea otra distinta.

¿A qué se refiere?

Para nosotros, los cristianos, el Antiguo y el Nuevo Testamento siempre forman un conjunto. Los textos del Antiguo Testamento son el primer paso. Creemos que son incomprensibles en sí mismos si no se lee el segundo paso. Esto podremos abordarlo más adelante con la unión de Adán a Cristo y otros ejemplos.

La historia de Pentecostés, en el transcurso de la cual Dios establece su modelo unitario, también forma parte de ello. Es el equivalente a la construcción de la torre de Babel, y hace comprensible y completa la simbología. Los apóstoles no hablan aquí un idioma único, y sin embargo todos se entienden. La multiplicidad persiste, pero se transforma en una unidad interna gracias a la unidad del corazón. 

Pentecostés ofrece el modelo contrario a Babel: una unidad en la que se preserva la riqueza de la humanidad. Dios quiere unidad. Por eso actúa a lo largo de la historia; por eso vino Cristo al mundo; por eso crea la Iglesia. Pero Él desea una unidad que alcance otra profundidad y otra altura.

Inevitablemente la advertencia de Babel recuerda a la revolución electrónica del momento, que conmociona y transforma nuestro mundo como no lo ha hecho ninguna de las revoluciones anteriores. Parecemos estar creando un cosmos radicalmente nuevo. La realidad virtual de la red electrónica y las denominadas empresas de comercio electrónico se han convertido no sólo en un juego de entretenimiento, sino también en un juego por conseguir mucho dinero, poder, economías nacionales enteras de las que depende el destino de millones de personas.

Y aún se perfila otra evolución: la mayoría de los seres humanos del mundo occidental pasan hoy más tiempo delante de los medios de comunicación electrónicos que en la realidad «normal», es decir, en compañía de otras personas, en medio de la naturaleza. Son sucedáneos de la realidad, y cada vez se requiere más energía para resistir a esas imágenes virtuales de simulación en este perfecto mundo único.

Aquí se ve de nuevo cómo en el transcurso de la historia se vislumbran atisbos antes absolutamente impensables. Lógicamente, no es ése el sentido literal del texto. Pero cuando lo leemos a la luz de nuestras experiencias, vemos que la intuición allí presente se concreta hoy. Gracias a ella comprendemos lo que significa la evolución contemporánea, por qué crear esa especie de unidad supone una verdadera amenaza.Otro gran mito de la simbología bíblica, el diluvio universal, permitiría juzgar otras inundaciones, la de los estímulos, imágenes, eslóganes, de las ofertas del mercado capitalista…He aquí una imagen muy rica. Los dos significados del agua han existido siempre. Como fuente y como lluvia es el gran regalo, lisa y llanamente el elemento de la vida. Por el contrario, las inundaciones suponen un peligro que amenaza la tierra, que puede tragarse la vida. El diluvio se convirtió, así, en arquetipo de las potencias destructivas que sepultan la vida bajo ellas, que derriban las fronteras entre las cuales Dios ha asegurado la vida. Los diques se rompen y la inundación entierra la vida. En este sentido, el diluvio sigue siendo un arquetipo inscrito en las personas, que llega hasta muy lejos. Hoy vemos que existen múltiples inundaciones que rompen diques, destruyen la vida, la cultura, la existencia humana.

FUENTE:

https://es.scribd.com/doc/217117950/Dios-y-El-Mundo-Joseph-Ratzinger-pdf

GOTT UND DIE WELT / Joseph Ratzinger (06)

22 de May de 2018
https://es.scribd.com/doc/217117950/Dios-y-El-Mundo-Joseph-Ratzinger-pdf
p. 88  / pág. 150
6. SOBRE LA LEY
 
SOBRE LAS CUATRO LEYES
La Iglesia ha desarrollado la doctrina de las cuatro leyes, que indican en qué orden está edificada la vida en nuestro mundo. Estas leyes son: primero, la ley natural; segundo, la ley de la concupiscencia; tercero, la ley de la antigua alianza con Moisés; y cuarto, la ley de la nueva alianza con Jesucristo[…].
En primer lugar hay que precisar que estas leyes no están al mismo nivel. La ley natural dice que la propia naturaleza contiene un mensaje moral. El contenido intelectual de la creación no es sólo matemático-mecánico. Ésta es la dimensión que eleva las ciencias naturales a leyes naturales. Pero hay más inteligencia, más «leyes naturales» en la creación. Ésta lleva en su seno un orden interno y nos lo revela. A partir de ella podemos leer los pensamientos de Dios y la forma correcta en que debemos vivir.
Segundo punto: la ley de la concupiscencia quiere decir que el mensaje de la creación está oscurecido. A él se opone una especie de dirección contraria existente en el mundo a través del pecado. Expresa el hecho de que el ser humano, como suele decirse, da coces contra el aguijón. […].
Tercer punto: la ley dela antigua alianza. También esta ley alberga un rico significado. El núcleo son los diez mandamientos del Sinaí. […].
Pablo considera a Jesucristo el que nos libra definitivamente de la ley a través de la libertad de la fe y del amor. No obstante, santo Tomás de Aquino,refiriéndose a las palabras de san Pablo, habló también de una ley, la ley de Cristo, que sin embargo es de muy distinta naturaleza. Tomás dice que la nueva ley, la ley de Cristo, es el Espíritu Santo, es decir, una fuerza que nos impulsa desde dentro, que no nos ha sido impuesta desde fuera.
[…]. Cristo no viene a derogar las leyes. Ni a declararlas inválidas o carentes de sentido. Tampoco san Pablo, aunque algunos crean encontrar en las posiciones paulinas una tensión con la palabra de Jesús transmitida por Mateo.Él dice que la antigua ley tiene una importancia pedagógica esencial hasta en sus menores detalles. Cristo viene para cumplirla. Pero esto significa también elevar la ley a un nivel superior. Él la cumple con su padecimiento, con su vida,con su mensaje. […].
[…]. Cuando se le preguntaba [a Cristo]: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?», respondía lo siguiente: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el primer mandamiento y el más importante. El segundo es semejante a este: «Amarás al prójimo como a ti mismo»». […].
Esta es, de hecho, la gran ruptura, la gran síntesis que trajo Jesús. Desde los distintos ángulos y detalles mira el conjunto y nos dice: este doble mandamiento abarca realmente todo. Dios y el prójimo, eso es inseparable.Jesús realizó con ello una enorme simplificación que, al mismo tiempo, no supone un menoscabo o banalización, sino una esencialización. […].
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
En el desierto del Sinaí, Moisés trazó una frontera alrededor del monte Horeb. Nadie debía cruzarla, excepto él. Al tercer día empezó a tronar y relampaguear,densos nubarrones cubrieron la montaña, sonaron trompetas. Toda la montaña humeaba, ardía y temblaba, y sólo Moisés subió a la cima para recibir de Dioslos diez mandamientos, la ley divina.Hasta aquí, el mito. Los diez mandamientos denotan para la Iglesia la preocupación de Dios por los hombres, deben señalarles el camino hacia una vida buena. Pero en primer lugar: ¿estas leyes fueron entregadas realmente por
Dios a Moisés en el monte Sinaí? ¿En forma de tablas de piedra,según se dice, «escritas por el dedo de Dios»?
[…]. En este relato se recurre a un lenguaje indudablemente simbólico. Este lenguaje expresa cosas que sólo se pueden describir con mucha dificultad. Que esos mensajes se nos comuniquen a través de visiones simbólicas no significa que se trate de sueños, de leyendas o incluso de cuentos.
Aquí tenemos una imagen que remite a un suceso verídico, a la auténtica irrupción de Dios en la historia, a un encuentro real entre Dios y ese pueblo -y a través de éste con la humanidad-.
[…]. El primer mandamiento: «Yo soy el Señor, tu Dios. No tendrás otros dioses además de mí».  […].
Hoy no existen dioses explícitamente declarados como tales, pero sí poderes ante los que los seres humanos se inclinan. El capital, por ejemplo, es uno de ellos, y la propiedad en general. O el afán de notoriedad, por poner otro ejemplo. En muchos aspectos, el becerro de oro es de palpitante actualidad en nuestro mundo occidental. El peligro simplemente está ahí.
Pero aún hay más. El semblante de uno de los dioses se desdibuja cada vez con mayor frecuencia. Esto sucede cuando se dice, bueno, en el fondo todos los dioses se refieren al mismo Dios. Es que cada cultura tiene su especial forma de expresión, y ya no importa mucho si se considera a Dios persona o no, si se le llama Júpiter, Shiva o de cualquier otra manera. Y cada vez es más evidente que ya no se toma en serio a Dios. Que la gente se ha alejado de Él para entregarse a espejismos en los que sólo se ve a sí misma.Lo vemos: en el momento en que el ser humano deja a Dios de lado, las tentaciones de la idolatría son enormes. En ese instante, nuestro mayor peligro es considerar a Dios superfluo. Está tan lejos, se dice, y adorarlo aparentemente tampoco aporta nada. Pero estamos olvidando que si arrancamos el pilar maestro sobre el que se asienta el ordenamiento de la vida humana, la persona irá desintegrándose paulatinamente.
El segundo mandamiento: «No tomarás el nombre de Dios en vano». Uno se pregunta: si Dios es tan grande, ¿por qué no está por encima de mis pequeños ultrajes, de las infracciones de un diminuto gusano terrenal?
No se trata de que podamos hacer algo a Dios y Él necesite vengarse por ello.Se trata de que mantengamos el equilibrio correcto. En el momento en que profanamos a Dios, desfiguramos su rostro y lo hacemos tan inaccesible que ya no brilla, del mismo modo que tampoco brilla ya el ser humano. […].
[…].
El tercer mandamiento: «Santificarás las fiestas».
[…]. Ya hemos dicho que en la mañana de la resurrección de Cristo el Sabbath adquiere una forma nueva. Esa mañana en la que el resucitado se presenta ante los suyos, en la que nos reunimos con Él, en la que Él nos invita a su casa, simboliza el día de la adoración y del encuentro con Dios, en el que Él viene a visitarnos y nosotros podemos visitarle.
El cuarto mandamiento: «Honrarás a tu padre y a tu madre, para que vivaslargos años sobre la tierra». Llama la atención que este mandamiento es el único que lleva aparejada una promesa. Jesús acentúa una y otra vez su importancia. […].
Este mandamiento es de hecho la Carta Magna de la familia. Aquí se establece un orden fundamental. La célula esencial de la sociabilidad y de la sociedad,nos dice, es la familia, son los padres y los hijos. Y sólo dentro de ese orden fundamental pueden ejercitarse las virtudes humanas esenciales. Sólo en su seno crece la relación adecuada entre los sexos y entre las generaciones.
El mandamiento contiene, por una parte, la tarea de la educación. Significa introducir al otro correctamente en su libertad, de forma que aprenda sus leyes internas, que aprenda a ser persona. Aquí, la obediencia está al servicio de este entrenamiento en la propia libertad. Y, viceversa, exige lógicamente a los hijos aceptar dicha educación.Pero el cuarto mandamiento incluye también un capítulo silencioso sobre el trato a las personas ancianas, que ya no son útiles, que han perdido el poder.Se concede gran valor a honrar a los padres ancianos. No deberíamos guiarnos por criterios de utilidad, sino honrar siempre en los ancianos a las personas que me han dado la vida. En ellos también puedo honrar la dignidad del ser humano, justo cuando éste ya no se puede valer. Ese respeto fundamental, inherente a la persona, es un aspecto muy importante de este mandamiento. En él radican asimismo las condiciones de mi propio futuro, que más tarde me permitirán iniciar mi vejez con confianza.
El quinto mandamiento: «No matarás». Casi nadie discute el sentido de este mandamiento. Lo único raro es que se vulnere tan continuamente.
No hay duda de que en el ser humano existe una evidencia primigenia de que no puede matar a otro. Incluso si he olvidado que cualquier individuo depende únicamente de Dios, sé al menos que tiene derecho a la vida, un derecho humano, y que dejo de ser persona si mato a uno de mis semejantes.
Pero en casos límite esta consideración se torna, como vemos, cada vez más confusa. Esto es aplicable sobre todo al comienzo de la existencia, donde la vida aún está indefensa y es manipulable. Surge entonces la tentación de actuar atendiendo a consideraciones pragmáticas. Se quiere escoger a quién se va a dejar sobrevivir y a quién no por interponerse en el camino de la propia libertad y autorrealización. Cuando el ser humano no existe aún en su forma externa, la conciencia de este mandamiento no tarda en extinguirse.Lo mismo cabe decir del final de la vida. Ahora se considera al enfermo, al que padece, una carga, y uno se convence de que la muerte es lo mejor para él. De aquí surge el pretexto de enviarlo al otro mundo antes de que se vuelva demasiado «pesado», si se me permite la expresión.
Y a partir de aquí, poco a poco se va yendo más lejos. Hoy vuelven a aparecer ideas sobre la cría de seres humanos, […]. Se plantea la cuestión de si los seres humanos que ya no tienen conciencia ni pueden cumplir función social alguna pueden ser considerados en realidad personas.
[…].
El sexto mandamiento: «No cometerás actos impuros». […].
El texto original de este mandamiento dice en el Antiguo Testamento: «No cometerás adulterio» (Éxodo 20:14; Deuteronomio 5: 18). […]. El significado específico de este mandamiento es la inviolabilidad de la relación de fidelidad entre hombre y mujer, que no sólo vela por el futuro de las personas, sino que también integra la sexualidad en la totalidad del ser humano, confiriéndole así su dignidad y grandeza.He aquí el núcleo de este mandamiento. No hay que situarlo en un contacto incidental, sino dentro del contexto del sí mutuo de dos personas, que al mismo tiempo dicen sí a los hijos; es decir, el matrimonio es la auténtica sede en la que la sexualidad adquiere su grandeza y dignidad humanas. Sólo en él se vuelve sensual el espíritu, y los sentidos, espirituales. En él se cumple lo que hemos definido como la esencia de la persona. Ejerce la función de puente, deque los dos extremos de la creación entren uno dentro de otro, entregándose mutuamente su dignidad y su grandeza.
Cuando se dice que la sede de la sexualidad es el matrimonio, implica un vínculo amoroso y de fidelidad que incluye la mutua asistencia y disposición para el futuro, es decir, que está ordenado pensando en la humanidad en conjunto, y, lógicamente, implica que sólo en el matrimonio encuentra la sexualidad su auténtica dignidad y humanización.
Indudablemente el poder del instinto, sobre todo en un mundo caracterizado por el erotismo, es formidable, de manera que la vinculación a ese lugar primigenio de fidelidad y amor se torna ya casi incomprensible. La sexualidad se ha convertido hace mucho en una mercancía a gran escala que se puede comprar. Pero también es evidente que con ello se ha deshumanizado, y supone, además, abusar de la persona de la que obtengo sexo considerándola una mera mercancía, sin respetarla como ser humano. Las personas que se convierten a sí mismas en mercancía o son obligadas a ello, quedan arruinadas en toda regla. Con el paso del tiempo, el mercado de la sexualidad ha generado incluso un nuevo mercado de esclavos. Dicho de otra manera: en el momento en que no vinculo la sexualidad a una libertad autovinculante de mutua responsabilidad, que no la enlazo con la totalidad del ser, surge, por fuerza, la lógica comercialización de la persona.
Volvamos al núcleo del mandamiento.Recoge el siguiente mensaje de la creación: «hombre y mujer han sido creados para ser compañeros. Dejarán padre y madre y se convertirán en una sola carne», leemos en el Génesis. Ahora, desde una óptica puramente biológica,cabría afirmar que la naturaleza ha inventado la sexualidad para conservar la especie. Pero esto que hallamos en un principio como puro producto de la naturaleza, como mera realidad biológica, adquiere forma humana en la comunidad de hombre y mujer. Es una manera de abrirse una persona a la otra. No sólo de desarrollar unión y fidelidad, sino de crear conjuntamente el espacio en el que crezca el ser humano desde la concepción. En este ámbito,sobre todo, surge la correcta unión del ser humano. Lo que primero es una ley  biológica, un truco de la naturaleza (si queremos expresarlo así), adquiere una forma humana que propicia la fidelidad y el vínculo amoroso entre hombre y Mujer, y que a su vez posibilita la familia.He aquí la esencia del mandamiento que nos habla desde la creación. Cuanto más profundamente se vive y se piensa, más claro parece que otras formas de sexualidad no alcanzan la verdadera altura del destino humano. No responden a lo que quiere y debe ser la sexualidad humanizada.
[…] Ciertamente el sexto mandamiento conlleva el mensaje de la naturaleza misma. La naturaleza regula la existencia de dos sexos para que se conserve la especie, y esto es especialmente aplicable a seres vivientes que cuando salen del seno materno no están en modo alguno preparados y precisan prolongados cuidados.
En efecto, el ser humano no huye del nido, sino que está siempre metido en él.Desde una óptica puramente biológica, la especie humana está hecha de modo que la ampliación del seno materno debe conllevar el amor del padre y de la madre, para que, pasado el primer estadio biológico, pueda proseguir el desarrollo hasta convertirse en persona. El seno de la familia es casi un requisito de la existencia.
En este sentido, la propia naturaleza revela aquí el motivo primigenio del ser humano. Éste necesita una vinculación mutua duradera. En ella, el hombre y la mujer se dan primero a sí mismos, y después también a los hijos para que éstos comprendan la ley del amor, de la entrega, del perderse. Y es que los que están siempre metidos en el nido necesitan la fidelidad posterior al nacimiento. El mensaje del matrimonio y de la familia, por tanto, es plenamente una ley de la propia creación y no se opone a la naturaleza del ser humano.
Sin embargo, nos cuesta mucho mantenerla.
Sigue siendo cierto que aquí -al igual que en todos los demás ámbitos de los que hemos hablado- existe una tendencia opuesta. Aquí hay un exceso de poder biológico. En las sociedades modernas -pero también en las sociedades tardías de épocas más antiguas, como por ejemplo en la Roma imperial-podemos observar una erotización pública que fomenta aún más los excesos del instinto, dificultando el compromiso del matrimonio.Volvamos a lo que hemos apuntado sobre las cuatro leyes. Aquí vemos dos órdenes diferentes. El mensaje de la naturaleza nos remite a una unión de hombre y mujer, que es el movimiento natural más íntimo que finalmente se convierte en humano y crea el espacio para el posterior desarrollo de la persona. El otro mensaje es que en cierto sentido también tendemos a la promiscuidad, o al menos a practicar una sexualidad que se niega a restringirse al marco de una familia.Podemos reconocer muy bien desde la fe la diferencia de estos dos planos de naturalidad. Uno se presenta realmente como el mensaje de la creación y el otro como una autodeterminación del ser humano. Por esta razón la vinculación al matrimonio siempre implicará lucha. Aunque también comprobamos que,cuando se logra, madura la humanidad y los hijos pueden aprender el futuro.En una sociedad en la que el divorcio se ha vuelto tan normal, el daño siempre recae sobre los hijos. Sólo por esto surge, visto desde la óptica filial, otra demostración de que estar juntos, mantener la fidelidad, sería lo auténticamente correcto y adecuado al ser humano.
El séptimo mandamiento: «No hurtarás». Respetar la propiedad ajena es un precepto banal. [….]
La doctrina de la asignación universal de los bienes de la creación no es sólo una idea bonita, también tiene que funcionar. Por eso está supeditada a ella la verdad de que el individuo necesita su esfera en las necesidades fundamentales de la vida y por tanto debe existir un sistema de propiedad que cada individuo debe respetar. Esto exige, por supuesto, las necesarias leyes sociales orientadas a limitar y controlar los abusos de la propiedad.Ahora vemos con una claridad antes infrecuente cómo las personas se autodestruyen viviendo solamente para atesorar cosas, para sus asuntos,cómo se sumergen en ello, convirtiendo la propiedad en su única divinidad.Quien, por ejemplo, se somete por completo a las leyes de la Bolsa, en el fondo no puede pensar en otra cosa. Vemos el poder que ejerce entonces el mundo de la propiedad sobre las personas. Cuanto más tienen, más esclavas son,porque deben estar continuamente cuidando esa propiedad y acrecentándola.La problemática de la propiedad también se observa claramente en la relación perturbada entre el Primer y el Tercer Mundo. Aquí la propiedad ya no está supeditada a la asignación universal de los bienes. También aquí es preciso hallar formas legales para que esto siga equilibrado o se equilibre.Ya ve usted cómo la palabra de respetar los bienes ajenos entraña una enorme carga de verdad. Abarca ambas cosas, la protección de que cada cual ha de recibir lo que necesita para vivir (y después hay que respetárselo), pero también la responsabilidad de utilizar la propiedad de forma que no contradiga la misión global de la creación y del amor al prójimo.
El octavo mandamiento: «No mentirás» o «No levantarás falso testimonio». […]
Pienso que la importancia de la verdad en cuanto bien fundamental de la persona hunde sus raíces aquí. Todos los mandamientos son mandamientos del amor o despliegues del mandamiento del amor. En este sentido, todos mantienen una vinculación muy explícita con el bien de la verdad. Cuando me aparto de la verdad o la falseo, incurro en la mentira, perjudico con frecuencia al otro, pero también me perjudico a mí mismo.Como es sabido, la pequeña mentira se convierte fácilmente en un hábito, en una forma de ir trampeando por la vida, de recurrir siempre a la mentira y luego enredarse personalmente en ella, viviendo de espaldas a la realidad. Además,cada vulneración de esa dignidad de la verdad no sólo rebaja a la persona, sino que constituye una grave infracción contra el amor. Porque escatimar al otro la verdad implica hurtarle un bien esencial y llevarlo por el mal camino. La verdades amor, y el amor que se oponga a la verdad se tergiversa a sí mismo.
El noveno y el décimo mandamientos: «No desearás la mujer de tu prójimo».«No codiciarás los bienes ajenos.»
Estos dos mandamientos están interrelacionados, desbordan con creces lo externo, lo fáctico, pues afectan a los pensamientos íntimos. Nos dicen que el pecado no comienza en el instante en que consumo el adulterio o arrebato injustamente la propiedad al otro, sino que el pecado nace de la intención. Por eso no basta simplemente con detenerse, por así decirlo, ante el último obstáculo, porque esto ya es imposible si no he preservado en mí el respeto íntimo a la persona del otro, a su matrimonio o a su propiedad.Es decir, el pecado no comienza en las acciones externas y palpables, sino que se inicia en su suelo nutricio, en el rechazo íntimo a los bienes del otro y a él mismo. Una existencia humana que no purifica los pensamientos, tampoco puede en consecuencia ser acorde con los hechos. Por eso aquí se apela directamente al corazón del ser humano. Porque el corazón es el auténtico lugar primigenio desde el que se despliegan los hechos de una persona. Sólo por este motivo debe permanecer, por así decirlo, claro y limpio.Cuando Moisés recibió en el monte Sinaí entre rayos y truenos las tablas de la ley, llegó la hora del nacimiento del individuo libre. Al menos así lo afirma la tesis del periodista judeoalemán Hannes Stein. Desde entonces cada ser humano tuvo que responder directamente ante Dios de sí mismo y de sus actos, ya fuera señor o esclavo, hombre o mujer. Con la alianza del Sinaí surge casi el sujeto jurídico autónomo.  […].
Yo también he leído el libro de Hannes Stein y diría que aborda algo muy esencial. La dignidad de cada individuo, que, de por sí, está solo ante Dios, al que Dios habla y que en cuanto persona está afectado por las palabras de la alianza, constituye realmente el punto central de los derechos humanos —concretamente la dignidad igual de las personas– y, en consecuencia, el auténtico fundamento de la democracia.
[…].
FUENTE:
p. 100  / pág. 170

GOTT UND DIE WELT / Joseph Ratzinger (07)

21 de May de 2018

p. 101  /  pág. 171

https://es.scribd.com/doc/217117950/Dios-y-El-Mundo-Joseph-Ratzinger-pdf

7.- SOBRE EL AMOR

 SOBRE EL SENTIDO DE LA VIDA
La Iglesia dice que el ser humano no puede dar sentido ni al mundo ni a sí mismo. Esto es difícil de creer a la vista de las enormes bibliotecas llenas de libros sobre la vida y su significado, escritos por personas más o menos inteligentes.
Si el mundo no tuviera sentido, nosotros tampoco podríamos crearlo. Nosotros podemos realizar acciones que signifiquen algo en el marco de un entramado pragmático, pero nunca dar sentido a una vida. El sentido existe o no existe. No puede ser un mero producto nuestro. Lo que producimos puede proporcionarnos un instante de satisfacción, pero no justificar toda nuestra vida,ni darle sentido.
Como es lógico, personas de todos los tiempos y lugares se han preguntadopor el sentido y seguirán haciéndolo. Siempre podrán hallar respuestasfragmentarias. Pero en ellas seguirá siendo válido solamente lo que laspersonas no inventan, sino encuentran, lo que descubren en la criatura humanaen cuanto tal. Y que les puede ayudar a entenderse bien, a vivir su vida consentido.Lo que dice la Iglesia, concretamente que el sentido no es un producto humanosino dado por Dios, hay que entenderlo de este modo: el sentido es algo quenos sustenta, que precede y desborda nuestros propios pensamientos ydescubrimientos, y sólo de esa manera posee la capacidad de sustentarnuestra vida.Si se pudiera expresar en una sola palabra el sentido de la vida, sería con lapalabra AMOR. El amor, nos dicen los poetas y eruditos de todos los tiempos,es no sólo sentido, sino también el principio fundamental de la vida, el auténticomisterio. Alguien dijo que sólo quien percibe la infinitud de ese amor penetra enla esencia de la fe.
A lo largo de esta conversación hemos insistido una y otra vez en que nuestravida tiende en última instancia a descubrir el amor, a recibirlo y a darlo, creo yo.Y el Cristo crucificado que representa el amor hasta el final, como Él mismodice en el Evangelio según san Juan, convierte este principio en algocompletamente real. Dios mismo es amor. En este sentido, el amor es la leyfundamental y el objetivo esencial de la vida.Aquí volvemos de nuevo al misterio del grano de trigo, al perderse yencontrarse. A esto hemos de añadir ahora que el amor, como sabemos, no sepuede fabricar. Se nos regala. Acontece, viene a mí desde el otro, se introduceen mí.
El amor humano contiene siempre una pretensión de eternidad. «El amor esuna pugna contra la muerte», afirmó el filósofo francés Gabriel Marcel. Enconsecuencia, a partir de una promesa, este amor se convierte en una realidad cumplida si se incluye en un amor que proporcione realmente eternidad. Marcelpensaba que decirle a una persona «Te amo» significaba: me niego a aceptartu muerte, protesto contra la muerte.
Vemos, pues, que el amor humano es, en sí, una promesa incumplible. Desea eternidad y sólo puede ofrecer finitud.
Mas, por otra parte, sabe que esapromesa no es insensata ni contradictoria, ni por tanto destructiva, pues enúltima instancia la eternidad vive en ella. Así pues, visto desde una ópticapuramente humana, el amor es realmente aquello que esperamos con ansia yque nos vivifica. Pero sus auténticas dimensiones conllevan, en definitiva, laperspectiva futura de Dios, la espera de Dios.
Amor, qué fácil es a veces decirlo. ¿Pero quién sabe lo que es amor? ¿Cómo nos ama Dios, por ejemplo? Ya hemos hablado del supuesto «Dios iracundo».Hay personas que afirman que también anuncia un mensaje amenazador.Entonces, ¿qué aspecto tiene ese amor divino que se nos regala?
En primer lugar, la ira no necesariamente debe ser opuesta al amor. Un padre,por ejemplo, usted lo sabe mejor que yo, tiene a veces que reprender con ira asu hijo precisamente porque le ama. Y no cumpliría con su obligación y sudeseo de amar si, por ponérselo más fácil al otro y también a sí mismo, nointerviniera a veces críticamente en su vida, no lo corrigiera.
Sabemos que, a menudo, los niños mal criados, a los que se les ha consentido todo, al final no logran salir adelante en la vida, porque ésta les trata de otramanera y no han aprendido a disciplinarse a sí mismos, a situarse en el buencamino. O, por ejemplo, si por querer ser amable con un drogadicto, yo le proporcionase las drogas que anhela en lugar de apartarle de ellas (lo quesería muy duro para él), eso no sería un verdadero acto de amor.
Dicho de otra manera: El verdadero amor no consiste sencillamente en cedersiempre, en ser blando, en la mera dulzura. En este sentido, un Jesús o un Dios dulcificado, que dice a todo que sí, que siempre es amable, no es másque una caricatura del verdadero amor. Porque nos ama, porque quiere que avancemos por el camino de la verdad, Dios también debe exigirnos y corregirnos. Dios tiene que poner en práctica lo que simbólicamente denominamos la «ira de Dios», es decir, oponerse a nosotros cuando nosperdemos a nosotros mismos y corremos peligro.Suena muy serio.Es importante darse cuenta de que el auténtico amor también conlleva unagran seriedad. Desea lo verdaderamente bueno para el otro y, enconsecuencia, tiene la valentía de oponerse a él cuando no ve el bien, cuandocorre ciegamente hacia la desgracia.Con esto ya hemos apuntado también el elemento positivo del amor: querer alotro. Desear que le vaya bien, que sea feliz, que se encuentre a sí mismo. Poreso el amor es bueno para él. Pero yo sólo puedo ser bueno dejándome guiarpor el bien, por lo que es realmente bueno, y esforzándome para que él sehaga bueno. Por tanto, un verdadero acto de amor es el que procede del bien ydesemboca en él. Así pues, el amor implica siempre, por un lado,autorrenuncia, darse a sí mismo al otro, y por otro, ayudarle. Ayudarle a noencerrarse en sí mismo y limitarse a guardar todo dentro de sí, sino a encontrartambién el camino de proyectarse hacia afuera, el camino del grano de trigo.
Martin Buber, el filósofo judío de la religión, describió una vez un importante atributo del amor divino, que denominó «el sacar». Buber dice: «El sacar forma parte desde el principio de la esencia de Dios. Sacar de confusiones, sacar dela apatía, sacar de la soledad y del aislamiento».Podemos considerar en cierto modo un modelo de esto el éxodo de losisraelitas de la prisión egipcia. Pero comienza ya con el llamamiento deAbraham. Dios saca a Abraham de su familia y lo pone en un camino. En elfondo, cualquier persona tiene que hacer su éxodo. Él no sólo tiene queabandonar el suelo materno y hacerse independiente, sino también encerrarseen sí mismo. Tiene que alejarse de sí mismo, superarse a sí mismo, sóloentonces llega, por así decirlo, a la tierra de promisión -al ámbito de la libertaden el que ayudará a construir el mundo-. Esta ley fundamental de la superaciónla hemos considerado la esencia del amor. Naturalmente, el acto del que meama es un acto similar. Tiene que sacarme del impulso cómodo de querer permanecer en mí mismo.
Un gran maestro del alma humana, Erich Fromm, se planteó la razón del amor:¿por qué tenemos que amar? Fromm creía haber descubierto que la causareside en la espantosa experiencia de la soledad, la marginación en general,surgida tras la expulsión del paraíso. Sólo por eso existe en las personas lafuerte necesidad de conformidad hasta llegar a las experiencias orgiásticas enel grupo. Y viceversa, la difusión del alcoholismo, la drogadicción y el suicidioen el mundo actual, son síntomas de este fracaso relativo de la conformidad.Fromm da un paso más allá. Dice que no podemos solucionar ese problema dela marginación con el trabajo, el exito, la adaptación o las experienciasorgiásticas, satisfacciones todas ellas pasajeras. La auténtica respuesta a lapregunta existencial consiste exclusivamente en la unión con otra persona, enel amor. Fromm: «El anhelo de unión interhumana es la aspiración máspoderosa de la persona. Es el anhelo fundamental, la fuerza que mantieneunida a la raza humana, al clan, a la familia y a la sociedad. Su fracaso significala locura o la aniquilación -autoaniquilación o aniquilación de otros-. Sin amor,la humanidad no existiría ni un solo día».
Es interesante que Fromm hable de la soledad como lo opuesto al destinoíntimo de la persona. Si soledad significa no ser amado, estar abandonado,ser-solamente-yo, y si de ese modo mi vida permanece vacía, esta situación esefectivamente el temor que subyace a todos los temores.A partir de ahí se ve de nuevo que la persona, por su intimidad, por ser imagende Dios, ha sido creada para amar y ser amada.Creo que aquí hay que incluir también la condición de ser la viva imagen deDios. Dios es amor. La Trinidad representa el amor esencial. El ser humano esla imagen de Dios, alguien, pues, cuya dinámica más íntima tiende asimismo adar y recibir amor.
El camino que conduce al verdadero amor está vinculado al perderse, es decir,a las fatigas del éxodo. En dicho camino surge también la tentación de lograresas satisfacciones más rápidas, sucedáneas, que usted acaba de mencionar.Sólo más tarde se intuye que este sustitutivo sólo ofrece enormes desengaños,y acarrea la caída en la insoportable soledad, en la frustración del vacíoabsoluto. En el fondo, son símbolos del infierno. Porque si nos preguntamosqué significa realmente estar condenado, es precisamente esto: no poder hallargusto en nada, no querer nada ni a nadie, ni tampoco ser querido. Estarexpulsado de la capacidad de amar, y por tanto del ámbito del poder amar, esel vacío absoluto, en el que la persona vive en contradicción consigo misma ycuya existencia constituye realmente un fracaso.Así pues, si el rasgo esencial de la persona es realmente parecerse a Dios, seruna persona que ama, la humanidad y cada uno de nosotros sólo puede existirsi existe el amor y enseña el camino hacia ese amor. Retornemos a Cristo: elacto redentor de Cristo consiste precisamente en hacernos palpable que Diosnos ama. Él nos lo cuenta a cada uno de nosotros y nos acompañapersonalmente con su vía crucis por el camino del perderse a uno mismo. Y, alconvertir la ley del amor en el regalo del amor, Él supera la soledad porantonomasia que supondría no ser redimidos.
¿CÓMO SE APRENDE A AMAR?
Pero no es extraño que, a pesar del anhelo de amar, apropiadamentearraigado, se consideren más importantes todas las demás cosas: éxito, sexo,prestigio, dinero, poder? Necesitamos casi todas nuestras energías paraaprender a alcanzar esos objetivos. Y apenas dedicamos tiempo a aprender elarte de amar.Mucho de lo que usted ha mencionado son atajos y caminos sustitutivos. Conello se pretende ahorrarse la aventura del perderse, para alcanzar más deprisael objetivo deseado. Esto por un lado. Además, hay que tener en cuenta queuna de las tareas del ser humano -que completa, por así decirlo, su misióncomo amante- consiste en desplegar sus capacidades.La persona debe actualizar y aprender las posibilidades que le han sido dadas,tiene que hacer algo en este mundo. En este sentido el aprendizaje de laprofesión y trabajar por ello en absoluto se opone al cometido fundamental delamor, sino que es su concreción. Yo no cumplo plenamente mi misión comoamante hasta que no me convierto del todo en el que puedo ser. Hasta que doytodo lo que puedo dar. Hasta que abro en la creación y en el tejido de lasrelaciones humanas las posibilidades que nos ayudan a arrostrar juntos la vida y a configurar la fertilidad del mundo hasta convertirlo en un vergel en el quehallemos, al mismo tiempo, seguridad y libertad.
La meta fundamental se tuerce cuando la formación profesional sólo persigueaprender aptitudes; cuando el dominio del mundo y la capacidad de adquirirpropiedades, de ejercer el poder, se desligan de la misión interna del amor -laexistencia de todos para todos-; cuando el poder adquiere la supremacía sobreel don; cuando, de ese modo, el autoafirmarse, el autocerrarse, el acumularcosas en torno vuelven a convertirse en objetivos prioritarios, asfixiando de esemodo en el individuo la capacidad de amar. La persona se ve dominadaentonces por las cosas y ya no sabe valorarlas correctamente.
Es importante que no consideremos nuestras aptitudes, la formaciónprofesional, como algo más bien secundario. Nuestras capacidades y elpatrimonio técnico del ser humano tienen que conservar su lugar interno sinindependizarse. Cuando el poder se independiza y se convierte lisa yllanamente en la pauta de la persona, ésta queda esclavizada, deviniendo conello en el polo opuesto al amor.
Una pregunta concreta: ¿qué ocurre en el caso de un cardenal? ¿Aprendióusted el arte de amar?
El amor no hay que aprenderlo como se aprende, por ejemplo, a tocar el pianoo a manejar un ordenador. Si me permite la expresión, hay que coaprenderlosiempre en las distintas cosas. Como es lógico, también se aprende depersonas ejemplares. Primero de los padres, que son ejemplo y guía para unomismo y en los que se ve correctamente realizada la persona. Más tarde seaprende en los encuentros que la vida le facilita a uno. Se aprende de unaamistad, de una labor que le una a los demás, de un cometido. Lo importantees no buscarse a sí mismo por encima de todo, sino experimentar el camino deldarse y, en consecuencia, del correcto recibir.Bueno, no deseo juzgar sobre mí mismo, pero, sea como fuere, he intentadoaprender el amor, y, digámoslo más humildemente, la bondad de la imagen deCristo y de los santos, y, por consiguiente, he procurado medir mis pasos y misacciones. Dios juzgará, las personas juzgarán, hasta qué punto lo he aprendidode veras.
A veces uno también es un incomprendido. A mí no se me va de la cabeza loque escribí sobre usted en un retrato anterior. Cité para ello al escritor StefanAndres. Éste había esbozado en una narración al gran inquisidor español quese hizo retratar por el famoso pintor El Greco con las siguientes palabras: «A él,el amor le trae sin cuidado».

Sí, de ese modo puede parecer una autoridad por fuera. Pero cuando tenemosque tratar críticamente a las personas, intentamos hacerlo en el sentido de un 

amor que no sólo es lisonja, sino que también pone límites, cuando se causadaño, cuando se vulneran las leyes internas del amor. Mis colaboradores y yonos esforzamos por no perder de vista a la persona en cuestión y hacer todo loposible para que se dé cuenta de lo mucho que nos importa. No querríamosfulminarla simplemente con un anatema, sino servir a la comunidad global y, endefinitiva, también a ella. Y por encima de todo nos sentimos obligados aproteger la fe de la gente sencilla. Hace poco un importante obispo me contóque vio en un país asiático cómo uno de los famosos adversarios de laCongregación de la Fe pisoteó con increíble arrogancia la fe de las personassencillas. Sólo entonces, según el obispo, cayó en la cuenta de que tenemosuna misión importante: proteger a los humildes de esa arrogancia.Naturalmente la cita no iba sólo por el cargo, sino también por la persona quelo detenta, a la que el cargo podría contaminar.Sí, ciertamente ese peligro existe. Sólo cabe intentar aplicar correcciones y nosucumbir en lo posible a él.La mayoría de la gente considera que el problema del amor consiste en primerlugar en ser amado, y no tanto en el impulso de amar.Esta actitud corrompe la esencia del amor. Cuando sólo se quiere tener amor,es justo cuando no se recibe, y uno se vuelve egoísta, podrido, hecho que,lógicamente, también percibe el otro. Aprender a superarse y a entregarse unomismo, aprender a regalarse, incluso sin recibir nada a cambio, forma parte delcamino del aprendizaje del amor. El darse sobre todo al antipático y a aquelque simplemente me necesita, al doliente. Pensemos en el samaritano. Unoama precisamente cuando, en lugar de acaparar para sí mismo, intentaconvertirse en un donante que piensa sobre todo en aquellos a quienes nadieregala una palabra amable, por muy antipáticos que le resulten.
FACETAS DEL AMOR
Erich Fromm opina que la faceta más importante del dar no se refiere a cosasmateriales. Una persona da el máximo a otra cuando se da a sí misma, esdecir, cuando ofrece lo más valioso que posee, su vida. Cuando le da sualegría, su interés, su comprensión, su conocimiento y, naturalmente, tambiénsu humor y su tristeza: en suma, todo lo vivo que hay en ella.
Dar no puede referirse básicamente al dinero, esto es una perogrullada. Comoes lógico, el dinero puede ser muy necesario. Pero dar sólo dinero suele serhiriente para el otro. Yo lo he comprobado una y otra vez en el Tercer Mundo.Si sólo nos mandáis dinero, te dicen las gentes, muchas veces más queayudarnos, nos perjudicáis. El dinero se malgasta deprisa en cualquier parte yempeora aún más la situación. Vosotros tenéis que dar más. Tenéis que venir
en persona, tenéis que datos a vosotros mismos, y después contribuir a que losdones materiales que traéis se empleen correctamente, que no sean algosobrante de lo que os desprendéis, exonerándoos en cierto modo de lapregunta que os planteamos de qué somos para vosotros.Mientras sólo proporcionemos dinero o conocimientos, siempre serádemasiado poco. En este ámbito, los misioneros, que llevaron a Dios a laspersonas, que les hicieron creíble el amor, que les regalaron un nuevo caminoen la vida, que se dieron por entero a sí mismos, que no se fueron para dos,tres años, para una aventura interesante, sino para toda la vida, parapertenecer siempre a las personas de allí, constituyen todo un ejemplo. Si noaprendemos de nuevo esta capacidad de autoentrega, los demás dones serán demasiado poco.
Esto, dicho a escala mundial, también es válido en la relación con cadapersona. Existe a este respecto un hermoso relato de Rilke. Cuenta el poetaque, en París, pasaba siempre junto a una mujer a la que arrojaba una monedaen el sombrero. La mendiga permanecía totalmente impasible, como sicareciese de alma. Un buen día, Rilke le regala una rosa. Y en ese momentosu rostro florece. Él ve por primera vez que ella tiene sentimientos. La mujersonríe, luego se marcha y durante ocho días deja de mendigar porque le handado algo más valioso que el dinero.Creo que este hermoso y pequeño acontecimiento demuestra que, enocasiones, una rosa, un gesto de interés, de cordialidad, de aceptación delotro, puede superar con creces al dinero y a otras dádivas materiales.
La Nueva Ley que se prometía con el Mesías era un evangelio del amor.¿Puede decirse que la antigua alianza en conjunto también estaba, en ciertomodo, agotada: en sus cultos, en sus sacrificios y también en la concepción dela vida comunitaria? Porque evidentemente había llegado el momento de iniciaralgo nuevo. Malaquías, el último profeta de la antigua alianza, había anunciado:«Ya no me complazco en vosotros», dice el Señor de los ejércitos, «ni aceptaréde vuestra mano ofrenda alguna más».
Yo no diría que la antigua alianza estuviese agotada. Los judíos siguenviviendo en ella y extrayendo gran riqueza espiritual del Antiguo Testamento.Pero, en cuanto cristianos, diremos sin duda que era un camino hacia unameta, y que ésta tuvo que venir poco a poco para que todo ese camino siguierateniendo sentido. Así pues, lo anterior no se interrumpe o se abandona porgastado, sino que es un camino que conduce a una meta y que, por así decirlo,siempre permanece presente en ella. De otro modo, no alcanzaremos el objetivo.
El Antiguo Testamento critica desde el principio los sacrificios. En los salmos,Dios dice al hombre: «Si deseara algo para comer, no te lo diría; no deseo tusreses ni tus holocaustos, no es eso lo que necesito, yo necesito tu corazón».En las ofrendas de sacrificios, siempre se esforzaban por reconocer el poder deDios y entregarse al menos simbólicamente. Al mismo tiempo, el ser humanoera en cierto modo consciente de que Dios nada puede hacer con toros yterneros quemados. En este sentido los actos de culto del Antiguo Testamentose proyectan desde dentro hacia el que ahora es la verdadera víctima, el Hijo,que se nos da a sí mismo y nos da a su Padre, comenzando, como quien dice,la transformación del mundo en amor. El amor es aquí el auténtico sacrificio.Desliga el gesto desesperado que implicaban los sacrificios de animales,tornándolos carentes de sentido.A este respecto, no es casualidad que cuarenta años después de la crucifixiónel templo desaparezca para siempre de la historia, porque lo que simbolizabase ha hecho realidad.
¿Envió Dios a su Hijo por amor al ser humano o quizá se trató de pura compasión?
Yo no opondría la compasión al amor. La verdadera compasión trasciende elmero sentimentalismo. Es una especie de identificación con la pena ajena y,por tanto, un acto esencial de amor.El mundo antiguo de los griegos había comprobado la inmutabilidad de Dios,representándolo como un espíritu puro, incapaz de sentir, y menos de padecer.Esto indujo a los cristianos a preguntar: ¿pero qué sucede realmente con Dios?Y Orígenes pronunció en cierta ocasión estas hermosas palabras sobre Él:«Dios no puede padecer, pero puede compadecer». Es decir, puedeidentificarse con nosotros, los sufrientes. Así es el gran acto de amor en el quese identifica con nosotros en Cristo hasta lo físico, identificándonos con Él eintroduciéndonos en el seno de su amor.De manera que me atrevería a decir que el cristianismo, al oponerprecisamente la fuerza de la compasión a la ética estoica de la absolutaexclusión del sufrimiento, proclama también el amor. La correcta compasión es un acto de amor.
p. 109    pág. 183

GOTT UND DIE WELT / Joseph Ratzinger / II parte / Sobre JESUCRISTO (08)

20 de May de 2018

https://es.scribd.com/doc/217117950/Dios-y-El-Mundo-Joseph-Ratzinger-pdf

p. 109  /  pág. 193

SEGUNDA PARTE  /   SOBRE JESUCRISTO

Señor cardenal, ¿es posible imaginarse a Jesucristo tal como aparece en la Sábana Santa de Turín?
 La mortaja de Turín es un misterio, una imagen que todavía no ha encontrado una explicación concluyente, aunque numerosas razones abogan por su autenticidad. En cualquier caso, la fuerza particular de esa figura, las enormes heridas, nos conmueven.
Y su impresionante rostro.
En ese rostro podemos reconocer la pasión de una forma estremecedora. Y vemos, además, una gran dignidad interna. Ese rostro desprende sosiego y resignación, paz y bondad. En este sentido nos ayuda de verdad a imaginarnos a Cristo.
Un hombre con una gran autoestima…
Si sólo fuera una autoestima humana, sería exagerada. Esa expresión revela algo más grande: Jesús sabe que es completamente uno con otro, es decir,con el Padre, con Dios. Esa unidad es familiar, supera todas las demás modalidades de unión mística que conocemos. Por eso Jesús puede adjudicarse con toda razón el nombre de Dios: «Yo soy el que soy».
 Pero también es un hombre a veces brusco e iracundo. Él dice una vez: «¡Oh,increíble y fanática generación!», y, completamente desesperado, exclama:«¿Cuánto tiempo tendré que pasar aún con vosotros? ¿Cuánto tiempo tendré que soportaros todavía?».
Esa severidad del Señor, casi impaciencia, con los seres humanos, es algo que siempre me conmueve. Podemos extraer de ella una lección sobre el amor,que no es simplemente ternura, condescendencia, sino exigencia. 
Jesús mira a las personas con los ojos de Dios. Desde esta óptica, podemos darnos cuenta de la decepción que las personas provocan a Dios, qué ira tiene que ascender en Él a la vista de cómo se comporta su criatura consigo misma y con Él. Esas palabras muestran cuán inquietante debe parecer desde la perspectiva divina ese tedio interno e indiferencia hacia Dios, esa incapacidad para escuchar y esa cerrazón del ser humano.
La expresión favorita de Jesús es evidentemente «llanto y rechinar de dientes».Siempre que quiere indicar algo malo, dice que allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Yo no la calificaría precisamente de expresión favorita. Es una frase que aparece en Jesucristo en situaciones extremas. El «llanto y rechinar de dientes» representa en realidad la amenaza, el peligro, incluso; en última instancia, el fracaso del ser humano. Es una situación que describe el mundo de las personas caídas en la droga y en los éxtasis orgiásticos, quienes, en el momento de salir del aturdimiento, perciben con claridad la completa contradicción de su vida.El infierno se representa normalmente con el fuego, con las llamas. El rechinar de dientes, sin embargo, surge realmente cuando se tiene frío. Aquí, la persona caída, con sus llantos y lamentos y gritos de protesta, evoca la imagen de estar expuesta al frío por negarse al amor. En un mundo completamente alejado de Dios, y por tanto del amor, se siente frío, hasta el punto de provocar el rechinar de dientes.A veces, Jesús se permite incluso verdaderos trucos de magia. En una ocasión que sus apóstoles vuelven a estar sin dinero para pagar el impuesto del templo,dice a Pedro: «Ve al lago, echa el anzuelo; coge el primer pez que saques,,ábrele la boca y hallarás una moneda de cuatro dracmas. Dásela a los hombres como impuesto por mí y por ti».Jesús no hacía milagros simplemente por capricho, sino sólo en relación con la fe. Él dijo expresamente: «No he venido a hacer milagros, sino a anunciar el reino de Dios».La pequeña historia que usted ha referido es de hecho de naturaleza algo diferente y trata de explicar algo más profundo. Nos enseña que el Señor, que en realidad no tiene que pagar impuesto alguno porque el templo, en última instancia, está dedicado a Él, lo hace obediente, pero con un regalo especial de Dios. Me imagino a Jesús riéndose en voz baja mientras tanto.
JESUS: ¿UNA INVENCIÓN?
Las dudas sobre la historia de Jesucristo seguro que nunca se disiparán. Para unos Jesús es una mera invención, para otros una especie de líder de una secta. Otros, por su parte, creen que Jesús fue sólo una de esas figuras arquetípicas que expresan de manera muy clara el drama del ser humano: el dolor, el miedo, el amor. Y algunos dirán: «Es posible que ese maestro sea interesante, ¿Pero qué tiene que ver conmigo Jesús?»
Como es natural se puede dudar de los hechos históricos, y así locomprobamos una y otra vez. Ahora, por ejemplo, un erudito niega a Carlomagno; es más, toda la historia de dos siglos es presentada como falsa y así sucesivamente. Bien, nosotros no estuvimos presentes. Y el documento histórico proporciona información, pero no nos pone en contacto con el hecho en sí.Es decir, que hay espacio para la especulación…
No. Si utilizamos exclusivamente los criterios históricos reconocidos, las pruebas sobre Jesús son tan tempranas, tan amplias y tan buenas, que no podemos dudar en absoluto de su carácter histórico. Todo lo que se nos transmite es además completamente distinto a lo que se podría construir o imaginar. Rompe todos los esquemas de plausibilidad. Además, podemos percibir tanto las huellas del acontecimiento como aquello en lo que se ha convertido ese suceso a continuación. Ambas cosas no son explicables por composiciones de ideas, sino sólo por la pujanza elemental de algo que ocurrió de verdad. Por ello, en mi opinión, las dudas sobre la existencia de Jesús no son serias. Pero desde el punto de vista histórico, ¿podemos confiar realmente en las fuentes? Bueno, ya sabe usted que ahora se escarba en las fuentes sin cesar. Se intenta desmenuzarlas todavía más. Al final quedarán reducidas a añicos, y  de repente uno se preguntará cómo pudieron surgir siquiera tales acontecimientos de una figura tan mísera. No debemos olvidar una cosa: la Primera Epístola a los Corintios, que testimonia la resurrección de Cristo y la institución de la eucaristía, figura en textos que ya conoció Pablo. La carta fue escrita a comienzos de los años cincuenta después del nacimiento de Cristo. El texto que contiene se remonta a su vez a la tradición de Jerusalén. Son por tanto, como dice el propio Pablo,fondos transmitidos. También su forma verbal revela que aquí nos acercamos mucho a los propios acontecimientos. 
He de admitir que, cuanto más analizo estos esfuerzos para investigar las fuentes, más desconfío del exceso de hipótesis que ha suscitado. Y que además se repiten y refutan eternamente entre sí. Albert Schweitzer ya criticó la construcción de un Jesús meramente histórico en oposición al Cristo de la fe,iniciada en la Ilustración. Él dice que entonces creímos tenerle por fin de verdad, pero Él ha pasado junto a nuestra época y ha regresado a sí mismo.
Creo que todos estos intentos son reconstrucciones que traslucen la imagen del constructor, tanto si toma usted el Cristo de Adolf Harnack -que refleja el tipo humano liberal-, como el Cristo de Bultmann, que pone de manifiesto su filosofía de corte existencialista. Todas estas construcciones se levantaron apartir de una idea básica: Dios hombre es imposible. Por tanto, los acontecimientos que lo presuponen no pueden ser históricos. Es decir, que aquí se aborda el asunto con una condición que, en el fondo, arrebata su fuerza íntima al acontecimiento, y con ella, precisamente todo aquello que le confiere emoción y plenitud.
¿Cómo lo abordaría usted?
A mí me parece mucho más correcto preguntar simplemente: «¿Tiene sentido el personaje tal como lo refleja el Nuevo Testamento?». Y mi respuesta sería: «Sólo así, tal como está ahí, tiene sentido». Sólo así tiene grandeza y pudo ser el desencadenante de tales acontecimientos. Por eso -pese a toda la crítica de las fuentes, de la que también se puede aprender mucho- estoy convencido deque la confianza en los evangelios está plenamente justificada. Aunque en ciertos detalles algunos datos puedan seguir siendo conformados en el futuro,podemos confiar en el testimonio de los evangelios y encontrar en ellos la verdadera figura de Cristo, que es mucho más real que las reconstrucciones históricas, tan seguras en apariencia. Aún añadiré más: el Evangelio según san Juan, que durante mucho tiempo fue considerado una composición meramente teológica -Bultmann, por ejemplo,intentó explicarlo a partir de las corrientes gnósticas-, aparece precisamente hoy rehabilitado incluso desde el punto de vista histórico de una forma asombrosa. Contiene los datos geográficos más exactos y el conocimiento más minucioso del pensamiento judío y de la forma de vida judía de la época. Un exégeta como Klaus Berger, de Heidelberg, lo considera incluso el más antiguo de los evangelios. Bueno, yo no estoy de acuerdo en eso. Toda la tradición dice que surgió a fines del siglo I. Dejémoslo así. Pero es un evangelio que deriva de un conocimiento muy preciso, y no expone una visión teológica que se haya desprendido del sustrato histórico.
FUENTE:

p. 113     /   pág. 193

8.- SOBRE LA REVELACIÓN

El teólogo  Henri de Lubac dijo una vez que el lugar preferido del misterio era la vida de Cristo. Que los hechos que contenía eran por una parte genuinos hechos humanos, pero que también eran los de un personaje divino. Cito a Lubac literalmente: «Captar el sentido de la vida de Cristo significa penetrar en la verdad divina». ¿Quiere decir que Dios y también toda nuestra existencia humana se vuelven visibles y palpables cuando aprendemos a leerla vida de Cristo?

Creo que lo esencial es que sólo un paulatino adentrarse en la vida de Cristo proporciona la materia y el fundamento de una vida capaz de deparar al individuo la comprensión de Dios. Las palabras de Jesús son de una importancia insustituible, sin duda, pero no podemos reducir a Cristo a meras palabras. La carne, como dice san Juan, forma parte de ello, es la palabra vivida, que conduce hasta la cruz. Las palabras sólo hablan con la grandeza que las caracteriza cuando contemplamos el contexto vital global del personaje de Jesús. En este sentido, meditar sobre la vida y el sufrimiento de Cristo es fundamental para comprender su mensaje.

 

PROFETAS Y PRECURSORES
Entonces permítanos reflejar con algo más de precisión la figura, la vida y el mensaje de Jesucristo. Comencemos por San Juan. «En el principio existía el Verbo», así empieza el evangelio, y más adelante dice: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto la gloria del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad». Este prólogo es con toda seguridad de lo más sublime que se haya escrito jamás en el mundo.
Las primeras palabras del Evangelio según san Juan tienden un puente entre el Génesis, la razón primera de las cosas, y el acontecimiento de Palestina. Nos revelan lo siguiente: Aquel Logos, aquel sentido creador a partir del cual había surgido el mundo, está presente en la persona llamada Jesús. Aquella fuerza que creó el mundo entra así personalmente en el mundo y habla con nosotros. […].

3 OBISPOS DEFIENDEN LA DOCTRINA CRISTIANA SOBRE EL MATRIMONIO

18 de marzo de 2018

Tres obispos de Kazajistán hacen ‘pública profesión de verdades inmutables sobre el matrimonio’

Gabriel Ariza
2 enero, 2018

Se trata Tomash Peta, Arzobispo Metropolitano de la archidiócesis de Maria Santísima en Astana, Athanasius Schneider, su obispo auxiliar, y Jan Pawel Lenga, obispo emérito de Karaganda, la otra diócesis del país. 

Los obispos de Kazajistán -un país con un 70% de musulmanes y en el que los católicos son minoría (la archidiócesis de María Santísima -Astana- cuenta con una población de casi 4 millones de habitantes, entre los cuáles sólo hay 55.000 católicos)- el arzobispo de María Santísima en Astaná y su auxiliar, y el obispo emérito de la única diócesis sufragánea, han cerrado 2017 con una ‘profesión pública sobre las verdades inmutables sobre el matrimonio’, algo que han considerado necesario ‘ante la notable y creciente confusión en la Iglesia’ a raíz de la publicación de Amoris Laetitia y la multitud de interpretaciones contradictorias a lo largo del orbe católico.

 

  • Las relaciones sexuales entre personas que no están unidas entre sí por el vínculo de un matrimonio válido, como se verifica en el caso de los “divorciados vueltos a casar”, son siempre contrarias a la voluntad de Dios y constituyen una grave ofensa a Dios.
  • Ninguna circunstancia o finalidad, ni siquiera una posible imputabilidad o culpa disminuída, pueden hacer de tales relaciones sexuales una realidad moral positiva y agradables a Dios. Lo mismo vale para los otros preceptos negativos de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Ello a causa de que “existen actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto.” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Reconciliatio et paenitentia, 17).
  • La Iglesia no posee el carisma infalible de juzgar sobre el estado de gracia interno de un fiel (cf. Concilio di Trento, sess. 24, cap. 1). La no admisibilidad a la Santa Comunión de los así llamados “divorciados vueltos a casar” no significa por lo tanto un juicio de su estado de gracia ante Dios, sino un juicio del carácter visible, público y objetivo de su situación. A causa de la naturaleza visible de los sacramentos y de la misma Iglesia, la recepción de los sacramentos depende necesariamente de la situación visible y objetiva de los fieles.
  • No es moralmente lícito tener relaciones sexuales con una persona que no es el propio cónyuge legítimo, para evitar un supuesto otro pecado. Ello a causa de que la Palabra de Dios nos enseña que no es lícito “hacer el mal para que venga el bien” (Rom 3, 8).
  • La admisión de tales personas a la Santa Comunión puede ser permitida solamente cuando, con la ayuda de la gracia de Dios y de un paciente e individual acompañamiento pastoral, ellas hacen un sincero propósito de cesar de allí en adelante tales relaciones sexuales y de evitar el escándalo. En ello se ha expresado siempre en la Iglesia el verdadero discernimiento y el auténtico acompañamiento pastoral.
  • Las personas que mantienen relaciones sexuales no conyugales de modo habitual, violan con tal estilo de vida el indisoluble vínculo nupcial matrimonial respecto al legítimo cónyuge. Por esta razón no son capaces de participar “en el Espíritu y en la Verdad” (cf. Jn 4, 23) en la cena nupcial eucarística de Cristo, teniendo también en cuenta las palabras del rito de la Sagrada Comunión: “¡Beatos los invitados a la Cena del Cordero!” (Ap 19, 9).
  • El cumplimiento de la voluntad de Dios, revelada en Sus Diez Mandamientos y en Su explícita prohibición del divorcio, constituye el verdadero bien espiritual de las personas aquí en la Tierra, permitiendo así que sean conducidas a la salvación de la vida eterna.

A continuación, la carta hecha pública por los obispos de Kazajistán, bajo el título ‘Profesión de las verdades inmutables a respecto del matrimonio sacramental’:

Después de la publicación de la Exhortación Apostólica “Amoris laetitia” (2016) diversos obispos han emitido a nivel local, regional y nacional normas concernientes a la aplicación de la disciplina sacramental a los fieles llamados “divorciados vueltos a casar”, quienes se unieron en una convivencia estable more uxorio con una persona que no es su legítimo cónyuge, pese a que esté vivo quien sí tiene esa condición, con quien está unido por un válido vínculo matrimonial.

Las normas mencionadas prevén, entre otras cosas, que en casos individuales las personas   llamadas “divorciados vueltos a casar”, puedan recibir los sacramentos de la Penitencia y de la Santa Comunión, pese a continuar viviendo habitual e intencionalmente more uxorio con una persona que no es su legítimo cónyuge. Tales normas han recibido a menudo aprobación de parte de diversas autoridades jerárquicas y algunas de ellas fueron inclusive dadas por buenas por la suprema autoridad de la Iglesia.

La difusión de dichas normas pastorales eclesiásticamente aprobadas han causado una notable y creciente confusión entre fieles y en el clero; confusión ésta que toca manifestaciones centrales de la vida de la Iglesia, como lo son el matrimonio sacramental que da origen a la familia, la iglesia doméstica y el sacramento de la Santísima Eucaristía.

Según la doctrina de la Iglesia sólo el vínculo matrimonial sacramental constituye una iglesia doméstica (cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 11). La admisión de los fieles “divorciados vueltos a casar” a la Santa Comunión, que es la expresión máxima de la unidad de Cristo-Esposo con Su Iglesia, significa en la práctica un modo de aprobación y legitimación del divorcio y, en ese sentido, una especie de introducción del divorcio en la Iglesia.

Las mencionadas normas pastorales se revelan de hecho y con el tiempo un medio de difusión de la “plaga del divorcio”, expresión usada por el Concilio Vaticano II (cf. Gaudium et spes, 47). Se trata de una difusión de esta “plaga del divorcio” inclusive en la propia vida de la Iglesia, cuando Ésta debería ser en cambio – a causa de su fidelidad incondicional a la doctrina de Cristo – un baluarte y una señal inconfundible de contradicción contra la plaga del divorcio cada vez más difusas en la sociedad civil.

De modo inequívoco y sin admitir ninguna excepción Nuestro Señor y Redentor Jesucristo ha reconfirmado solemnemente la voluntad de Dios en lo que dice respecto a la prohibición absoluta del divorcio. Una aprobación y legitimación de la violación de la sacralidad del vínculo matrimonial, aunque lo sea indirectamente por medio de la mencionada nueva disciplina sacramental, contradice en modo grave la expresa voluntad de Dios y Su mandamiento. Tal práctica representa por lo tanto una alteración substancial de la disciplina sacramental bimilenaria de la Iglesia. Además, con el correr del tiempo, una disciplina substancialmente alterada acarreará también una alteración de la correspondiente doctrina.

El constante Magisterio de la Iglesia, comenzando por las enseñanzas de los Apóstoles y de todos los Sumos Pontífices, ha conservado y trasmitido fielmente ya sea en la doctrina (en la teoría), ya sea en la disciplina sacramental (en la práctica), de modo inequívoco, sin sombra alguna de duda y siempre en el mismo sentido y con idéntico significado (eodem sensu eademque sententia) la cristalina enseñanza de Cristo con respecto a la indisolubilidad del matrimonio.

A causa de su naturaleza divinamente establecida, la disciplina de los sacramentos no debe contradecir la palabra revelada: “Los sacramentos no sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de cosas; por esto se llaman ‘sacramentos de la fe’ ” (Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, 59). “Incluso la suprema autoridad de la Iglesia no puede cambiar la liturgia a su arbitrio, sino solamente en virtud del servicio de la fe y en el respeto religioso al misterio de la liturgia” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1125). La fe católica por su propia naturaleza excluye una formal contradicción entre la fe profesada, por una parte, y la práctica de los sacramentos, por otra. En este sentido se puede entender también la siguiente afirmación del Magisterio: “El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época” (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 43) y “la pedagogía concreta de la Iglesia debe estar siempre unida y nunca separada de su doctrina” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, 33).

En vista de la importancia de la doctrina y de la disciplina del matrimonio y de la Eucaristía, la Iglesia está obligada a hablar con la misma voz. Por lo tanto, las normas pastorales que dicen respecto a la indisolubilidad del matrimonio no deben contradecirse entre una diócesis y otra, entre un país y otro. La Iglesia ha observado este principio, como lo atestigua San Ireneo de Lyon, desde los tiempos de los Apóstoles: “Si bien la Iglesia esté difundida por todo el mundo hasta los extremos de la tierra, por el hecho de haber recibido de los Apóstoles y de los discípulos la fe, conserva esta predicación y esta fe con cuidado y – como si habitase en una sola casa – cree en ella de la misma manera, como si tuviese una sola alma y un solo corazón y con voz  unánime, como si tuviese una sola boca, predica la verdad de la fe, la enseña y la transmite”  (Adversus haereses, I, 10, 2). Santo Tomás de Aquino nos transmite el mismo perenne principio de la vida de la Iglesia: “Hay una sola y misma fe de los antiguos y de los modernos; si no, no habría una única y misma Iglesia” (Questiones Disputatae de Veritate, q. 14, a. 12c).

Permanece actual la siguiente amonestación del Papa Juan Pablo II: “La confusión, creada en la conciencia de numerosos fieles por la divergencia de opiniones y enseñanzas en la teología, en la predicación, en la catequesis, en la dirección espiritual, sobre cuestiones graves y delicadas de la moral cristiana, termina por hacer disminuir, hasta casi borrarlo, el verdadero sentido del pecado” (Exhortación Apostólica Reconciliatio et paenitenia, 18).

A la doctrina y disciplina sacramental concerniente a la indisolubilidad del matrimonio rato y consumado, es plenamente aplicable el sentido de las siguientes afirmaciones del Magisterio de la Iglesia:

  • “Pues la Iglesia de Cristo, diligente custodia y defensora de los dogmas a Ella confiados, jamás cambia en ellos nada, ni disminuye, ni añade, antes, tratando fiel y sabiamente con todos sus recursos las verdades que la antigüedad ha esbozado y la fe de los Padres ha sembrado, de tal manera trabaja por limarlas y pulirlas, que los antiguos dogmas de la celestial doctrina reciban claridad, luz, precisión, sin que pierdan, sin embargo, su plenitud, su integridad, su índole propia, y se desarrollen tan sólo según su naturaleza; es decir, el mismo dogma, en el mismo sentido y parecer” (Pio IX, Bula dogmática Ineffabilis Deus).
  • “En lo que dice respecto a la substancia de la verdad, la Iglesia tiene, frente a Dios y a los hombres, el sagrado deber de anunciarla, de enseñarla sin atenuantes, como Cristo la ha revelado y no existe ninguna condición de los tiempos que pueda dispensar del rigor de esta obligación. Ese deber liga la conciencia de todos los sacerdotes a los cuales ha sido confiado el cuidado de amaestrar, amonestar y guiar a los fieles” (Pio XII, Discurso a los párrocos y cuaresmalistas, 23 de marzo de 1949).
  • “La Iglesia no historiza, no relativiza las metamorfosis de la cultura profana, su naturaleza siempre igual y fiel a sí misma, como Cristo la quiso y la tradición la perfeccionó” (Paulo VI, Homilía dal 28 de octubre de 1965).
  • “No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas” (Paulo VI, Encíclica Humanae Vitae, 29).
  • “La Iglesia no cesa nunca de invitar y animar, a fin de que las eventuales dificultades conyugales se resuelvan sin falsificar ni comprometer jamás la verdad.” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, 33).
  • “De tal norma (la ley moral divina) la Iglesia no es ciertamente ni la autora ni el árbitro. En obediencia a la verdad que es Cristo, cuya imagen se refleja en la naturaleza y en la dignidad de la persona humana, la Iglesia interpreta la norma moral y la propone a todos los hombres de buena voluntad, sin esconder las exigencias de radicalidad y de perfección” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, 33).
  • “El otro es el principio de la verdad y de la coherencia, por el cual la Iglesia no acepta llamar bien al mal y mal al bien. Basándose en estos dos principios complementarios, la Iglesia desea invitar a sus hijos, que se encuentran en estas situaciones dolorosas, a acercarse a la misericordia divina por otros caminos, pero no por el de los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, hasta que hayan alcanzado las disposiciones requeridas del alma” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Reconciliatio et paenitentia, 34).
  • “La firmeza de la Iglesia en defender las normas morales universales e inmutables no tiene nada de humillante. Está sólo al servicio de la verdadera libertad del hombre. Dado que no hay libertad fuera o contra la verdad” (Juan Pablo II, Encíclica Veritatis splendor, 96).
  • “Ante las normas morales que prohíben el mal intrínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. No hay ninguna diferencia entre ser el dueño del mundo o el último de los miserables de la Tierra: ante las exigencias morales somos todos absolutamente iguales” (Juan Pablo II, Encíclica Veritatis splendor, 96).
  • “El deber de reiterar esta no posibilidad de admitir a la Eucaristía (a los divorciados vueltos a casar) es condición de verdadera pastoralidad, de auténtica preocupación por el bien de estos fieles y de toda la Iglesia, ya que indica las condiciones necesarias para la plenitud de aquella conversión a la cual todos son siempre invitados por el Señor” (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración acerca de la admisibilidad a la Santa Comunión a los divorciados vueltos a casar,  24 de junio del 2000, n. 5).

Como obispos católicos, los cuales – según la enseñanza del Concilio Vaticano II – deben defender la unidad de la fe y de la disciplina común de la Iglesia, y buscar que surja para todos los hombres la luz de la verdad plena (cf. Lumen gentium, 23), nos vemos obligados en conciencia a profesar, ante la desenfrenada confusión, la inmutable verdad y la igualmente inmutable disciplina sacramental concerniente a la indisolubilidad del matrimonio conforme a la enseñanza bimilenaria e inalterada del Magisterio de la Iglesia. En este espíritu reiteramos:

  • Las relaciones sexuales entre personas que no están unidas entre sí por el vínculo de un matrimonio válido, como se verifica en el caso de los “divorciados vueltos a casar”, son siempre contrarias a la voluntad de Dios y constituyen una grave ofensa a Dios.
  • Ninguna circunstancia o finalidad, ni siquiera una posible imputabilidad o culpa disminuída, pueden hacer de tales relaciones sexuales una realidad moral positiva y agradables a Dios. Lo mismo vale para los otros preceptos negativos de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Ello a causa de que “existen actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto.” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Reconciliatio et paenitentia, 17).
  • La Iglesia no posee el carisma infalible de juzgar sobre el estado de gracia interno de un fiel (cf. Concilio di Trento, sess. 24, cap. 1). La no admisibilidad a la Santa Comunión de los así llamados “divorciados vueltos a casar” no significa por lo tanto un juicio de su estado de gracia ante Dios, sino un juicio del carácter visible, público y objetivo de su situación. A causa de la naturaleza visible de los sacramentos y de la misma Iglesia, la recepción de los sacramentos depende necesariamente de la situación visible y objetiva de los fieles.
  • No es moralmente lícito tener relaciones sexuales con una persona que no es el propio cónyuge legítimo, para evitar un supuesto otro pecado. Ello a causa de que la Palabra de Dios nos enseña que no es lícito “hacer el mal para que venga el bien” (Rom 3, 8).
  • La admisión de tales personas a la Santa Comunión puede ser permitida solamente cuando, con la ayuda de la gracia de Dios y de un paciente e individual acompañamiento pastoral, ellas hacen un sincero propósito de cesar de allí en adelante tales relaciones sexuales y de evitar el escándalo. En ello se ha expresado siempre en la Iglesia el verdadero discernimiento y el auténtico acompañamiento pastoral.
  • Las personas que mantienen relaciones sexuales no conyugales de modo habitual, violan con tal estilo de vida el indisoluble vínculo nupcial matrimonial respecto al legítimo cónyuge. Por esta razón no son capaces de participar “en el Espíritu y en la Verdad” (cf. Jn 4, 23) en la cena nupcial eucarística de Cristo, teniendo también en cuenta las palabras del rito de la Sagrada Comunión: “¡Beatos los invitados a la Cena del Cordero!” (Ap 19, 9).
  • El cumplimiento de la voluntad de Dios, revelada en Sus Diez Mandamientos y en Su explícita prohibición del divorcio, constituye el verdadero bien espiritual de las personas aquí en la Tierra, permitiendo así que sean conducidas a la salvación de la vida eterna.

Siendo los obispos en su oficio pastoral quienes deben “velar por la fe católica y apostólica” (cf. Missale Romanum, Canon Romanus), estamos conscientes de esta grave responsabilidad y de nuestro deber ante los fieles que de nosotros esperan una profesión pública e inequívoca de la verdad y de la disciplina inmutables de la Iglesia en lo que dice respecto a la indisolubilidad del matrimonio. Por esta razón no nos es permitido callar.

Afirmamos por lo tanto en el espíritu de San Juan Bautista, de San Juan Fisher, de Santo Tomás Moro, de la Beata Laura Vicuña y de numerosos conocidos y desconocidos confesores y mártires de la indisolubilidad del matrimonio:

No es lícito (non licet) justificar, aprobar o legitimar, ni directamente ni indirectamente, ya sea el divorcio ya sea una relación sexual no conyugal estable, con una disciplina sacramental de admisión a la Santa Comunión de los así llamados “divorciados vueltos a casar”, tratándose en este caso de una disciplina ajena a la entera Tradición de la fe católica y apostólica.

Haciendo esta pública profesión ante nuestra conciencia y ante Dios que nos ha de juzgar, estamos sinceramente convencidos de prestar así un servicio de caridad en la verdad a la Iglesia de nuestro tiempo y al Sumo Pontífice, Sucesor de San Pedro y Vicario de Cristo sobre la Tierra.

31 de diciembre del 2017, Fiesta de la Sagrada Familia, en el año del centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima.

+ Tomash Peta, Arzobispo Metropolitano de la archidiócesis de Santa Maria en Astana

+ Jan Pawel Lenga, Arzobispo-Bispo emérito de Karaganda

+ Athanasius Schneider, Obispo auxiliar de la archidiócesis de Santa Maria en Astana.

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FUENTE:

Tres obispos de Kazajistán hacen ‘pública profesión de verdades inmutables sobre el matrimonio’

 

 

conspiración contra TRUMP

21 de May de 2016

Germán Gorraiz.-
El puzzle inconexo del caos ordenado puede esbozarse mediante la llamada “Teoría de las Catástrofes” del científico francés René Thom y se basaría en dos conceptos antinómicos para intentar “comprender el orden jerárquico de la complejidad biológica”. Así, el concepto de estabilidad o equilibrio se refiere a un sistema que permanece estable aunque registre un cambio, principio que trasladado a la esfera política de EEUU y a las próximas Elecciones Presidenciales de EEUU, se traduciría en la presencia de candidatos auspiciados por la dirección de los Partidos hegemónicos en EEUU ( Demócrata y Republicano) para perpetuar el estatus quo dominante, cuyas figuras visibles serían Hillary Clinton y Ted Cruz. En la orilla antónima, encontramos el concepto de cambio cualitativo o discontinuidad que se produce cuando simples cambios cuantitativos pasan a ser otra cosa diferente y el sistema se transforma internamente de modo radical en una nueva realidad que modifica su situación de equilibro interno y se crea una situación nueva , tesis representada por los iconoclastas Trump y Sanders.
El actual sistema dominante o establishment de las sociedades occidentales utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas”. Sin embargo, la sorpresiva irrupción en el campo republicano de un candidato independiente y refractario a la disciplina de partido como Trump, habría desatado las alarmas en el seno de las cúpulas dirigentes por lo que serán asociados por el aparato mediático del sistema dominante (mass media) con el advenimiento del caos. Por caos (Khaos o “vacío que ocupa un hueco en la nada”) entendemos algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos pues nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia total del inmenso genoma del caos.
Trump, la bestia negra del establishment

Wright Millsen su libro “The Power Elite” (1.956), indica que la clave para entender la inquietud norteamericana se encontraría en la sobre-organización de su sociedad. Así, establishment sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, militar, económica, universitaria y mass media de EEUU”, lobbys de presión que estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses y dirigidas por la metafísica militar”, concepto que se apoya en una definición militar de la realidad y que habría transformado la economía en una guerra económica permanente y cuyo paradigma serían los Rockefeller al participar en los lobbys financiero, industria militar y judío y uno de cuyos miembros, David, sería el impulsor de Trilateral Comission” (TC) o Trilateral(1973).
Además, los lobbys militar y financiero (ambos fagocitados por el looby judío) no pudieron resistir a la tentación de crear un gobierno de facto que manipulara los entresijos del poder, derivando en la aparición de un nuevo ente (el complejo militar-industrial, en palabras de Eisenhower) refractaria a la opinión pública y al control del Congreso y Senado de los Estados Unidos). El mismo Eisenhower, un año antes del fin de su mandato, pronunció un discurso premonitorio de la posterior mutación del inicial “Campus” hasta el Gobierno en la sombra que tutela la democracia estadounidense en la actualidad y de la que son rehenes todos los Presidentes elegidos democráticamente: “En los consejos del gobierno, tenemos que estar atentos a la adquisición de una influencia ilegítima, que sea o no proyectada por el complejo militar-industrial.
El riesgo del desarrollo de un poder usurpado existe y persistirá. Jamás permitiremos el peso de esta conjunción amenazar nuestras libertades o los procesos democráticos”, pero el complejo militar-industrial se habría transmutado en el llamado Departamento de Seguridad Nacional ( Homeland Security) y de la primitiva hidra-CIA habrían nacido 17 nuevas cabezas en forma de agencias de inteligencia que integrarían la Comunidad de Inteligencia de EEUU ( la Cuarta Rama del Gobierno según Tom Engelhardt) , agentes patógenos de naturaleza totalitaria y devenidos en Estado paralelo y verdadero poder en la sombra.
Sin embargo, el biólogo Lyan Watson en su obra “Lifetide” publicada en 1.979 afirma que “ si un número suficientemente grande de personas (Masa Crítica) adquieren un nuevo conocimiento o forma de ver las cosas, esto se propagará por toda la humanidad”, para lo que es necesario que un determinado número de personas (Masa Crítica), alcance una conciencia más elevada , momento en que el individuo es capaz ya de realizar un salto evolutivo y lograr un cambio de mentalidad , tesis conocida como “Teoría del Centésimo Mono” , tesis que se vería reflejada en la campaña electoral de Donald Trump quien estaría en la antesala de lograr ser investido candidato oficial del Partido Republicano en la Convención Nacional Republicana de Julio al quedar como candidato único tras la retirada de su más directos rivales ( Marco Rubio, Ted Cruz y John Kasich) y al tratarse de un candidato totalmente refractario a la disciplina de partido se habría convertido en la “bestia negra” del establishment.
¿Complot contra Trump?
En una reciente entrevista a la cadena estadounidense ABC, el futurible candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump expresó sin ambages la idea de que la “OTAN está obsoleta, no sirve para combatir el terrorismo y cuesta demasiado a EEUU”, por lo que exigió a los países europeos integrantes de la OTAN “ pasar por caja” , pues la aportación económica de dichos países europeos sería de un exiguo 2% del PIB nacional, quedando el grueso de la financiación en manos de EEUU (el 70% de cerca del Billón $ del total del presupuesto).
Asimismo, en una reciente conferencia pronunciada por Trump en la sede de la influyente revista política “The National Interest”, Donald Trump expuso las líneas maestras de su política exterior que podrían sintetizarse en su lema “Estados Unidos lo primero”, lo que de facto supondría suponer un retorno a la Doctrina Monroe (América para los americanos) el retorno al proteccionismo económico tras cancelar el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México (TLCAN) y la intervención de EEUU en el llamado “patio trasero” (América Latina). Asimismo, Trump denunció la “excesiva cantidad de armamento que circula actualmente en el mundo” lo que supondría la asunción de la Doctrina del Aislacionismo de EEUU en el plano militar y la entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como “primus inter pares” en la gobernanza mundial.
Ello supondría un misil en la línea de flotación del complejo militar-industrial que tiene perfilado para la etapa post-Obama la recuperación del papel de EEUU como gendarme mundial mediante un incremento extraordinario de las intervenciones militares estadounidenses en el exterior (léase Nueva Guerra en Oriente Medio), por lo que no sería descartable la gestación de una trama endógena para mediante métodos expeditivos truncar la carrera política de Trump y tras la nominación de un candidato sorpresa propuesto por el complejo militar-Industria lograr que EEUU vuelva a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el verdadero Poder en la sombra de EEUU (Cuarta Rama del Gobierno).

FUENTE:

¿Complot contra Donald Trump de los lobbys financiero, militar y judío?

USA: …prohiben defender el matrimonio entre varón y mujer…

5 de May de 2014

Los funcionarios de la Universidad de Notre Dame revocar el permiso para la tabla a favor del matrimonio, dicen los jóvenes católicos a «cesar y desistir» promover el matrimonio natural, en el campus. 



Sonido Bend, Indiana: Abril 29, 2014 – Los jóvenes voluntarios con Tradición Familia Propiedad Estudiante Acción recibieron la orden de «cesar y desistir» promover el matrimonio tradicional en la Universidad de Notre Dame el viernes 25 de abril. 

«El permiso para tener una mesa que había sido concedida a través de un grupo de estudiantes en el campus reconocido oficialmente,» dijo el director de la PTF Acción Estudiantil John Ritchie. «Pero ese permiso fue revocado por alguna extraña razón. Los agentes de policía llegaron poco después de que empezamos repartiendo literatura pro-familia y cortar el breve acto, nos informan de que ya no eran bienvenidos a hablar con los estudiantes sobre la importancia de preservar la santidad del matrimonio entre 1 hombre y 1 mujer, que está totalmente de acuerdo con 2.000 años de la enseñanza católica «, explicó Ritchie. 

El folleto de la PTF, 10 razones por las personas del mismo sexo «matrimonio» es perjudicial y debe oponerse , estaba siendo muy bien recibido por los estudiantes y profesores por igual. Sin embargo, varios estudiantes pro-homosexuales arrancaron el volante, gritaron obscenidades, y expresaron su deseo de privar a los pro-verdaderos voluntarios de matrimonio de su derecho a la libertad de expresión. 

«Todavía estoy tratando de entender por qué el caso se cerró», dijo Ritchie. «Tenía la esperanza de encontrar un entorno más favorable para la posición católica sobre el matrimonio. Pero en cambio, los agentes de policía de Notre Dame nos dijeron que sólo teníamos permiso adecuado para tener una mesa – pero que nadie se le permitió al hombre en realidad la mesa, que era todo el punto de tener una mesa en el primer lugar. ¿Cómo puede un mismo hombre mesa? Así que nos vimos obligados a dejar «. 

«Parece que cuanto más se oye hablar de la inclusión y la diversidad en la educación superior, tanto menos se enteró de la verdad, más la verdad se queda fuera de la conversación», añadió Ritchie. «Tenemos que orar por todos los estudiantes católicos de Notre Dame que están luchando la buena lucha por los valores morales y la defensa del matrimonio natural. Porque el futuro de nuestra nación depende de la propia institución de la familia, unida por la madre y el padre, y abrir a los hijos que Dios les da. « 

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FUENTE:

http://www.tfpstudentaction.org/what-we-do/news-and-updates/young-catholics-not-welcome-at-notre-dame-shut-down-for-promoting-real-marriage.html

Nota de angelblanco:

En

http://tradiciondigital.es/2014/05/05/la-universidad-catolica-de-notre-dame-prohibe-propaganda-a-favor-del-matrimonio-tradicional/

también se informa de cómo la Universidad Católica de Notre Dame, en Indiana (USA) prohibió a unos activistas estudiantes católicos del grupo TFP (Tradición, Familia, Propiedad) vender sus folletos en defensa del matrimonio tal como se ha manifestado durante miles de años por muchas civilizaciones y culturas.

 

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10 Razones por las cuales «matrimonio» homosexual es dañino y debe oponerse

Por TFP Acción Estudiantil

1. Esto no es un matrimonio 

Llamar a algo matrimonio no significa que sea el matrimonio. El matrimonio siempre ha sido un pacto entre un hombre y una mujer, que es, por su naturaleza ordenada a la procreación y educación de los niños y la unidad y el bienestar de los cónyuges. 

Los promotores del mismo sexo «matrimonio» propone algo totalmente diferente.Proponen la unión entre dos hombres o dos mujeres. Esto niega las diferencias biológicas, fisiológicas y psicológicas evidentes entre hombres y mujeres que encuentran su complementariedad en el matrimonio. También niega el propósito primario específico del matrimonio: la perpetuación de la raza humana y la crianza de los hijos. 

Dos cosas completamente diferentes no pueden considerarse lo mismo.

2. Se viola el Derecho Natural 

El matrimonio no es una unión cualquiera entre los seres humanos. Es una relación enraizada en la naturaleza humana y por lo tanto de derecho natural. 

Precepto más elemental de la ley natural es que «lo bueno es que hacer y perseguido, y lo malo es que hay que evitar». Mediante su razón natural, el hombre puede percibir lo que es moralmente bueno o malo para él. Por lo tanto, se puede saber el fin o propósito de cada uno de sus actos y la forma en que es moralmente incorrecto para transformar los medios que le ayuden a lograr un acto en el propósito del acto. 

Cualquier situación que institucionaliza la elusión de la finalidad del acto sexual viola la ley natural y la norma objetiva de la moralidad. 

Enraizada en la naturaleza humana, la ley natural es universal e inmutable. Se aplica a toda la raza humana, por igual. Se ordena y prohíbe sistemáticamente, en todas partes y siempre. San Pablo enseña en la Epístola a los romanos que la ley natural inscrita en el corazón de cada hombre. (Romanos 2:14-15) 

3. Siempre niega a Child O un padre o una madre 

Es en el mejor interés del niño que se le planteó bajo la influencia de su padre biológico y la madre. Esta regla es confirmada por las evidentes dificultades que enfrentan los muchos niños que han quedado huérfanos o son criados por un solo padre, un pariente, o un padre adoptivo. 

La lamentable situación de estos niños será la norma para todos los hijos de un mismo sexo «matrimonio.» Un niño de un mismo sexo «matrimonio» siempre se verá privado de su madre, ya sea natural o padre. Él será necesariamente ser planteada por una parte que no tiene ninguna relación de sangre con él. Siempre será privado de cualquiera de una madre o un padre modelo. 

-Del mismo sexo «matrimonio» no tiene en cuenta el interés superior del niño. 

4. Valida y promueve el estilo de vida homosexual 

En nombre de la «familia» del mismo sexo «matrimonio» sirve para validar no sólo este tipo de uniones, pero todo el estilo de vida homosexual en todas sus variantes bisexuales y transexuales. 

Las leyes civiles son principios estructurantes de la vida del hombre en sociedad.Como tales, desempeñan un papel muy importante ya veces determinante en la promoción de pensamiento y comportamiento. Ellos configuran externamente la vida social, sino también profundamente modifican la percepción de todos y la evaluación de las formas de comportamiento. 

El reconocimiento legal de personas del mismo sexo «matrimonio» habría algunos valores morales fundamentales necesariamente oscuras, devaluar el matrimonio tradicional, y debilitar la moral pública. 

5. Se convierte un mal moral en un Derecho Civil 

Los activistas homosexuales argumentan que personas del mismo sexo «matrimonio» es un derechos civiles cuestión similar a la lucha por la igualdad racial en la década de 1960. 

Esto es falso. 

En primer lugar, el comportamiento sexual y la raza son realidades esencialmente diferentes. Un hombre y una mujer que quiere casarse pueden ser diferentes en sus características: uno puede ser negro y el otro blanco; uno rico y el otro pobre; o uno alto, el otro corto. Ninguna de estas diferencias son obstáculos insuperables para el matrimonio. Los dos individuos son todavía el hombre y la mujer, y por lo tanto se respetan las exigencias de la naturaleza. 

-Del mismo sexo «matrimonio» se opone a la naturaleza. Dos personas del mismo sexo, independientemente de su raza, la riqueza, la estatura, la erudición o la fama, nunca serán capaces de casarse debido a una imposibilidad biológica insuperable. 

En segundo lugar, heredan y rasgos raciales inmutables no pueden compararse con el comportamiento no-genética y cambiante. Simplemente no hay analogía entre el matrimonio interracial de un hombre y una mujer y el «matrimonio» entre dos personas del mismo sexo. 

6. No crea una familia, sino una Unión Naturalmente estéril 

El matrimonio tradicional es generalmente tan fecunda que los que frustraría su extremo debe hacer violencia a la naturaleza para evitar el nacimiento de los niños mediante el uso de métodos anticonceptivos. Como es natural, tiende a crear familias. 

Por el contrario, el mismo sexo «matrimonio» es intrínsecamente estéril. Si los «cónyuges» quieren tener un hijo, deben eludir la naturaleza mediante costosos y artificiales o emplear sustitutos. La tendencia natural de tal unión no es crear familias. 
Por lo tanto, no podemos llamar a un matrimonio la unión entre personas del mismo sexo y darle los beneficios del matrimonio verdadero. 

7. Se Perdidas Propósito del Estado de Beneficiándose Matrimonio 

Una de las principales razones por las que el Estado otorga numerosos beneficios sobre el matrimonio es que por su propia naturaleza y diseño, el matrimonio provee las condiciones normales de una atmósfera estable, cariñoso, y moral que es beneficioso para la educación de los hijos-todos fruto de la mutua el afecto de los padres. Esto ayuda en la perpetuación de la nación y el fortalecimiento de la sociedad, un evidente interés del Estado. 

«Matrimonio» homosexual no proporciona estas condiciones. Su objetivo principal, objetivamente hablando, es la satisfacción personal de dos individuos cuya unión es estéril por naturaleza. No tiene derecho, por lo tanto, a la protección del Estado se extiende a un verdadero matrimonio. 

8. Impone su aceptación en toda la sociedad 

Al legalizar el mismo sexo «matrimonio», el Estado se convierte en su promotor oficial y activo. El Estado hace un llamado a los funcionarios públicos para oficiar en la nueva ceremonia civil, ordena a las escuelas públicas para enseñar a su aceptación por parte de los niños, y castiga a cualquier empleado del estado que expresa desaprobación. 

En la esfera privada, los padres se opongan a ver a sus hijos expuestos más que nunca a esta nueva «moral», las empresas que ofrecen servicios de boda se verán obligados a proporcionarles a las uniones del mismo sexo, y los dueños de propiedades de alquiler tendrán que estar de acuerdo en aceptar la misma- parejas sexuales como inquilinos. 

En todas las situaciones donde el matrimonio afecta a la sociedad, el Estado va a esperar los cristianos y todas las personas de buena voluntad a traicionar sus conciencias al condonar, a través del silencio o actuar, un ataque contra el orden natural y la moral cristiana. 

9. Es la posición de vanguardia de la Revolución Sexual 

En la década de 1960, la sociedad se vio presionado a aceptar todo tipo de relaciones sexuales inmorales entre hombres y mujeres. Hoy en día estamos asistiendo a una nueva revolución sexual donde se le pide la sociedad a aceptar la sodomía y el mismo sexo «matrimonio». 

Si «matrimonio» homosexual es aceptado universalmente como el actual paso sexual «libertad», lo que los argumentos lógicos se puede utilizar para detener a los próximos pasos del incesto, la pedofilia, el bestialismo y otras formas de comportamiento antinatural? De hecho, los elementos radicales de ciertas subculturas «avant garde» ya están abogando tales aberraciones. 

El railroading del mismo sexo «matrimonio» en el pueblo estadounidense hace cada vez más claro lo que el activista homosexual Paul Varnell escribió en el Chicago Free Press: 

«El movimiento gay, lo reconozcamos o no, no es un movimiento por los derechos civiles, ni siquiera un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral dirigida a cambiar la vista de la gente de la homosexualidad.» 

10. Ofende a Dios 

Esta es la razón más importante. Cada vez que uno viola el orden moral natural establecido por Dios, uno peca y ofende a Dios. -Del mismo sexo «matrimonio» hace precisamente esto. En consecuencia, cualquier persona que profesa amar a Dios hay que oponerse a ella. 

El matrimonio no es la criatura de cualquier Estado. Más bien, fue establecido por Dios en el Paraíso para nuestros primeros padres, Adán y Eva. Como leemos en el libro del Génesis: «Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo, diciendo: «Sean fecundos y multiplíquense; llenad la tierra y sometedla ».» (Gen. 1:28-29) 

Lo mismo fue enseñado por Nuestro Salvador Jesucristo: «Desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y hembra. Por esto dejará el hombre a su padre ya su madre; y se unirá a su mujer. «(Marcos 10:6-7). 

Génesis también enseña cómo Dios castigó a Sodoma y Gomorra por el pecado de la homosexualidad: «El Señor hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Él destruyó las ciudades y toda la llanura, junto con los habitantes de las ciudades y el producto de la tierra. «(Génesis 19:24-25) 

Otros recursos:

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Tomar un Principled no un Stand Personal 

Al escribir esta declaración, no tenemos ninguna intención de difamar o desacreditar a nadie. No estamos movidos por el odio personal contra cualquier individuo. En intelectualmente opuestos individuos u organizaciones que promueven la agenda homosexual, nuestra única intención es la defensa del matrimonio tradicional, la familia, y los preciosos restos de la civilización cristiana. 

Como católicos practicantes, estamos llenos de compasión y orar por aquellos que luchan contra la tentación implacable y violenta al pecado homosexual. Oramos por aquellos que caen en el pecado homosexual de la debilidad humana, que Dios puede ayudarles con su gracia. 

Somos conscientes de la enorme diferencia entre estas personas que luchan con su debilidad y se esfuerzan por superarla y otros que transforman su pecado en un motivo de orgullo y tratan de imponer su estilo de vida para la sociedad en su conjunto, en flagrante oposición a la moral cristiana tradicional y la ley natural. Sin embargo, oramos para estos seguros. 

Oramos también por los jueces, legisladores y funcionarios del gobierno que de una u otra manera toman medidas que favorecen la homosexualidad y del mismo sexo «matrimonio.» No juzgamos sus intenciones, disposiciones interiores, o motivaciones personales. 

Rechazamos y condenamos cualquier tipo de violencia. Simplemente, ejercemos nuestra libertad de hijos de Dios (Romanos 8:21) y nuestros derechos constitucionales a la libertad de expresión y el cándido, sin complejos y sin vergüenza la exhibición pública de nuestra fe católica. Nos oponemos a los argumentos con argumentos. Para los argumentos a favor de la homosexualidad y del mismo sexo «matrimonio» respondemos con argumentos basados ​​en la recta razón, la ley natural y la Revelación Divina. 

En una declaración polémica como esta, es posible que de una u otra formulación puede ser percibida como excesiva o irónico. Esa no es nuestra intención.

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FUENTE:

http://www.tfpstudentaction.org/politically-incorrect/homosexuality/10-reasons-why-homosexual-marriage-is-harmful-and-must-be-opposed.html